La influencia es la capacidad de producir un efecto en otros, efecto que puede llegar incluso a causar cambios en la conducta de los que reciben esa proyección.
Una palabra que últimamente se escucha muy a menudo es “influencer” y hace referencia a personas que tienen llegada a mucha gente, principalmente por medio de las redes sociales. A través de estos medios marcan tendencias en comportamiento, modas, ideologías, consumo etc. en aquellos que los “siguen”. Es decir, generan una influencia en los demás.
¿Pero sabes qué? Cada una de nosotras es una influencer, y no estamos hablando de la cantidad de seguidores que tengas en Instagram o amigos en Facebook o reproducciones en videos de Tik Tok. Tal vez ni siquiera utilices estas redes sociales, pero de todas maneras sos una influencer.
Si bien éstas pueden ser excelentes herramientas para inspirar a otros, y es muy bueno aprovecharlas de manera correcta, hay una forma de influencia que todas ejercemos cotidianamente, aunque muchas veces no somos conscientes al respecto.
Toda persona es tanto agente como sujeto de influencia. En otras palabras, todos tenemos el poder de generar un efecto en los demás y también recibimos el influjo de otros. Es un camino de dos vías y debemos estar atentas en ambas direcciones, porque de esto va a depender nuestra calidad de vida y la de quienes nos rodean.
El poder de sugestionar se da por el contacto, por la conexión y es directamente proporcional al tiempo que compartimos con alguien o nos exponemos a alguna situación. Como dice el dicho popular: “dime con quién andas y te diré quién eres”. Generalmente pensamos en este dicho con una connotación negativa, pero es válido pensarlo en un sentido positivo. No sólo es válido sino necesario, porque de esta manera podemos ser intencionales a la hora de ver a quiénes permitimos ser una influencia para nuestra vida.
La Biblia expresa este concepto de esta manera: “El que con sabios anda, sabio se vuelve; el que con necios se junta, saldrá mal parado”, Proverbios 13:20 NVI. Así que, debemos prestar atención y ser cuidadosas en los dos sentidos que tiene este camino de la influencia. Por un lado, relfexioná sobre las personas que te rodean, aquellas con las que más tiempo compartís. ¿De qué clase de personas te estás rodeando? ¿Qué tipo de amistades estás eligiendo? Pensá qué efecto producen en vos sus palabras, actitudes y tratos.
Si bien es cierto que hay personas con las que debemos compartir tiempo sin haberlas elegido (familiares, compañeros de trabajo o estudio) y que tal vez no sean una buena influencia para nosotras, siempre es posible elegir amistades y referentes en los que vemos cualidades que tendrán un efecto positivo en nuestra vida. A esto nos impulsa el proverbio citado anteriormente, a ser intencionales en elegir las personas con las que nos relacionaremos, teniendo en cuenta el efecto que causarán en nosotras.
Buscá rodearte, relacionarte y cultivar amistad con personas que agreguen valor a tu vida, que te impulsen y que te animen.
Y, por otro lado, pensá en qué clase de influencia estás siendo para los demás, sobre todo en aquellos que más tiempo comparten con vos, y que por lo tanto se van a ver más afectados por el poder de lo que infundes. ¿Qué efecto producen tus palabras, actitudes y tratos en ellos?
Sabé que todo aquello que logres mejorar en tu vida, en tu carácter, en tu manera de comunicarte con los demás y en las decisiones que tomes, obviamente mejorará tu calidad de vida. Pero no sólo eso, sino que también mejorará la calidad de lo que inspiras a los demás. Y en esto también debemos ser intencionales y procurar ser esas personas que agreguen valor, que impulsen y animen a otros.
Así que te animo a:
- Rodearte de buenos “influencers”, aquellos que te lleven a mejorar y crecer.
- Procurar ser esa buena “influencer” que los que cada día comparten con vos necesitan para avanzar hacia su potencial.