El surfista profesional nacido en Bahía Formosa, Brasil hace 28 años. Su sueño comenzó cuando tan solo era un niño, cuando imaginaba surfear usando la tapa de la caja de poliestireno que tenía su padre, hasta que en 2021 se coronó como el primer campeón olímpico en la historia del surf, luego recibió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, y reveló “Dios ha cumplido mi sueño”.

Pero todo tiene un inicio, y el del brasilero es prácticamente como el de una película, Ítalo fue descubierto por un cazatalentos del surf brasileño en la ciudad de Natal, cuando este iba a ver a otro joven surfista promesa pero Ferreira se encontraba entrenando en el mar en ese momento.

“Vi a un niño haciendo un 360 en el aire. Y después otro. La competición empezaba dos días más tarde y pregunté a la gente quién era ese chico. “Se llama Ítalo”, explicó Luiz Campos, su descubridor, en una entrevista con la World Surf League. En ese momento tan solo tenía 12 años pero ya demostraba sus dotes

Su familia era muy humilde. Su padre era pescador y su madre desarrollaba labores en una posada. Fue gracias a sus primos que logró tomar contacto con las tablas.

Ya como un surfista profesional. Nacido en Bahía Formosa, Brasil hace 28 años. Su sueño comenzó cuando tan solo era un niño, cuando imaginaba surfear usando la tapa de la caja de poliestireno que tenía su padre, hasta que en 2021 se coronó como el primer campeón olímpico en la historia del surf, luego recibió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, “Dios ha cumplido mi sueño”.

“Vengo de un lugar donde pocas personas creen que sus sueños se puedan hacer realidad. Así que este título es para ellos, para que les sirva de inspiración y como prueba de que Dios puede mover montañas y hacer cosas imposibles con nuestras vidas, decía Ferreira, en una entrevista con Euronews, luego de transformarse en campeón mundial del surf en 2019.

Tras lograr el título mundial, Ítalo fue recibido como un verdadero campeón en su ciudad, llevó su trofeo por toda Natal en una caravana. Pero en medio de la emoción y la euforia, al momento de pasar frente a una iglesia, detuvo el desfile para llevar el premio al altar. En ese momento, el surfista se arrodilló y oró. “Vino al altar para agradecer a Dios”, dijo el pastor de la Iglesia.

Llegaron los Juegos Olímpicos y Ferreira tenía que revalidar el título mundial conseguido y tener un gran rendimiento en la competencia, avanzó las primeras rondas enfrentándose a grandes surfistas, llegó a cruzarse con Gabriel Medina, mismo contrincante al que le había ganado la final del mundial hacía pocos meses atrás.

Finalmente se enfrentó en la gran final a Kanoa Igarashi, y luego de una instancia muy reñida, el brasilero logró sobreponerse por encima del japonés, consiguiendo así la primera medalla de oro olímpica. El Señor cumplió el sueño del pequeño Ítalo que practicaba con cajas y tablas prestadas.

“Llegué a Japón con una frase: di amén que viene el oro. Esta frase está al lado de mi cama, todos los días oré a las 3 de la mañana, le pedí a Dios que hiciera realidad este sueño y aquí está, mi nombre en la historia del surf”, confesó.

Además agregó, “He entrenado mucho en los últimos meses, y Dios ha cumplido mi sueño, sólo tengo que dar las gracias a Dios por darme la oportunidad de hacer lo que me gusta. Este soy yo, me metí en el agua, sin presión, haciendo lo que me gusta”, dijo entre lágrimas para los medios luego de conseguir la medalla.

El oro de Ítalo fue, hasta ese momento, la quinta medalla ganada por Brasil en los Juegos de Tokio. Finalmente los brasileros cosecharon 21 en total.