Un notable crecimiento cristiano está teniendo lugar en comunidades remotas de Kazajistán, especialmente entre los uigures, un pueblo de origen musulmán con una herencia religiosa de más de mil años. En los últimos años, se han multiplicado los testimonios de personas que aseguran haber tenido encuentros sobrenaturales con Jesús a través de sueños, lo que ha desencadenado profundas transformaciones en sus vidas y creencias.
Uno de los testimonios más impactantes es el de Gulnisa, una mujer que durante cinco años padeció una enfermedad crónica. Tras agotar todos los recursos disponibles dentro del islam tradicional, incluyendo prácticas religiosas y el consejo de líderes espirituales, vivió una experiencia que cambió su vida: “El propio Jesús vino hasta mí en un sueño y me sonrió”, relató.
Movida por esta experiencia, buscó información en internet, reconoció su rostro en imágenes y decidió acercarse a una iglesia doméstica local.
Estas pequeñas iglesias están creciendo en el este del país gracias a la labor persistente de misioneros y líderes cristianos como Marat y Nurlikiz, quienes dejaron su hogar en el oeste de Kazajistán para compartir el Evangelio entre los uigures.
“Cuando nos mudamos, quedamos en shock, pero oramos y escuchamos la voz de Jesús: ‘No lloren, yo les daré fuerzas. Hagan lo que les pido’”, contó Nurlikiz sobre los difíciles comienzos.
Actualmente, unas 12 personas se congregan regularmente en una aldea donde el cristianismo está empezando a echar raíces. Evangelistas como Gulbakhram recorren casa por casa llevando el mensaje de Jesús. “Cuando hablo con las personas, el Espíritu Santo está trabajando. Soy grato a Dios por esa dádiva preciosa”, compartió con emoción.
Este crecimiento del cristianismo entre los uigures es particularmente significativo debido a la fuerte tradición islámica que ha marcado su historia durante siglos. Sin embargo, muchas de las conversiones recientes han sido impulsadas por sueños con Jesús, visiones personales y el trabajo constante de misioneros y familiares creyentes.
Según datos locales, en Kazajistán viven alrededor de 300.000 uigures, de los cuales cerca de 300 han abrazado la fe evangélica. Muchos habitan en regiones montañosas y de difícil acceso, cerca de la frontera con China, donde la persecución religiosa y la presión social hacen aún más desafiante la vida cristiana.
Uno de los que ha sido testigo del crecimiento espiritual en la región es Wally Kulakoff, misionero australiano-estadounidense con raíces familiares en Kazajistán:
“Cien años después vuelvo y veo que los uigures están conociendo a Dios, lenta pero metodológicamente, y Jesús aparece entre ellos”, expresó.
En reuniones celebradas cerca de la frontera entre Kazajistán y China, creyentes y misioneros oran juntos, conscientes de que este despertar espiritual entre los uigures recién comienza. Su anhelo es claro: que cada uigur escuche el mensaje del Evangelio y experimente la transformación que solo Jesús puede traer.