Hoy quiero contarles una historia real y muy impactante sobre como las redes sociales son un maquillaje de lo que pasa detrás de camara. Han pasado varios meses desde la muerte trágica de Gabby Petito, una chica de 22 años, Youtuber, que como muchos otros dedicados a este negocio contaba su historia y vivencias mientras viajaba por Estados Unidos con su novio. Al ver las imágenes de felicidad que ella mostraba, adornadas por una relación de noviazgo de ensueño con Brian Laundrie, uno solo puede inspirarse.
La verdad es que esta chica terminó muerta y se cree que su novio fue el asesino. Semanas después apreció el cadáver de Brian en un aparente acto de suicidio.
Cuando uno ve estas cosas, surgen las preguntas lógicas. ¿Qué pasó con toda la felicidad que ellos exhibían por sus redes sociales?
Vivimos en un tiempo donde las redes sociales nos afectan emocionalmente. La cantidad de seguidores o likes, para muchos, puede ser la diferencia entre ser felices o estar frustrados. Así que por cazar likes y followers son capaces de construir una historia que no existe, que es muy diferente a su realidad.
La obsesión por un like nos roba el disfrute de los momentos verdaderos llenos de errores e imperfecciones que nos hacen seres humanos. El disfrute de las personas que tenemos enfrente.
El aparentar una vida perfecta nos hace construir una doble vida. La real, que tiene problemas, desafíos y crisis, y la digital, simple, emocionante, siempre divertida y de buen ánimo. Es la misma persona con dos vidas; una es la verdadera y la otra es una farsa. Una con manchas en la piel o arrugas y otra con filtros. Eso no es justo.
La comparación se esconde detrás del scrolling (desplazamiento hacia arriba o abajo). Miramos al otro para compararnos, miramos para ver de qué carecemos o qué debemos mostrar, aunque no lo tengamos, para nivelarnos con el entorno.
La comparación y la envidia son el gran problema; no las plataformas, no sus algoritmos. Son nuestra inmadurez y nuestro ego frágil los que alimentan esta rueda de insatisfacción.
“Todo es tan tedioso, imposible de describir. No importa cuánto veamos, nunca quedamos satisfechos. No importa cuánto oigamos, nada nos tiene contentos”, Eclesiastés 1:8
¿Cuándo nos daremos cuenta de esto? ¿Cuántas lágrimas, discusiones y peleas hay detrás de algunas “fotos perfectas”? Las familias de Kubra Dogan y Sophia Cheung lo saben bien. Ellas murieron recientemente buscando la “foto perfecta”.
Me encantan las redes sociales y creo que bien usadas tienen una serie de beneficios que pueden ser de mucha ayuda para los seres humanos. Pero si seguimos más preocupados por construir una vida prefabricada en lo digital para satisfacer seguidores, en vez de construir una vida saludable en nuestra realidad fuera de las redes, perderemos lo que es realmente importante.
Esto va a cambiar cuando elijamos de quién queremos aprobación y guía. Si queremos la aprobación de la gente, eso tendrá un alto costo. Si queremos la aprobación de Dios Él ya pagó el precio.
“Por eso les doy este consejo: dejen que el Espíritu guíe su vida y no complazcan los deseos perversos de su naturaleza carnal. Nuestra naturaleza carnal desea lo que está en contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza carnal. Los dos se oponen. Por eso resulta que ustedes no están haciendo lo que realmente quieren, pero si se dejan guiar por el Espíritu, quedan libres de la ley”, Gálatas 5:16-18 PDT.
Si vas a buscar la aprobación de alguien, mejor busca la aprobación de Dios.