En el periódico Boston Globe, de la ciudad de Boston, EEUU, se publicó un artículo que se titulaba: “Se buscan hombres de integridad”. El artículo comenzaba preguntando “¿Por qué América anda mal?” y respondía a esa pregunta afirmando que era a causa de “un pésimo liderazgo, no solo en la política y el gobierno, sino también en el comercio, el trabajo, la educación, la industria, la familia y también la iglesia”.

Narres Bennis, director de Liderazgo de la Universidad de Los Ángeles, afirmó que la crisis ha alcanzado mayor severidad, y que: “La humanidad contemporánea enfrenta hoy tres amenazas: a) El peligro de un accidente nuclear; b) El peligro de una catástrofe ecológica o una plaga mundial; C) La carencia de un liderazgo de integridad. Las naciones, gobiernos, familias e iglesias están siendo bombardeados por una “nueva moral” que no es otra que la vieja y mala moral”.   

Especialmente la iglesia y los cristianos están siendo atacados para destruir su estilo de vida. Miles de cristianos han abandonado la iglesia y un número nada despreciable de pastores han abandonado el ministerio por causa de fallas morales.

«Se han bajado los estándares de la vida cristiana hasta llegar a ser aceptables la infidelidad sexual, las conductas adictivas, la ambición económica, la amistad con el mundo, la doble vida, etc».

El enemigo sabe que cuando los cristianos pierden “santidad”, pierden “poder”.   Van a seguir funcionando, haciendo sus cultos, asistiendo a la iglesia, pero no van a ver las “maravillas de Dios”.  La iglesia, los cristianos, debemos mantener el énfasis acerca de los requerimientos de Dios en el área de la integridad y de la santidad.  Las bases sólidas para mantener una vida, un ministerio conforme a los estándares del Reino de Dios. 

Nunca podremos hacer nada bien si no lo hacemos desde el punto de vista de Dios, y su punto de vista es la santidad. Las cosas están bien hechas si quien las hace está en un camino de integridad, de santidad. El Reino de David fue fuerte y creció porque lo hizo en los términos de integridad. Cuando perdió la integridad, viviendo una doble vida con la esposa de Urías, decayó él y todo su reino. Para hacer bien las cosas de Dios, hay que hacerlas en integridad, en santidad. 

Qué es la integridad 

Cuando hablamos de integridad estamos pensando en algo sólido, de una sola pieza. No es algo que se ha hecho con una mezcla de materiales. No es doble ánimo, ni doble discurso. Ser íntegro es decir siempre la verdad, aunque ésta no le favorezca. Es tener principios y valores inalterables. Es tener convicciones no negociables. Ser íntegro es ser recto, honesto, sincero.  Es una característica que señala a hombres rectos moralmente. 

La integridad es una decisión del corazón 

La integridad no viene cuando uno se convierte a Cristo; se adquiere mediante un proceso de formación del carácter de Cristo en la persona. El carisma viene con la conversión, es una gracia dada por Dios para el ministerio. Pero la integridad es algo que se construye, algo que crece junto al carácter cristiano. La integridad es algo que uno decide. Yo decido vivir conforme al carácter de Cristo, tanto dentro como fuera del templo; sea en la multitud o en el anonimato, junto a otros cristianos o solo frente al mundo.

“Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía”, (Dan 1:8).

La integridad es una decisión del corazón, que luego se sostiene con la voluntad; así lo vemos en la vida de Daniel. Tampoco la integridad depende de un ambiente favorable. Daniel y sus amigos muestran que se puede ser íntegro en una sociedad extraña, en un ambiente desfavorable, en medio de gobiernos adversos, y líderes corruptos.

La integridad no se muestra en circunstancias fáciles sino complejas. No se muestra en medio del apoyo de las multitudes sino, muchas veces, en medio de la soledad o, lo que es peor, frente a nuestros enemigos. La integridad es el camino más difícil, pero también el más hermoso. Mientras que la falta de integridad es un camino fácil, pero cuesta abajo; la integridad es un camino sinuoso y cuesta arriba. 

«La integridad no es la respuesta de un momento, sino una actitud frente a la vida. Por eso, Daniel tuvo que refrendar su integridad varias veces más, como cuando fue obligado adorar al ídolo del emperador, y él se negó».  

La falta de integridad, como pecado, tiene consecuencias sociales

La falta de integridad de David afectó a toda una nación. Su falta de integridad al realizar un censo trajo consecuencias muy malas sobre todo el pueblo. “Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice maldad; ¿Qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre”. (2da Sam 24:17). David era un hombre de Dios y había sido íntegro muchas veces, pero eso no es una licencia para pecar.   

La integridad trae bendición y prosperidad. Cuando Salomón, el hijo de David, construyó el Templo de Jerusalén, Jehová el Señor se le apareció y le dijo: “Y si tú anduvieres delante de mí, como anduvo David, tu padre, en integridad de corazón, haciendo todas las cosas que yo te he mandado y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino para siempre”, (1ra Reyes 9:4-5).

«La integridad no es ausencia de pecado. David fue un hombre íntegro que pecó, pero no se acostumbró al pecado, le dolió, se avergonzó, lo confesó y se apartó de esa conducta para no repetirla nunca más». 

Hoy hace falta un liderazgo de integridad

Sí, al mundo le falta integridad, a los dirigentes, a los funcionarios o a los hombres comunes les falta integridad, pero eso no puede suceder en la iglesia del Señor. Dios busca y usa hombres íntegros. Hay un compromiso de parte de Dios de sostener a los hombres íntegros, en sus familias, en sus negocios, en sus emprendimientos. En medio de tanta tiniebla que no deja ver bien, que confunde, que no distingue y nos hace creer que todo es igual; la integridad es el camino a seguir, la integridad muestra qué decisiones tomar.

Necesitamos gente digna de imitar, ejemplos a seguir. No por su carisma, dones o éxitos; sino por la integridad que tienen en sus vidas. El mensaje y el mensajero deben ser coherentes. El mensaje y el mensajero deben ser del mismo material, del mismo palo.  

Hugo Márquez
Pastor de la Iglesia Jesús es Rey, una Iglesia unida, de cristianos íntegros, movidos por el Espíritu Santo y comprometidos con la gran comisión. Es Teólogo y también presidente de la Confederación Evangélica Bautista Argentina y vicepresidente del Congreso Iberoamericano “Por la vida y la familia”. Fundador del Colegio Bautista AMEN. Junto a su esposa Silvia viven en la ciudad de Neuquén, Argentina