Mejor es dar que recibir, este es un principio espiritual que opera en el Reino de los cielos.

Durante mucho tiempo me dediqué, y me sigo dedicando, a ayudar a las personas por medio del consultorio, clínicas, diálogos, asistencias, etc. A lo largo de estos años, noté una particularidad en la mayoría de aquellos que tienen cierta debilidad en la salud emocional. Es decir, personas inestables emocionalmente o que necesitan ayuda con su salud emocional. 

Este denominador común que he podido observar, y lo digo con mucho cuidado y respeto porque no sé si es algo consciente, tiene que ver con una tendencia al egoísmo mucho más marcado que aquellas que tienen una mentalidad más altruista (estos son los que tienden a pensar más en los demás). 

Era muy interesante ver que las personas que estaban todo el tiempo midiendo cómo se sentían ellas, no medían mucho cómo la estaban pasando los de su alrededor. Está muy claro que no siempre es así, sin embargo esto fue muy común en mis observaciones y siempre terminábamos tocando el tema del nivel de egoísmo, orgullo y altivez con que las personas se movían. 

«No digo que la gente tenga que cambiar, porque la personalidad de cada uno la define cada uno, pero sí tenemos que conocer la ley de la siembra y la cosecha»

Dr. Sebastián Palermo, pastor y médico formado en psiquiatría

Es decir, que todo aquello que siembro voy a cosechar. todo lo que haga tiene consecuencias. Ocurre que muchas veces las personas con una idea egocentrista o autorreferencial terminan mirándose demasiado en cuanto a lo que les cae bien o mal y acaban poniendo su vida por encima de la de los demás. Esto termina afectando mucho su calidad de vida, así como también la de terceros.

Durante esta cuarentena, en este tiempo de aislamiento donde la humanidad ha tenido que encerrarse y quedarse aislada de los demás, se han diferenciado mucho las personas con tendencia egoísta de las personas con tendencia altruista. Esto no lo digo como crítica sino como observación. 

Pero lo más interesante, y es la razón por la que escribo esta nota, es que a lo largo de mi vida me di cuenta de que los que se dedican a ayudar a otros, tienen menos medida de sus conflictos. Es decir que podían tolerar más el dolor y la frustración que los que estaban todo el tiempo observándose a sí mismos. 

Vuélvete una persona funcional para los demás

En una oportunidad estaba jugando un partido de fútbol, me acuerdo de que la pelota había caído en un campo que tenía un alambrado y lo salté. Corrí rápido y volví para seguir jugando. Lo que sucedió fue que cuando terminó el partido yo tenía mi pierna cortada. Al parecer, cuando fui a buscar la pelota, un filo de alambre me había lastimado. Yo estaba sangrando, pero no me di cuenta en ese momento porque estaba concentrado en algo que me entretenía y divertía. 

De alguna manera en la vida pasa esto, cuando estamos mirando afuera de nosotros, todas esas emociones y sensaciones que tenemos que nos afectan, van a pasar desapercibidas.

«Cuanto más evalúas tus emociones más malestar vas a sentir. Mi consejo en estos casos es que mínimamente hagas una introspección». 

Dr. Sebastián Palermo, pastor y médico formado en psiquiatría

También te recomiendo ayudar a otras personas, por ejemplo, muchos abuelos la pasan mal porque sus hijos se olvidaron de ellos. Vuélvete una persona funcional, párate en el mundo, no solamente vas a ver que tus emociones van a pasar a un segundo plano, sino que vas a empezar a sentir el bienestar que te transmite la gente, todas esas bendiciones que te dan. Siempre planteo que ser una persona funcional para los demás es mucho mejor que ser una egoísta y esperar que el resto gire en torno a uno. 

Jesús enseñó amar a los demás de la misma forma en la que nos amemos a nosotros.  Esto no solo es funcional a una sociedad que necesita de más interesados por el prójimo, sino que es la mejor forma en la que podemos atravesar la vida pudiendo soportar el dolor interno de muchas adversidades. 

En Mateo 16:25, Jesús dijo: “… el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará. Este principio no se reduce a un aspecto netamente espiritual, también habla de nuestra alma. Cuando nos entregamos en ayudar a otros, no solo estamos bendiciendo vidas, sino que nuestra alma se recupera y se sana. 

Sé que a veces no estamos acostumbrados a la dádiva, pero es mucho mejor dar que recibir, es un principio espiritual que opera en el Reino de los cielos, y por ende se establecerá en la vida de los ciudadanos de este Reino.