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La Palabra del Cielo

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8, RVR60).

Josué fue el servidor y sucesor de Moisés que tuvo la importante tarea de introducir al pueblo en la tierra prometida, pero fundamentalmente de luchar contra pueblos adoradores de fuerzas diabólicas que pelearían en forma aguerrida contra ellos.

¿Cómo enfrentar semejante desafío? ¿Cómo pelear contra gente acostumbrada a derramar sangre, cuando ellos siempre habían sido solo esclavos? Había un arma poderosa que ellos no podían dejar de lado: la poderosa Palabra de Dios. Deberíamos tomar conciencia de que descuidar la Palabra de Dios es un pecado que nos puede costar muy caro en términos espirituales. Por eso, veamos juntos tres atributos de la Palabra, y por qué es importante no descuidar nuestro enfoque de ella.

NOS AYUDA A PERMANECER FIRMES CONTRA LOS ATAQUES DEL ENEMIGO

El apóstol Pablo recibió una revelación poderosa de la guerra espiritual y puso como única arma de ataque la Palabra de Dios. “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17, RVR60). La Biblia es un arma imprescindible para poder vencer en las batallas de la vida.

No podemos quedar expuestos frente a los ataques del maligno; debemos protegernos y también saber atacar, y la única manera de hacer retroceder al maligno es declarar: “¡Escrito está…!”. Por ello muchos cristianos retroceden espiritualmente y son derrotados, porque en vez de escuchar las palabras de Dios, escuchan su propio corazón y luego caen en grandes errores.

El diablo, enemigo de las almas, nos ataca y quiere distraernos para que no crezcamos en la vida cristiana ni hagamos la voluntad de Dios. El maligno intenta que no le demos importancia a los pecados y que no pasemos tiempo con Dios, porque sabe que mientras más nos acerquemos a Dios, más fuerte será nuestro espíritu.

¡No le permitas vencer! Hay que buscar cada día la presencia de Dios en oración y alimentarse siempre con su Palabra. “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes. Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes” (Santiago 4:5-7, RVR60). “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores” (Salmo 1:1-3, NVI). 

La Palabra de Dios protege a la persona que se aplica a ella; por eso tiene poder para vencer el mal en el ser humano. Por tal motivo, hay que enseñarla a los niños para que sean personas de bien para la sociedad. Cuando se prohibió en las escuelas la lectura de la Biblia y la oración, la oscuridad vino, porque los jóvenes con problemas necesitan ayuda espiritual, no fábulas progresistas que no hacen ningún progreso sino un retroceso. La Palabra de Dios, inspirada en los hombres de distintas épocas, nos brinda tantos beneficios que son innumerables.

PARA ENTENDER LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19:7, RVR60). No todos tienen la suerte de formarse académicamente, pero si podemos tener la Biblia en mano, contaremos con un libro extraordinario que cuenta la historia de la humanidad a través de muchos siglos, y que nos hace entender por qué tenemos la sociedad que tenemos.

Nos ayuda a comprender la historia, el pasado, el presente y también el futuro. La Santa Biblia relata la historia de la humanidad desde el principio de la creación; a través de ella entendemos cómo fueron creados los cielos, la Tierra y todo lo que hay en ella. Entre otras cosas, nos habla de la historia del pueblo de Israel, de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús y de la expansión de la Iglesia primitiva.

La Biblia también contiene profecías: muchas ya se han cumplido, pero quedan aún muchas por cumplirse. Al leerla, aprendemos a observar las señales de los tiempos, no para tener miedo, sino para prepararnos, aferrándonos más a nuestro Dios y Salvador Jesucristo (Génesis 1:1-3). Se puede observar un orden milimétrico en todo y un diseño perfecto en todo lo que vemos. No solo hubo un comienzo sino un final. 

Muy dura se presenta para la mayoría de la gente, mas no tienen una pequeña idea del porqué de la existencia humana, de dónde venimos y cuál es el futuro de la humanidad. La Palabra de Dios inspirada es una semblanza para que sepamos que Dios tiene todo bajo control hasta el final. 

También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres (…) infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.

2 Timoteo 3:1-4

Todo lo que conocemos ahora dejará de existir y habrá una realidad muchísimo mejor de lo que vemos actualmente, y el apóstol Juan lo vio: le fue mostrado y Dios lo comunica para que sepamos que hay algo mejor. “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1).

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. (Apocalipsis 22:12). “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último” (Apocalipsis 22:13).

Él es un Juez justo que llamará a juicio a todos; por fin habrá justicia y declara que fuera de Jesús no hay nada, por más que podamos viajar mucho más allá de Marte, ¡y termina con una declaración de su iglesia, clamando: “Ven, Señor Jesús”! (Apocalipsis 22:20). Evidentemente, la historia terminará con un deseo intenso de que Dios  intervenga de forma urgente en su creación.

PARA PARECERNOS MÁS A CRISTO

“Para esto fueron llamados, porque Cristo sufrió por ustedes, dándoles ejemplo para que sigan sus pasos” (1 Pedro 2:21). Pedro y cada uno de sus discípulos nunca más olvidarían lo que habían visto y oído a través de la maravillosa vida de su Maestro. Fue un perfecto ejemplo de la vida que agrada al Padre.

Cuando el Espíritu de Dios entra en nuestra vida, Él nos transforma desde adentro y nos ayuda a ser más como Jesús. ¡Lo viejo queda atrás! Pasamos a ser nuevas criaturas (2 Corintios 5:17). Él es nuestro perfecto ejemplo para que dejemos un legado en nuestra generación. Somos llamados a edificar espiritualmente a la Iglesia, de la cual Él es la piedra fundamental, y desde entonces ella viene siendo edificada. Nosotros tenemos su ejemplo para hacer nuestra tarea (1 Pedro 2:4-5).

Cristo es la Piedra viva, rechazada por los seres humanos, pero escogida y preciosa ante Dios. Al acercarse a Él, también ustedes son como piedras vivas, con las cuales se está  edificando una casa espiritual. De este modo llegan a ser un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por medio de Jesucristo. Dios hace lo más grande y nosotros lo más pequeño, pero Él necesita que lo hagamos, que transmitamos el mensaje de Jesús y siga así la cadena. “Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús” (2 Timoteo 2:1-2, NVI).

No hay palabra más alta que podamos recibir en la vida que la Palabra santa de Dios, y si la ignoramos, se constituye como un pecado con consecuencias fundamentales en nuestra vida cristiana. Si la hemos dejado de lado, esta ofensa solo se arregla con arrepentimiento y cambio de actitud. “Nosotros que somos del día, por el contrario, estemos siempre en nuestro sano juicio, protegidos por la coraza de la fe y del amor, y por el casco de la esperanza de salvación” (1 Tesalonicenses 5:8-11). Amar la Biblia es amar a Dios, quien la inspiró, y es hacer que el amor de Dios repose en nosotros, pues está íntimamente ligada al Espíritu Santo. 

Propongámonos, entonces, “hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Esto es lo que traerá la bendición de Dios sobre nosotros. 

Guillermo Decena
Guillermo Decena
Fundador del Centro Familiar Cristiano, ubicado en Eldorado, (Mnes., Argentina). Ministerio que lidera, junto a su esposa Graciela, desde 1997, con más de diez sedes en distintas ciudades. Autor de libros como La Determinación y El Poder de los 40 días.

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