Un matrimonio exitoso es el resultado de dos personas exitosamente solteras.

Según un chiste malo, la palabra “novio” significa ‘no vio’. El enamoramiento es hipnótico, encandilador, nos ciega, nubla la razón. Pero la buena noticia es que disponemos de un invento maravilloso llamado noviazgo para pasar del enamoramiento al amor verdadero. ¿Cómo atravesar esta etapa con éxito? 

¿Cómo construir un matrimonio sólido desde sus cimientos?

Lo primero que tenemos que entender es que elegir a la persona con la que nos vamos a casar es la segunda decisión más importante de la vida, después de recibir a Jesús como nuestro Señor. 

Si estás “en la búsqueda”, por favor no busques solo una chica linda o un muchacho simpático con quien pasar el rato. Procura encontrar un cónyuge, alguien con quien compartir ni más ni menos que el resto de tu vida, una persona con la que puedas edificar un hogar. Si esa no es tu intención, nada de lo que sigue a continuación en este artículo tendrá sentido. 

En segundo lugar, proyecta tu noviazgo desde una expectativa realista. Lamentablemente muchas personas, a pesar de estar involucradas en una relación seria, en el fondo solo buscan alguien que llene sus vacíos. ¡Tenemos que reivindicar la soltería! La palabra “soltero” significa ‘ser único, completo, independiente, suelto’. Es muy difícil que una relación funcione cuando los novios no se perciben así. 

Muchos quieren que su pareja los complete, los haga felices, cumpla todos sus deseos. Son víctimas del famoso mito de la media naranja, porque se sienten así: incompletos.

Qué importante es que tengamos un corazón sano y que Jesús sea de verdad nuestro todo, en quien nos sentimos plenos. 

Sebastian Golluscio, Licenciado en Teología y Filosofía y Licenciado en Orientación Familiar.

Si no experimentamos esa saciedad interior nuestras expectativas respecto al noviazgo y al matrimonio serán siempre irreales, casi idolátricas. Pretenderemos que nuestra pareja nos dé lo que solo Jesús puede darnos. 

Un tercer tip importante es entender la verdadera naturaleza del amor. El amor es muchísimo más que un simple sentimiento romántico. En esencia, es una elección. Y el propósito del noviazgo es lograr ese momento decisivo. 

Es llegar a conocer lo suficientemente bien a nuestra pareja hasta el punto en el que podamos decir: “¡Sí, te elijo a pesar de conocerte bien! Te elijo a pesar de y con todos esos defectos y discrepancias que al principio no podíamos ver, porque el hipnotismo del enamoramiento nos cegaba, pero ahora sí vemos. Sé muy bien que no me voy a casar con un ángel, ni con la mujer maravilla, pero no me veo al lado de ningún otro ser humano en el planeta que no seas tú. Te amo, y por eso te elijo para siempre”. 

Amor es… Esa pareja de viejitos que a lo largo de toda una vida juntos ha inhibido cientos de deseos, o cedido ante los del otro, tragado un sinnúmero de disgustos, evitado miles de confrontaciones, desviado incontables oportunidades de ira, perdonado hasta setenta veces siete. 

Los pastores tenemos que cambiar nuestra fórmula nupcial.

No es “Hasta que la muerte los separe” sino “Hasta que la muerte los una”.

Sebastian Golluscio, pastor y adorador de la Iglesia del Centro en Buenos Aires.

No la muerte física, obviamente, sino la muerte al “yo”. Sin esa muerte jamás podremos construir un “nosotros”. Por eso tenemos que pensar en el noviazgo como una etapa de transición. Sirve para pasar del enamoramiento al amor verdadero, del “yo” al “nosotros”, de la independencia a la interdependencia. Es un tiempo de preparación para el matrimonio. Estamos echando los cimientos de un nuevo hogar. 

Dice Proverbios 24:27 (NTV): “Antes de construir tu casa haz tus planes y prepara los campos”. Me gusta mucho esta metáfora de la construcción; el noviazgo no es un experimento afectivo y sexual, es la piedra fundacional de un proyecto de vida junto a la persona que amamos. ¡Eso es algo muy serio! 

Por último, teniendo en cuenta la seriedad del tema, por favor busquen acompañamiento pastoral durante esta etapa crucial de su vida. Que no sea una cita fugaz con sus líderes, plagada de recomendaciones para que no tengan relaciones sexuales: “cuídense, sean prudentes, ojo con las caricias…”. 

Pareciera que en la iglesia lo único importante respecto al noviazgo es evitar el sexo. Y claro que eso es muy importante. Pero para que esta etapa cumpla su propósito existe un universo de otros asuntos que también intervienen y que deben trabajar junto a consejeros que los guíen con sabiduría y amor. Ábranse a recibir su ayuda. 

Si tienen heridas abiertas de abusos en su infancia, rechazo, abandono, malas experiencias en noviazgos anteriores o cualquier otro trauma irresuelto del pasado, procuren sanar eso ahora. Sobre todo, identifíquense con una pareja que sea su “faro”. 

Cada vez hay más adolescentes y jóvenes que no tuvieron un modelo sano de familia, que crecieron sin referencias de amor verdadero. Si ese es su caso, es fundamental que encuentren en su iglesia su otra familia, el ejemplo de matrimonio que no tuvieron en sus padres.  

Pastor y adorador de la Iglesia del Centro en Buenos Aires, Argentina. Está casado con Valeria, con quien tienen 3 hijos: Ezequiel, Milagros y Victoria. Es Licenciado en Teología y Filosofía y Licenciado en Orientación Familiar, graduado de la Universidad Austral de Bs. As.