El hecho de seguir parado firme cuando todos los demás han caído requiere una paciencia sufrida. Ésta es, posiblemente, la característica particular más importante de un gran líder.
Efesios 6: 13, 14 “…y estar firmes, habiendo acabado todo. Estad, pues, firmes…”.
Cuando leemos la historia de “los héroes de la fe”, en Hebreos 11, somos impactados por este hecho: aquellos que recibieron los elogios más elevados fueron los que usaron su fe para soportar pacientemente dificultades y privaciones extremas.
El registro escrito de tales héroes es asombroso: “Algunos confiaron en Dios y fueron atormentados aceptando la muerte antes que darle la espalda a Dios y ser libre; otros experimentaron vituperios y azotes; y a más de esto prisiones y cárceles; fueron apedreados, aserrados, tentados, muertos a cuchillo; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno” (Hebreos 11:35-38).
¡Qué hombres y mujeres más dinámicos fueron esos! ¿No desearía ser como ellos?
¿Quién nos prueba y examina?
¿Quién trae las pruebas y las tribulaciones a las vidas de los cristianos? ¿Es Dios o el diablo? El pensamiento popular es culpar al diablo de todo dolor o sufrimiento experimentado por los cristianos. Y algunas veces sí, el diablo está envuelto en nuestras pruebas y tribulaciones.
Sin embargo, el Rey David tenía un punto de vista diferente respecto a la fuente de las pruebas que suelen venir sobre los líderes que están en preparación para el servicio de Dios. “Jehová prueba al justo…” (Salmo 11:5).
Todos podemos glorificar a Dios por el hecho de que la mayoría de las veces no estamos tratando con el diablo en nuestras pruebas y tribulaciones. Estamos tratando con Dios, o con nuestras propias malas obras.
Los sufrimientos de Job
Job tuvo que elegir entre aferrarse a su sufrimiento o aferrarse a Dios.
“Incluso aunque me lavara con jabón y limpiara mis manos con lejía, me hundirías en un pozo lleno de lodo, y mis propias ropas sucias me odiarían. Dios no es un mortal como yo, por eso no puedo discutir con él ni llevarlo a juicio. Si tan solo hubiera un mediador entre nosotros, alguien que pudiera acercarnos el uno al otro. Ese mediador podría hacer que Dios dejara de golpearme, y ya no viviría aterrorizado de su castigo. Entonces podría hablar con él sin temor, pero no puedo lograrlo con mis propias fuerzas” (Job 9: 30-35)
- “El mediador”: Es una forma de descubrir y profetizar a Cristo.
- Job necesitaba el mediador que sería Cristo para que intercediera frente a Dios.
La Biblia nos dice que el diablo obtuvo el permiso de Dios para probar a Job (Job 1). Note que Job nunca culpó al diablo. Él dijo:
Aunque Job estaba siendo atacado por Satanás, él estaba tratando con su Dios, y no con el diablo. Él rehusó darle reconocimiento al diablo en algunas de sus pruebas y tribulaciones.
“Es consolador saber que Dios está de nuestra parte. Cuando nos colocamos en Sus manos, nunca nos abandona, sin importar las circunstancias”.
“No os ha tomado tentación [prueba] sino humana, más fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar…” (1 Corintios 10:13).
“Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, es a saber, a los que conforme al propósito son llamados” (Romanos 8:28).
Pedro nos dice: “… no os maravilléis cuando sois examinados por fuego, lo cual se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese” (1 Pedro 4:12).
Jesús dijo: “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:10).
Pero en cada una de ellas Cristo por medio de su Espíritu Santo está con nosotros.
En las Escrituras son varios los pasajes que nos comparan con las águilas. Dios nos enseña, por medio de toda la creación, cual debiera ser nuestro carácter y manera de conducirnos, por eso en la segunda parte de esta nota detallaremos características específicas de nuestro crecimiento espiritual en Cristo y cómo se asemeja al comportamiento que tienen estas maravillosas aves.