Ya sea como para los recién llegados o aquellos que llevan un largo tramo en el camino del Evangelio, todos hemos escuchado alguna vez sobre el concepto de oír la voz del Creador.
En la Biblia encontramos varias historias donde hombres y mujeres, en diferentes circunstancias, experimentaron este tipo de relación divina en la que no solo recibían instrucciones sobrenaturales, sino también conversaciones. ¿Qué tenían de especial aquellas personas como para recibir la atención de Dios de esa forma? ¿Acaso es algo a lo que nosotros podemos aspirar? ¿O simplemente se trata de un hecho histórico aislado, propio del Antiguo Testamento del que ya no formamos parte?
Dallas Willard fue un aclamado filósofo tanto dentro del ámbito académico como fuera de él. En sus escritos podemos vislumbrar cierta pedagogía propia de su experiencia como educador. Es capaz de hablar de asuntos sumamente complejos de una forma sencilla y transmisible a todos. Autor de La Divina conspiración y El Espíritu de las disciplinas, entre otros títulos igualmente conocidos en la literatura cristiana, Willard también fue traductor y padre de familia.
“Las personas están hechas para vivir en una continua conversación con Dios, hablando con Él y escuchando”.
Dallas Willard en Escuchar a Dios
La comunicación, incluso en estos tiempos en que la tecnología avanza segundo a segundo, puede resultar algo no tan sencillo. Si entre las personas tenemos este tipo de problemas ¿Cómo podríamos en nuestra humana condición acercarnos a Dios con las mismas pretensiones? La Biblia asegura en Juan 10:4 que “las ovejas” (nosotros) “lo siguen” (a Jesús) “porque reconocen su voz”. Pero en medio de la confusión y temor a equivocarnos, podemos limitar nuestra vida espiritual a tan solo sensaciones. Cuando lo que Dios nos regala va mucho más allá de eso.
El autor asegura que muchas veces son nuestras mismas intenciones equivocadas las que nos llevan hacia una vida espiritual insípida de monólogos y solo instantes fugaces de avivamiento. Una imagen equivocada de quién es Dios, irremediablemente, provoca insatisfacción. Porque si fuimos creados para vivir una amistad con Él, no deberíamos conformarnos con menos. La conversación diaria es parte esencial para cualquier tipo de relación amistosa y siendo Dios el mismo Creador de ellas no tendría sentido que fuera diferente con Él.
El libro “Escuchar a Dios: cómo desarrollar una relación con Dios basada en la comunicación” retoma un principio divino que muchas veces ha sido mal utilizado por líderes espirituales tanto como por la misma iglesia: la Palabra de Dios puede y debe ser individualizada en el diario vivir del cristiano.
Así como ofrendar y evangelizar nos resulta algo obvio ¡Lo mismo debería ocurrir con esto! Aunque intenten tildarnos de excéntricos o locos, a menos que hagamos propias todas aquellas cosas que los personajes de la Biblia experimentaron jamás sabremos qué tan cerca Dios nos quiere de Él.
“Dios podría haber creado un mundo de robots en lugar de personas libres que lo aman y comprenden su participación en el Reino y en sus trabajos”.
Dallas Willard en Escuchar a Dios
Willard asegura: “Es posible convertirse en un experto de la doctrina bíblica y no tener iluminación espiritual”. ¿Y no es acaso esto lo que sucedió con los fariseos? No quisieron reconocer la voz del Mesías incluso teniéndole en frente. Sería triste un día notar todas aquellas oportunidades en las que Dios nos habló –porque sin lugar a dudas lo hace- y no supimos escucharle. Pero no importa en qué situación nos encontremos, Dios siempre espera con sus brazos abiertos a quien venga de igual forma hacia Él.
Este mundo podrá tener sus propias definiciones sobre la amistad. Pero nunca sabremos en profundidad lo que es sino hasta el día en que nuestro corazón experimente el deleite de lo que es tener a Dios como amigo. Nada que pudiésemos haber hecho para merecerlo, no hay segundas intenciones en su propuesta. Solo nos queda recibirlo. Y cada día aspirar a ser mejores amigos para con Aquel que nos encontró primero.
- Título: Escuchar a Dios
- Autor: Dallas Willard
- Páginas: 352
- Año: 2016