¿Acaso hay una clave para alcanzar el éxito? ¿Acaso existe una fórmula para alcanzar la felicidad? Pues ¡claro que sí!
Por el correr de estos días, he escuchado frecuentemente que muchos famosos, atletas, músicos y empresarios alcanzaron el éxito replicando determinadas conductas de lo que se conoce como la “ley de atracción”. Pero ¿qué es esto? Y… ¿de qué se trata?
La ley de atracción es una creencia que sostiene que nuestra realidad es creada a través del poder de nuestros pensamientos. Es decir, somos lo que pensamos. Entre los videos que están colgados en la web podemos encontrar consejos cómo: escribir nuestros sueños en un papel, focalizar lo que queremos desde que nos levantamos hasta que nos dormimos, y aun afirmar lo deseado en voz alta, repetidamente.
Siguiendo esta línea de pensamiento, una persona que tiene pensamientos negativos atrae cosas negativas a su vida. Y una persona que tiene pensamientos positivos, atrae cosas positivas. Esto quiere decir que si nos ocurre alguna desgracia, es porque nuestros pensamientos atrajeron esas desgracias. ¿Será esto real? ¿Es posible crear nuestra realidad con la mente? ¿Qué dice la Biblia al respecto?
Entre aquellos que encuentran en la Biblia un sustento para justificar la ley de atracción, se suelen replicar versículos de Génesis que mencionan que Dios creó el mundo por su palabra.
“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz” (Génesis 1:3).
Con esto, no quiero contradecir lo que dicen las Escrituras. Definitivamente, es verdad que Dios creó así al mundo, pero ¿somos nosotros iguales a Dios?
A menudo, cuando escucho estas teorías que nos ubican a los seres humanos como pequeños dioses, me recuerdan a la serpiente en el huerto del Edén tentando a la mujer:
Ponernos a nosotros mismos en el lugar de Dios constituye un grave error, ya que, justamente, no somos iguales a Dios, sino que somos su creación. Jesús nunca dijo que podríamos lograr todo lo que quisiéramos. Más bien, desde la oración del “Padre Nuestro” nos enseña a anhelar que se haga la voluntad de Dios por sobre la nuestra.
Otro versículo sacado de contexto es el del Mateo 17:20:
De más está decir que no hay evidencias históricas que comprueben que alguien haya trasladado una montaña de un lado a otro con sus palabras. Jesús no está hablando de cosas naturales, sino que se refiere a la fe, y, más precisamente, a la fe puesta en Dios. Cuando tenemos fe en Dios, estamos reconociendo su omnipotencia, su omnisciencia y su omnipresencia. Además, reconocemos que Él hace las cosas a su tiempo, a su forma y manera.
Corrientes como la mencionada ley de atracción ponen el foco en cosas superficiales como el dinero, la fama y el poder. Pero Jesús nunca se enfocó en las cosas terrenales, sino que siempre estuvo interesado en aquellas que son eternas.
De nada nos sirve tener mucho dinero si no hemos ganado un lugar en el cielo, y tampoco sirve tener reconocimiento si este no proviene de Papá Dios;
Por lo que, si vas a declarar, declara que Jesús es tu Señor. Si vas a repetir, repite que Él es el Rey de reyes y Señor de señores.
Recapitulando, entonces, ¿cuál es el secreto del éxito? ¿Cómo puedo alcanzar la felicidad? Pues teniendo a Cristo en el corazón. Tan simple como eso.
Ya no busques en otro lado más, prueba a Cristo. No gastes más dinero en gurúes y libros en vano. Lo mejor que puedes atraer a tu vida es el corazón de Jesús, porque cuando vivimos bajo su cobertura nada más nos puede faltar.