Siempre es interesante cuando hablamos de estos temas porque se generan choques mentales. Primero esto sucede por la forma en que tradicionalmente porque se nos ha transmitido lo que es “servir”. Debemos partir de dos premisas fundamentales:
Por un lado, todos tenemos al menos un don espiritual que ha sido dado por Dios y debemos descubrirlo. Por otro, estos son para el servicio del Cuerpo de Cristo. El apóstol Pedro nos anima a que “cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10).
«El servicio es parte esencial de la vida del cristiano, porque nos saca de nosotros mismos y nos lleva a pensar más en los demás»
Martín Carrasco, pastor y escritor
El mismo Señor Jesús enseñó que Él vino a servir y a dar su vida. Entonces es necesario que hagamos una revisión profunda de este asunto.
También es equivocado decir que “tenemos que hacer todo”. En una iglesia local, siempre son más las necesidades que las manos dispuestas a trabajar. El gran problema es que podemos caer en el activismo, en la confusión generalizada, pensando que eso es servir, cuando en realidad lo que estamos haciendo son “actividades”.
Lo que hacemos, siempre está sujeto a lo que somos. Lo que yo hago no determina lo que soy; es al revés, lo que soy determina lo que hago. Entonces, calar profundo en mi búsqueda de Dios traerá aparejado el servicio. Porque descubrir la esencia de lo que Él ha depositado en mi interior me llevará a la acción.
«Descubrir mis dones me pondrá en el camino correcto»
Martín Carrasco, pastor y escritor
Te animo a que recuerdes esto: pecado es errar al blanco. Si estoy sirviendo, pero ese servicio no está acorde a la voluntad de Dios, acorde a los dones que Él ha depositado en mí, también estaré fallando.
Ahora bien, alguien podrá decir: “Pero yo no lo hago con mala intención, todavía no conozco mis dones, y por eso no sé en qué área debo servir”. Está perfecto, el Señor ve las intenciones del corazón. Lo que no puedes hacer es anestesiarte, arroparte con las excusas.
Atacar la frustración
Déjame abrir esta ventanita para atacar un enemigo tan común como potente en nuestra sociedad. Muchas veces podemos sentirnos frustrados. Como que lo que hacemos no tiene sentido; vemos que otros avanzan y nosotros siempre estamos en el mismo lugar.
«En la era de las redes sociales, caminamos por un callejón en el que algunos llegan a su destino y otros se alimentan de las migajas que caen»
Martín Carrasco, pastor y escritor
Desde este lugar quiero animarte a que te expongas a los brazos de Dios. Porque desarrollar los dones espirituales es tan importante como aceptar y amar su voluntad, lo que Él ha preparado para cada uno, sin mirar a los costados.
Amar la voluntad de Dios es saber que Él, como buen Padre, jamás nos comparará con otros hijos suyos. Él nos anima a que conozcamos nuestros dones espirituales para poder ser de bendición al Cuerpo de Cristo y a aquellos que no lo conocen.
Cómo descubro mi llamado y mis dones
Hay que comenzar diciendo que el llamado y los dones son irrevocables. Eres un hijo de Dios. Genial. Ahora el próximo paso que debes dar es descubrir lo que tienes para compartir a tus otros hermanos en la fe. El Señor, a través de su Espíritu Santo, repartió dones, ministerios y operaciones a cada creyente, entonces manos a la obra…
Te animo a que comiences a orar más intensamente, más profundamente, para que el Espíritu Santo comience a traer revelación de tus dones espirituales. Estúdialos. Hay cuatro pasajes bíblicos que enseñan sobre ellos. Anótalos: 1 Corintios 12:4-6,8-10,28-30; Romanos 12:3-8; Efesios 4; 1 Pedro 4:10-11. Léelos. Pide consejo. Desarrolla hambre. Eso te ubicará en tu lugar, el lugar correcto en el Reino de Dios.
«Tienes un llamado que obedecer, un don que descubrir, o alguna capacidad espiritual que el Señor te ha provisto»
Martín Carrasco, pastor y escritor
Entonces, aquí te comparto dos puntos para que prestes atención: Primero, ¿qué es lo que te moviliza? Quizás, las personas sin Cristo, o el estado de la iglesia, o te inquietan las personas enfermas. Es muy probable que detrás de eso que te moviliza, que te inquieta, sea Dios mismo que te ha depositado dones y llamados.
Segundo, ¿qué es lo que te apasiona? ¿En qué estarías dispuesto a invertir tus fuerzas, en qué invertirías tu tiempo, tu vida? Descubrir lo que te apasiona te llevará a estar más cerca de tu lugar en el Cuerpo.