Adoración es una palabra que por mucho tiempo se relacionó con la música cristiana. 

A veces podemos escuchar a alguien decir: «qué hermosa adoración», «cantemos de nuevo esta adoración». Lo mismo sucede cuando usamos la palabra adorador. 

Desde los 20 años he tenido la oportunidad de ministrar con la herramienta de la música en muchas congregaciones y, al finalizar el tiempo de reunión, algunas personas agradecidas se acercaban diciéndome: «Sos una gran adoradora» o «vos que sos adoradora, ¿qué consejo me darías para tal cosa?» y mi respuesta siempre era la misma: «Todos somos adoradores, sólo asegurémonos de estar adorando al que se lo merece». 

Un verdadero adorador no es quien canta o toca un instrumento musical. No tiene que ver tanto con lo que hacemos sino con otros aspectos que iré desarrollando.

Todos nacimos con la misma necesidad

La realidad es que todos nacimos con la necesidad de adorar. Entonces la pregunta más importante no sería si somos adoradores o no, sino a quién le damos nuestra adoración. Si decimos adorar a Dios, entonces existe un tipo de adoración que a Dios le agrada, la adoración en espíritu y en verdad. 

En Juan 4:23-24 dice: “Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”. 

¿De qué depende si soy un adorador como los que Dios busca o no? Voy a dar una respuesta corta y simple basada en Mateo 22:37: Depende de nuestro amor y obediencia al Padre. El amarlo con todo nuestro ser desata en nosotros un corazón obediente y la obediencia es esa adoración que Dios busca y recibe como una fragancia exquisita la cual no puede resistirse. 

En 1 Samuel 15:22 dice: “Pero Samuel respondió: ‘¿Qué es lo que más le agrada al Señor? ¿tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros’”. 

Es decir, que podemos asistir regularmente a una congregación, estar sirviendo en alguna área de una manera excelente, ejercer un ministerio exitoso y tener dones espirituales activos y en funcionamiento, pero si todo lo que hago no proviene de un corazón que ame a Dios, es decir, que escuche su voz y le obedezca, entonces fallé. Puedo ser el médico más prestigioso y renombrado, pero si Dios me pidió ser contador, no estaría amando, ni obedeciendo, por lo tanto, no estoy adorando en espíritu y en verdad. 

Muchos podrían preguntarse en este momento: ¿Cómo hago para conocer cuál es la voluntad de Dios y así poder obedecerla? ¡Uy! De esto podríamos sentarnos a charlar por horas. Pero intentaré ser sintética con la siguiente frase: «No podemos adorar a quien no amamos y no podemos amar a quien no conocemos».

Les daré una ayuda práctica según mi experiencia: CONOCERLO A ÉL ES CONOCER SU VOLUNTAD PARA MI VIDA. 

Si quieren conocer el propósito que Dios tiene para sus vidas, entonces tenemos que acudir a la fuente, es decir, a Él mismo. No existe otra manera. Él nos ha creado, entonces Él sabe muy bien para qué nos creó. Evitemos perder el tiempo y la energía buscando en fuentes incorrectas, mejor vamos a quien nos pensó y diseñó. 

Podemos comenzar con charlar con Él, como lo haríamos con ese amigo de confianza al que le podemos contar y confesar todo. Pasar tiempo con Él, no el tiempo que nos sobra, sino ese tiempo que damos a lo que más amamos. Podemos pedirle al Espíritu Santo que nos ayude cada día a conocerlo más, que nos revele sus pensamientos, su esencia, su corazón, aquello que le agrada y lo que no.  

No nos conformemos con haber leído algo acerca de Dios, con escuchar canciones que hablen de Él, o prédicas que te cuenten de su maravillosa persona. Busquemos vivirlo y experimentarlo, y vamos a percibir que, al conocerlo más, más vamos a saber quiénes somos nosotros en Él y cuál es el plan que ya predestinó para la vida de cada uno de nosotros.

¿Qué sucede cuando no tengo ganas? 

Hemos escuchado muchas veces que la adoración no depende de nuestras ganas, debemos adorarle, es decir, amarle y obedecerle, porque Él es digno de recibirla y punto. Pero… ¿qué hay de esos días en los que parece que un camión con acoplado cargado de yunques aplasta ese querer y ese hacer por su buena voluntad? La verdad es que les mentiría si les digo que todos los días de mi vida tengo las ganas y la voluntad. No siempre vamos a tener ganas, de hecho, se nos van a presentar muchas batallas de argumentos en la mente. 

