“Los días son largos, pero los años, cortitos. Queremos disfrutar de su niñez”, esta era la frase que acompañaba el posteo de una mamá en las redes sociales. En medio de este balance de días y años la vida transcurre y el rol de los padres se reinventa en cada momento con creatividad, ternura, un poco de locura y mucho amor.

Se vive intensamente, muchas veces la rutina que se ha logrado conseguir con esfuerzo es interrumpida por situaciones imprevistas, como las burbujas, hisopados, testeos y barbijos pero, aún así, en medio de la inestabilidad de los últimos años, los adultos responsables tratan de no olvidar algo que es de suma importancia, la educación que se brinda en casa.  

En las charlas de temas importantes, sin dudas, el puesto número uno es el de la educación en el hogar y es uno de los que más les cuesta a los referentes familiares. Pensar en estas charlas genera presión, ansiedad, tabú, temor de hacerlo mal y es allí en donde de forma consciente o inconsciente se intentan planear para cuando la vorágine de la vida diaria ha disminuido un poco, o sea en las ansiadas vacaciones.

Algunas frases asociadas a esta idea son: “cuando estemos de vacaciones charlamos”, “cuando estemos más tranquilos lo vemos”. Esperar a las vacaciones implica que el adulto se encuentre atento a las necesidades de los hijos, dispuesto y con la mente descansada y apta para conversar. El momento parecería ser el ideal, salvo por un detalle: lo ideal de hablar en vacaciones está basado en la comodidad del adulto y no en las necesidades del hijo. 

Es sabido que las preguntas que solemos llamar incómodas suelen irrumpir en la vida cotidiana cuando, por ejemplo, en medio de las góndolas del supermercado se escucha una vocecita que dice: “¿mamá, cómo entré en tu panza?” Y es en ese instante, donde el mundo pareciera detenerse, que la vergüenza y la incertidumbre invade a ese ser que está escuchando la pregunta, dejándolo al borde del estrés o anonadado, sin saber cómo seguir.

Para el adulto no era el momento indicado, pero para el niño lo era, porque ellos no entienden de vacaciones, ellos están creciendo, ellos están pensando en ese instante y allí es donde exteriorizan parte de lo que piensan.

Es fundamental que los adultos podamos comprender que la educación y las charlas de temas importantes no requieren de una gran ponencia catedrática planificada sino de poder tener la capacidad de aprovechar esos momentos que son únicos e irrepetibles.

Erwin Mc Manus en su libro “Atrape su momento divino” cuenta que: “la palabra ‘momento’ proviene, entre otras, de la palabra griega ‘átomo’. La imagen de un átomo nos recuerda cuán fácilmente podríamos perder un momento o incluso subestimarlo. Se lo consideraba como la unidad irreducible. La idea era que no se podía obtener nada que fuera más pequeño, lo que explica la importancia de no perder un momento.

 Así como los átomos, los momentos son insignificantes en tamaño, pero innumerables, es fácil pasarlos por alto o ignorarlos. Al mismo tiempo, en lo atómico hay capacidad nuclear a causa de la rápida liberación de energía, una energía desproporcionada con relación al tamaño”. 

Y aquí presento el verdadero desafío vacacional, poder comprender que los momentos importantes con nuestros hijos no necesariamente tienen que ser grandes planificaciones, sino que esa pregunta incómoda, ese espacio de silencio durante un juego o esa charla mientras se va al almacén pueden ser el momento indicado, porque aunque parezcan insignificantes esconden un gran potencial.

Es tarea del adulto estar atento a cuando esos momentos se presentan y para eso quiero dejarte unos tips que, si bien están centrados en la Educación Sexual Integral, pueden aplicarse a cualquier tema: 

  • Los niños  a veces preguntan directamente, sin embargo, en otras oportunidades hay sutiles comentarios, juegos simbólicos, dibujos o palabras que pueden servir de puntapié inicial. 
  • No siempre se debe esperar que surja la inquietud del niño. Temas como el cuidado de las partes privadas, prevención del abuso sexual infantil, consentimiento, grooming y otros deben ser temas iniciados por el adulto en el momento adecuado de escucha del niño. 
  • Desarrollar la confianza de los hijos escuchándolos en otras situaciones habilita a los padres a ser escuchados.
  • Siempre es buen momento para hablar. Algunos temas: la confianza, la disposición para dar y recibir cariño, el cuidado de la intimidad, igualdad de oportunidades para los más pequeños. Procesos de crecimiento y desarrollo, cambios que se ven y se sienten, actitudes discriminatorias y grooming, son algunos de los temas para los de nivel primario.  Autonomía progresiva, diferentes formas de ser joven, consentimiento, prevención de embarazo e infecciones de transmisión sexual y violencia de género son algunos de los temas para los jóvenes.

Estas vacaciones pueden ser un buen momento para comenzar a ejercitar la actitud de ver los miles de momentos divinos y confiar en su potencial impacto. Elegir atrapar esos instantes y conversar con los hijos es elegir la vida cada día y cada año dándole la espalda al miedo y desconocimiento.

Me despido con las sabias palabras que encontramos en Deuteronomio 30:1 “escojan la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes” deseando que puedas disfrutar del tiempo vacacional.

Esposa de Santy, mamá de Bruno y Ciro. Profesora, orientadora familiar con posgrado en Educación Sexual UBA y coordinadora del Área de Formación en “Juntas en el Camino”. Participó en el Equipo Psicosocial de la Casa Nacional del Futuro, Ministerio de Desarrollo de la Nación. Autora del libro y curso Proyectando mi Vida, de RUE/FIET.