Mi historia personal puede que no tenga mucho que contar ya que nací en un hogar cristiano. Sin embargo, como familia hemos atravesado por procesos difíciles que me brindaron herramientas clave para tomar buenas decisiones y poder aconsejar a cientos de jóvenes a lo largo de los años. Aquí quiero compartirte aquellas que transformaron mi vida y espero que también sean de bendición para la tuya.

Círculos de influencia

Quiero comenzar por contarte sobre los círculos de influencia. Existen dos tipos, uno pequeño que se encuentra dentro de uno más grande. La diferencia entre ellos es que en el círculo pequeño se encuentran las cosas que están a nuestro alcance y podemos cambiar, es donde tenemos oportunidad de influenciar nuestro entorno para generar cambios. 

El círculo de influencia más grande es donde está lo que no podemos influir para cambiar. Por lo general, tiene que ver con decisiones y acciones de los demás, cosas externas a nosotros, como por ejemplo el clima, malas decisiones de líderes, pastores, socios, amigos o, hablando de la familia, que es lo que nos compete en esta nota, las malas decisiones de nuestros padres. 

Esto nos enseña que debemos ser cuidadosos con nuestras acciones, ya que solo por ellas rendiremos cuentas, no por las de los demás. También es importante reconocer las emociones y detectar que, por lo general, lo que causa impotencia y tristeza, son los daños colaterales que generan malas acciones y decisiones de los demás, aunque estas se encuentren en el circulo grande de influencia. 

Cuando conocemos y aceptamos las limitaciones de nuestra influencia, solo nos queda aprender a aceptar, soltar y perdonar lo que no podemos cambiar. Es en este punto donde lo único que entra en juego es la oración, ya que Dios es el único que puede influir en ambos círculos y generar cambios reales en el corazón y en la mente de las personas que nosotros no podemos cambiar. 

Por eso la biblia nos dice en Filipenses 4:6: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias”.

Ahora, lo que podemos hacer desde el círculo pequeño de influencia es asegurarnos de que nuestras acciones representen a Jesús, ser obedientes con la Palabra cuando nos pide en Efesios 6:2 que honremos a nuestros padres sin importar si se lo merecen o no, y oremos creyendo que solo Dios puede cambiar y transformar lo que ocurre en el círculo de influencia grande, descansando y confiando en Él. 

¿Qué podemos hacer entonces de manera práctica?

En los problemas familiares o conflictos con nuestros padres, hay tres cosas importantes a tener en cuenta. Primero, responder correctamente por nuestras acciones, independientemente de si los demás se lo merecen o no, si tengo razón o no. Esto nos hace ser conscientes de la responsabilidad que debemos tener con nuestras decisiones y reflejar a Jesús en todas nuestras acciones. 

Segundo, debemos aprender a aceptar las cosas aunque no sean como esperábamos, como las queríamos o las pensábamos. Perdonar las malas decisiones de nuestros padres (quienes se encuentran en el circulo grande de influencia), aprender de lo bueno para aplicarlo y de lo malo para no repetirlo. Eso ayuda a quitar presión a la valoración que le doy a cada situación, disminuyendo las emociones tóxicas como la frustración, la culpa, el rencor, entre otras. 

Tercero y último, entregar a Dios las cargas como aconseja el Salmo 55:22: “Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre”. En otras palabras, dejar a Dios ser Dios, sabiendo que donde termina mi circulo de influencia, comienza el de Dios.