La nueva normativa estadounidense elimina las protecciones para los trabajadores de la salud que se oponen a realizar esta práctica por motivos de conciencia.
La gobernadora del estado norteamericano, Michelle Lujan Grisham, promulgó el viernes un proyecto de ley que deroga la prohibición estatal a la interrupción del embarazo que se había dictado en 1969. Si bien la normativa quedo suspendida cuando la Suprema Corte de Estados Unidos votó en favor del derecho al aborto en 1973, el nuevo dictamen le quita todo tipo de protección a los hospitales y a los médicos que se nieguen a realizar dichas prácticas por razones morales o religiosas.
La firma de Grisham anuló un párrafo completo de la ley que establecía que los hospitales no están obligados a «admitir a ningún paciente con el propósito de realizar un aborto». Además, dejó indefensos a los trabajadores de la salud al desestimar la sección que postulaba «cualquiera que se oponga a la interrupción médica justificada por motivos morales o religiosos no estará obligado a participar en procedimientos médicos que resultarán en la interrupción del embarazo».
Elisa Martínez, directora ejecutiva de la Alianza por la Vida de Nuevo México, después de que fue votada a favor por la Cámara criticó “es un día triste para Nuevo México, ya que un puñado de legisladores radicales tuvo que engañar al público sobre la verdadera naturaleza del proyecto de ley de aborto más extenso de la nación para aprobarlo apresuradamente”.
El “Proyecto de Ley del Senado 10”, que despenaliza esta práctica, fue aprobado por la Cámara de Representantes del Estado y el Senado, antes de ser promulgado por la gobernadora demócrata. Luego de firmar la nueva norma, Grisham sostuvo “una mujer tiene derecho a tomar decisiones sobre su propio cuerpo”.
La ley derogada prohibía el aborto, pero incluía excepciones en casos puntuales en los que la gestación sea fruto de una violación o de un incesto. Además, la normativa aprobaba la práctica siempre y cuando la vida de la madre estuviera en riesgo.