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La familia de tránsito que encontró su propósito

La familia Tombolini decidió ser hogar de tránsito hace nueve años cuando se percataron de la necesidad que había en los niños que estaban en una situación vulnerable esperando ser adoptados. Sandra vio la oportunidad de amar incondicionalmente, entonces llevó la idea a sus hijas y su esposo Poly quienes se sumaron al desafío de arropar a chicos sin casa. En casi una década ayudaron a más de ocho menores.

La primera experiencia fue con una bebé de quince días que la mamá había dejado abandonada y aunque solo la tuvieron dos meses Sandra relata que «la asistente social la devolvió con su madre por orden del juez y nosotros quedamos destrozados. Porque la amamos desde el minuto uno que la tuvimos en nuestros brazos.» Rizzo hace una pausa breve, cómo tragando saliva cuando se te hace un nudo en la garganta y continua » mi marido nos había dicho – esto duele mucho, ¿seguimos o paramos? Los cuatros respondimos – Seguimos a morir con esto».

La familia sintió que no era suficiente ayudar de a un bebé por año y comenzaron a soñar con la posibilidad de tener una fundación que se dedique a difundir, conectar y ayudar a niños en procesos de adopción. Sandra rememora que «en ese momento no había organizaciones cristianas que fueran hogares de tránsito, de hecho, por mucho tiempo estuvimos involucrados en una ONG católica abocadas a servir al más indefenso».

Sandra Rizzo explica «Dios me dio en sueños el nombre de la fundación Besando Ángeles y la gente que tenía que colaborar, las estrategias y así se fue dando todo tal cual el Señor me mostró». Además, amplia de manera entusiasmada «nos empezaron a invitar de las iglesias para contar el proyecto y fuimos creciendo a pasos agigantados en tan solo un año, hoy contamos con abogados, secretarias, contadores».

La directora de la ONG anima a las familias a perder el miedo de ser un hogar de tránsito por el simple hecho de encariñarse con la criatura y sufrir cuando el bebé encuentre una familia definitiva. Esta organización ayuda a las familias a transitar esta maravillosa experiencia que enriquece la vida del niño cómo la de los hogares que los arropan por un breve tiempo. «No te voy a mentir si te duele cuando se van, pero después el sentimiento de haber ayudado a un pequeño reinsertarse en una familia es incomparable, muchos de ellos nos siguen llamando, invitando a sus cumpleaños y visitando».

No son muchos los requisitos que se necesitan para poder ser un hogar transitorio. Algunos de ellos no estar anotado en el registro de adopciones, no tener antecedentes penales ni deber cuota alimentaria. Se pueden inscribir personas de hasta 60 años de edad y deben estar radicado en la provincia de Buenos Aires. Una de las recomendaciones es ser padres para tener mayor experiencia a la hora del cuidado de los niños.

Muchas familias o personas no pueden tal vez ni ser adoptantes u hogares de tránsito, pero si pueden colaborar de diversas maneras. Donando dinero, tal vez siendo familia de apoyos, quiénes se dedican a cuidar a los niños un fin de semana o algunos días en caso de un viaje o emergencia médica entre otras cosas, o artículos para bebés, conectar con empresas que puedan proveer de diferentes recursos cómo pañales, leche o ropa. El abanico es amplio para todo aquél que se encuentre limitado en ser un hogar de tránsito.

Conocé más de la fundación Besando Ángeles:

Redacción
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