En invierno la mayoría de las plantas están adormecidas y el proceso floral está detenido. ¿Sabés por qué? Se descubrió que existe un gen represor o inhibidor, que no les permite florecer porque si lo hicieran las flores no soportarían las temperaturas tan bajas.

Pero hay un momento en que  la planta comienza a detectar que aumentan las horas de luz durante el día, y “se va despertando”, aparecen los brotecitos pequeños y ese gen represor se inhibe con la acción de la luz prolongada y de otros factores. 

Entonces ¡no puede quedar detenido lo que Dios diseñó para florecer en el momento oportuno! Siempre la primavera es el tiempo de renovación, todo lo que está dormido se despierta y lo que parecía seco se reactiva y florece. ¿Y para tu vida querida mujer? ¡Para tu vida también!

Cuántas personas hoy están transitando tiempos en los que el “gen inhibidor” del temor, o  de la apatía, o el gen represor del desgano, de la falta de propósito, del cansancio, de la tristeza, de la vergüenza, de la culpa, de la mediocridad, del desborde emocional y tantos otros, no les están permitiendo la floración, no están  dejando que su potencial sus sueños, sus vidas tomen impulso y florezcan. 

Y tal vez vos querida lectora sentís también que estás atravesando un invierno espiritual o emocional largo, crudo, hostil, que parece no tener fin.

La buena noticia es que todo tiene su momento oportuno, y cuando Cristo trae luz, el efecto es el mismo que en las flores: esos genes represores, esos pensamientos y emociones que te mantenían en un invierno espiritual, se desactivan,  pierden poder ¡tienen que retroceder!

Y llega el momento de florecer, de multiplicarte y de expandirte, de ser parte de una explosión de color, de una revolución de avivamiento, de un nuevo despertar  de adentro hacia afuera que nada ni nadie podrá frenar si dejás que el Espíritu Santo sople vida sobre tu vida y que con sus aguas de plenitud riegue ahora mismo tu corazón y te llene de la abundancia de Su presencia. 

En el mundo natural, en todo este proceso en muchas especies vegetales se da un factor llamado vernalización, que implica que luego de un tiempo de frío prolongado, se produzca una muy buena floración, una mejor calidad de flores y de colores. Porque en la naturaleza, incluso las condiciones más hostiles cumplen un propósito para la renovación. ¡Cuánto más sobre tu vida Dios va a cumplir Su propósito, aun a pesar de las circunstancias! 

Por eso hoy te animo a que abraces y tomes esta palabra: ¡Cuanto más frío haya sido tu invierno, más vas a florecer y a dar fruto en primavera! 

“Si cada día decidimos, intencionalmente, vivir en el Espíritu, caminar en fe, a pesar del clima externo, vamos a experimentar primavera en nuestro interior”.

Tal vez el frío de la angustia se hizo sentir en este último tiempo, quizás los vientos fuertes y las tormentas de las crisis y el dolor dejaron heridas en tu interior, y para vos fue como cuando las heladas intensas y prolongadas forman esa capa tenue pero resbaladiza que termina secando, decolorando y a veces marchitando la hierba. Sin embargo, la primavera llega y no hay heladas que se le resistan

Es tiempo de despertar y acudir a la fuente de luz y de vida quien mediante la acción del Espíritu Santo provoca el mismo efecto que la vernalización tiene en las plantas, cuando a pesar del invierno largo y frío, llega el tiempo de florecer, pero de florecer en abundancia. 

¿Sentiste en este tiempo que tu “proceso de floración” estuvo detenido? ¿Cuáles son los “genes represores” que identificás y que vas a desactivar en equipo con el Espíritu Santo  para florecer sin límite a todo nivel?

“Si Dios hace tan hermosas a las flores, que viven tan poco tiempo, ¿acaso no hará más por ustedes?”  Mateo 6.30 a TLA

¡Claro que sí! Entonces tu parte es activarte, tomar los nutrientes del Espíritu, y como una discípula de Cristo que busca Su luz en la intimidad cotidiana, abrazar Su Palabra, proclamar Sus promesas, orar con una pasión y visión renovadas, rechazando en el nombre de Jesús ese gen represor (cual sea que hayas identificado en tu vida) que el enemigo quiere mantener activado para que vivas en un invierno permanente y no florezcas. 

Recordá querida amiga: nada puede hacer prevalecer los efectos del invierno sobre tu vida ¡La luz de Cristo reactiva, reaviva y renueva todo!

Licenciada en Orientación Familiar, Coach Ontológico y escritora. Mediante sus libros, conferencias y talleres, capacita, potencia y activa a mujeres y familias desde un abordaje integral para desarrollar ser su mejor versión y vivir en plenitud. Es mamá de tres hijos y, junto a su esposo, pastorea la iglesia Tierra de Avivamiento, CABA.