No vamos a lograr adorar en espíritu y verdad desde nuestra naturaleza humana, solo es posible desde su naturaleza divina creciendo en nosotros a medida que vamos muriendo. 

Debido a su naturaleza, un manzano solamente dará manzanas, entonces cada vez que nuestra naturaleza humana quiera llevarnos por delante, acudamos a nuestro ayudador: “Espíritu Santo, me rindo. Yo no puedo hacerlo porque mi naturaleza humana se opone, enséñame a adorar como el Padre merece ser adorado. Enséñame a morir a mí, para que ya no viva yo, sino que Cristo viva en mí. Jesucristo, te ruego que adores en mí, ama en mí y obedece en mí. Yo no me resisto. Dejo que puedas expresar tu naturaleza divina en mí con libertad y aunque mi carne se quiera oponer y mis argumentos quieran salir a la batalla, yo los llevo cautivos a la obediencia que está en ti. No dejes de crecer en mí”. 

Nuestras fuerzas humanas se agotan, nuestras buenas intenciones un día cambian de parecer, en cualquier momento colapsan, pero el Espíritu que vive en nosotros jamás. Él está dispuesto a guiarnos si nos dejamos guiar, a seducirnos si nos dejamos seducir y a convencernos si estamos conectados a Él y atentos a sus señales. Miremos esos días como grandes oportunidades para morir a nosotros mismos, a nuestras formas, a nuestras ganas, a nuestra humanidad y dejemos que Él nos renueve y haga que Cristo tenga esa oportunidad de crecer y expresarse en nosotros y a través de nosotros. 

SI ADORAR ES AMAR Y OBEDECER A DIOS ¿CÓMO PUEDO COMPROBAR LA VOLUNTAD DE DIOS PARA CORRESPONDERLE? 

La respuesta está en Romanos 12: “Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo. No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”.

  1. Nuevamente se nos pide entregar todo nuestro ser, no solo una parte, sino todo. 
  2. Ser sacrificios vivos y santos. 
  3. No imitar las modas o tendencias de este mundo corrupto que constantemente nos está ofreciendo un catálogo inmenso de dioses con el objetivo de que dejemos de adorar al único digno y merecedor.
  4. Dejar que Dios nos transforme en personas nuevas al cambiar nuestra mentalidad corrupta por la suya. Esto es todos los días.

Cuando la mente de Cristo comienza a operar en nosotros, somos transformados cada día y así es como comprobamos su voluntad que es buena, agradable y perfecta.  Ahora solo depende de tu obediencia y para eso pondré el ejemplo más perfecto de la historia de la humanidad. Jesús vino a la tierra para cumplir un propósito, para que eso se consumara tuvo que pasar por mucho dolor, humillación y por la misma muerte. ¿Cómo Jesús pudo conocer ese plan?

Veamos Juan 5:19: “De cierto, de cierto os digo: no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, esto también lo hace el Hijo de igual manera”. Para que un hijo pueda imitar lo que un padre hace, necesita verlo, y para verlo necesita estar con Él siempre. Ahora nos preguntamos ¿cómo pudo ser obediente a pesar de saber de la copa que bebería? Pudo obedecer porque tenía claro que había venido para hacer la voluntad de Su Padre y no la suya propia. Él hizo lo que nos enseñó: negarse a sí mismo.

Ahora solo deja que el Espíritu Santo escudriñe tu corazón a fondo, no te escondas de su luz. Porque el único objetivo de esa luz es eliminar la oscuridad. Si hoy y todos los días de tu vida entregas al Padre el gobierno de toda tu vida y dejas que él transforme tu mente, comenzarás a experimentar un nuevo tiempo. Luego tus hábitos, costumbres, expresiones, palabras, pensamientos, emociones, voluntad y actos estarán honrando a Papá y estarás destilando para Él la esencia de un verdadero adorador.

Sabrina Carrizo
Descubrió su pasión por el canto desde muy temprana edad. Ama escuchar lo que Dios quiere hablar y hacer de ello un contenido útil y versátil para bendecir a otros a través de distintas expresiones como la escritura, pintura, composición de canciones, etc. Es coach vocal, cantautora y sesionista. Líder y directora de alabanza en la iglesia Vida Plena, maestra de la palabra en materias ministeriales del instituto Canzion Córdoba. Es de ayuda para otras congregaciones las cuales cuentan con su ministerio para la edificación del cuerpo de Cristo.