Leila Aciar es de Merlo, provincia de Buenos Aires. Integra la Selección Argentina de Patín Artístico. Además estudia kinesiología en la Universidad de La Matanza, trabaja dando clases de patín y en la recepción de la iglesia El Salvador, de Morón, a la cual asiste.

En el Panamericano de Naciones, llevado a cabo este mes en Guayaquil, Ecuador, se consagró campeona, obteniendo la medalla de oro en la categoría In line. Por cuestiones económicas pensó que no podría llegar al Panamericano, pero vio la mano de Dios abriendo puertas para ir a competir y ser la campeona panamericana. 

En diálogo con La Corriente, nos contó sobre sus comienzos en este deporte, lo que significó ser campeona panamericana y, sobre todo, cómo Dios la acompaña a lo largo de su carrera deportiva. 

LC: ¿Cómo fueron tus inicios en el patín artístico?

LA: Patino desde que tengo memoria. Si bien no tengo recuerdos de cuando me regalaron los patines, tenía unos que se usaban con zapatillas y me acuerdo que estaban todos oxidados. Teníamos pocos pares y los usábamos mis dos hermanas, mi mamá y yo. Patinábamos en la vereda de casa, porque a un club no me podían llevar, además el deporte que hacía alguna de mis hermanas lo teníamos que hacer todas. 

Las tres íbamos a danza, pero una de mis hermanas quería hacer natación y yo patín. Por primera vez vi patín en el club enfrente de mi casa, ya que pasaba cuando iba a la escuela y ahí veía cómo patinaban. Después en la vereda practicaba lo que yo veía que hacían en esas clases. Recién a los 8 años me llevaron a practicar este deporte y a los dos meses fui a competir en un torneo amistoso. 

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La hoy campeona panamericana de patín artístico, Leila Aciar

LC: Cuando comenzaste con patín, ¿creíste llegar a este presente siendo campeona panamericana?

LA: No me imaginaba llegar a este momento. Sí desde muy chica me hicieron saber que tenía condiciones físicas. El primer día que fui a un club, me acuerdo de que la entrenadora me apoyó sobre la baranda, me elongó la pierna hasta arriba y como iba a danza eso me ayudó, y le dijo a mi mamá: “Leila hace algo”. Mamá le respondió que yo iba a danza. 

Así que ya en la primera clase aprendí tres figuras distintas y yo hoy, siendo profesora, enseño no más de dos por día. Cuando tenía 11 años me pusieron en el nivel inicial y a los meses la entrenadora le dijo a mi mamá que yo fuera al Nacional de la categoría C. Le dijo que tenía posibilidades y le preguntó si me podían comprar unos patines más caros. 

Hay chicas que tienen condiciones físicas pero los papás no las apoyan o en otras ocasiones no tienen los recursos. Gracias a Dios mi familia pudo “bancar” los gastos de los viajes. Yo veo a los papás de mis alumnas que ambos trabajan y aun así no les alcanza para viajar a competir. Un Torneo Nacional, aunque sea de las categorías más bajas, no cuesta menos de $30 000. 

LC: ¿Cómo viviste el Panamericano?

LA: Fue relindo. Compartí habitación con mis competidoras que son nuevas, la pasé muy bien. 

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Leila Aciar en lo más alto del podio del Campeonato Panamericano de Patinaje Artístico, en Guayaquil, Ecuador, 2021

LC: De pensar que no ibas a viajar a Ecuador a llegar a competir y ser campeona, ¿cómo viste la mano de Dios en este tiempo?

LA: Hubo un momento en que pensé en que no iba a llegar a estar en el Panamericano. Pero este tiempo tiene que ver con la oración que hice antes, durante y después del Panamericano: “Dios, estoy acá por algo y sé que por algo me trajiste, sea que termine primera, segunda, última, sé que hay una enseñanza”. 

El día que cerraba la inscripción a la competencia, no tenía todos los recursos económicos para poder viajar, así que le dije a Dios “No sé por qué me hiciste clasificar si no voy a ir, pero por algo es y tengo que aprender aunque no lo entienda”. Después, cuando se dio la posibilidad, supe que iba a viajar por algo y que debía mostrar al Señor con las actitudes, o usando las redes sociales o con la música que escucho y ser de testimonio para llevar la Palabra de Dios a todo lugar. 

LC: ¿Cómo fue tu encuentro con Jesús?

LA: A los 16 años mi exnovio me llevó a la iglesia El Salvador, en Morón, por primera vez. Yo leía la Biblia y mi relación personal con Dios era solo los domingos cuando iba. De a poco fui teniendo amigas, participando de más actividades y ahora puedo compartirles alguna palabra o preguntarles si tengo alguna duda. Cando acepté a Jesús, al año siguiente me bauticé y en este momento fallecieron muchos allegados y yo consolaba a mi familia, que hasta el momento no es cristiana, y les decía que había algo más allá de la muerte para los que creemos en Jesús.

Ahora Leila se prepara para clasificar al Mundial que será a fin de año en Paraguay.

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Autor: Luciana Mazzaferri
Es Periodista Deportiva, egresada de la Escuela ETER en el 2009. Además, se graduó en el 2020 de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente se encuentra realizando la especialización en Psicología del Deporte. Es integrante del movimiento Atletas de Cristo, Argentina.