Tenemos un modelo de pensamiento impregnado por la competencia, el egoísmo, el consumismo y la ambición. Lo importante es alcanzar el éxito sin importar las formas. Este paradigma de competición se encuentra inmerso en la cultura, en la educación, en
el sistema religioso y en la política, entre otros lugares. Esta realidad nos hace entender que el modelo del Reino que nos trajo Jesús es un sistema completamente distinto, uno de cooperación: compañerismo, amor, compasión y trabajo en equipo.

Existe un paradigma de competición instalado en la cultura evangélica Y OTRO DE COOPERACIÓN, QUE ES EL QUE TENEMOS QUE VIVIR.

Además, debemos aprender para tener una influencia poderosa en la generación actual. Los cambios sociales, educativos y culturales nos llevan a renovarnos e innovarnos de una manera urgente.

Hay mucho que aprender y desaprender, principalmente en el desarrollo de las relaciones humanas, en las estrategias de abordaje a las nuevas generaciones, que a su vez necesitamos entenderlas y conocerlas para dar a conocer de forma efectiva a
Jesús, no solo a través de lo que decimos, sino con acciones concretas de servicio, amor y el poder de la influencia en nuestras comunidades.

Los líderes para este tiempo

El liderazgo que necesitamos para este tiempo es el liderazgo del servicio y de cooperación en nuestras comunidades. Para ser efectivos, eficientes y operativos tenemos que prepararnos en la vida del Reino, que tiene que ver con una entrega y renuncia total de mi vida a otra nueva llena de amor, aceptación, gracia y cooperación.

“… y, dejándolo todo, siguieron a Jesús” (Lucas 5:11).

Jesús sabía que somos a partir de los otros y por eso nos invita a estar, a pasar tiempo, a compartir y a vivir con Él, lo mismo que hizo con sus discípulos y amigos. Debemos imitar estas acciones y vincularnos y relacionarnos con la gente pasando tiempo con
ellos. Esto significa interactuar y articular con los colegios, municipios, fundaciones de nuestros barrios y ciudades.

“Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo, y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre” (Juan 1:51).

Nuestro Señor fue y es un gran creador de espacios de aceptación y de nuevas atmósferas, entornos y ambientes.

Es por eso por lo que la estrategia de Jesús siempre fue darse a conocer, encarnarse en el hombre, apasionarse, vincularse y ser amigo de pecadores (Mateo 11:19). Después de amar y servir a las personas, Él les hablaba y ellos escuchaban sus enseñanzas “como quien tiene autoridad” (Marcos 1:22). Primero Jesús sirve, luego ama, se apasiona y por último habla. Este es el auténtico paradigma de cooperación.
Los amo.