El concepto de abundancia y de riqueza siempre fue un tema que causó controversias en el corazón de las personas. Para algunas representa una carencia; para otras, poder. Para algunos es un objetivo máximo a perseguir en la vida y otros lo consideran como algo nocivo para su ser, que lo aleja de lo importante. 

Estos sentimientos y pensamientos se encuentran en el subconsciente, y aunque muchos pueden tener una opinión bien formada sobre el tema, sus acciones y decisiones terminarán siendo motivadas por esta profunda idea sobre esos conceptos, independientemente de cuál sea su opinión racional. 

Las malas enseñanzas sobre el tema, la falta de un abordaje serio, la ignorancia y la tergiversación de aspectos relacionados a la fe y a las Escrituras han creado mucha confusión, oscuridad y división, no solamente en los ámbitos religiosos, sino también en toda la sociedad. Hasta el día de hoy, las corrientes ideológicas, políticas y económicas se debaten, en gran medida, desde una concepción concreta sobre la pobreza y la riqueza.

Por tal motivo debemos ser sabios a la hora de exponer sobre este tema, ya que muchos, con el afán de contradecir ciertos errores y atacar las manipulaciones que existen con este tópico, terminan fanáticamente defendiendo y generando posturas que son diametralmente opuestas a la naturaleza y al carácter de Dios y de su Palabra.

Poner a la prosperidad económica como el centro del Evangelio es realmente una herejía, pero también lo es excluir completamente todo lo relacionado a la abundancia. No podemos quitar ni agregar nada a lo que Dios ha dicho, ni debiéramos atrevernos a enseñar sin la guía y dirección del Espíritu Santo.

Desde que el ser humano pecó y fue excluido del Edén, toda su naturaleza fue corrompida, así mismo toda la Tierra fue maldecida (maldita será la tierra por tu culpa”, Gn. 3:17). El temor se apoderó de nuestro primer representante que se vio desprovisto de todo, desnudo y muerto espiritualmente. 

Desde ese momento el egoísmo, la envidia, la avaricia y la codicia, como así también la pobreza, la miseria y la ruina, y demás males relacionados al tema que nos convoca, comenzaron a surcar y florecer en el interior de las personas y a hacerse extensivos a toda la humanidad. 

Es por esto por lo que el asunto de las riquezas y de la abundancia causa tantas contradicciones, al punto de que, en ciertos ámbitos, se enseña que tener abundancia es pecado y que la pobreza es una virtud para “llegar al cielo”.

Pastor Víctor Doroschuk, fundador del Ministerio Vida y Paz.

También están los que enseñan que el Evangelio es un intercambio financiero con Dios, que “mágicamente”, por hacer una especie de trueque con Él, hará llover dinero del cielo que suplirá sus ambiciones.

Tales enseñanzas mantienen a las personas alejadas de la vida espiritual, de la comunión con Dios y de su precioso Reino. El Evangelio es Cristo, es eterno, son buenas nuevas, nos habla de un segundo Adán que es primero en todas las cosas, de nuevas criaturas creadas en Cristo Jesús antes de la fundación del mundo. 

El Evangelio nos revela un Reino incorruptible, trascendente, potente, real. Él es redención, perdón, gracia; es santidad, libertad, gloria, amor, ayuda, protección, paz; es misericordia, transformación, esperanza, autoridad. El Evangelio es expansión, progreso, trabajo, creatividad, sabiduría, bendición, excelencia, solidaridad; es olor de vida para los que se salvan y olor de muerte para los que se pierden. 

Podríamos escribir mil verdades más sobre el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, pues Él es el camino, la verdad y la vida. El diablo vino para matar, hurtar y destruir, mas Cristo vino para que tengamos vida, y vida en abundancia. Esa vida salta en nuestro interior reviviendo el espíritu y regenerando el alma, transformando el corazón y formateando la mente. 

Cuando una persona acepta la salvación y el señorío de Cristo, su Reino y su naturaleza divina se extiende a todas las áreas. De este modo las personas reciben abundancia de paz, de perdón, de gozo, de libertad, abundancia de misericordia, de justicia y de bien. 

De la abundancia del corazón habla la boca

Así enseña la Palabra, por lo tanto, los que recibieron el Evangelio de Jesús hablarán de sus bondades, de sus maravillas y proezas, cantarán salmos e himnos espirituales, llenarán de gratitud su boca y servirán a Dios con un corazón sencillo.

También Dios les otorga el poder para crear, emprender, prosperar y ser diligentes con lo que administran, incluyendo la propia salud y los recursos, según él lo prometió. Porque como está escrito: Y, si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa” (Gálatas 3:29). 

La justicia y obediencia de Cristo nos hace herederos de preciosas y grandísimas promesas, dentro de las cuales se encuentran la del poder y sabiduría para crear riquezas: Recuerda al Señor tu Dios, porque es él quien te da el poder para producir esa riqueza; así ha confirmado hoy el pacto que bajo juramento hizo con tus antepasados” (Deuteronomio 8:18). 

Cuando alguien hable, predique o inclusive ore por algún tema relacionado a las riquezas, debemos juzgar con qué espíritu lo está haciendo y ser sabios a la hora de prestarle el oído. Inclusive en la propia Biblia encontramos una súplica a Dios sesgada por falta de sabiduría. 

Dice Proverbios 30: 8-9: “… no me des pobreza ni riquezas, sino solo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: ‘¿Y quién es el Señor?’. Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios”. Si leemos detenidamente todo este capítulo, veremos que quien hace esta oración se presenta a sí mismo como un hombre rudo, que no tiene entendimiento, ni aprendió sabiduría, ni conoce la ciencia del Santo (Proverbios 30:2-3). 

De modo que, existiendo tanto desconocimiento, engaño y mentiras sobre este tema, no nos dejemos llevar por cualquier viento de doctrina, antes bien, aprendamos a reconocer la voz del Señor y ser guiados por su Espíritu Santo.

La Biblia nos advierte sobre no poner nuestra esperanza en las riquezas, de no ser siervos de ellas, la Escritura nos indica que desechemos la avaricia y la codicia, que es idolatría, y que no debemos dedicarnos a ganancias deshonestas. 

Pastor Víctor Doroschuk, fundador del Ministerio Vida y Paz.

Pero también nos insta a creer, a trabajar, a emprender, a ser sabios y temer a Dios, a ayudar y bendecir al prójimo, a honrar al Señor con nuestros bienes, a honrar a nuestros padres, a poner nuestra confianza en Él, quien nos da todas las cosas, en abundancia, para que las disfrutemos (1 Timoteo 6:17) “Recompensa de la humildad y del temor del Señor son las riquezas, la honra y la vida” (Proverbios 22:4).

Todos estos principios de Reino y muchos otros más hacen que, donde esté un hijo o una hija de Dios que los aplique, allí haya bendición, huya la miseria, se quiebren las maldiciones, se establezca la justicia y se herede la abundancia.

Es tiempo de que el Evangelio se presente tal cual es, y que alumbre a este mundo que está en tinieblas. Es tiempo de que llene cada rincón de la Tierra y que se extienda a cada área de nuestra vida, desde el espíritu hasta los recursos, la salud y las finanzas, porque Dios es grande, sublime, abundante, lleno de favores y de misericordia

Necesitamos un cambio de paradigma, renovarnos en el espíritu de nuestra mente y construir una sociedad con los principios y la Palabra de Dios, que ciertamente tienden a la abundancia en todos los sentidos.

Que el Señor los bendiga, prospere y que tengan salud, así como prospera su alma.