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¿El Evangelio es contextual?

Tim Keller dice “que la contextualización no es —como a menudo se piensa— darle a la gente lo que quiere oír. Más bien se trata de darle a la gente las respuestas de la Biblia a cuestiones sobre la vida que surgen en un momento y lugar específicos, en un lenguaje y una forma que pueden entender y por medio de argumentos contundentes que puedan sentir aun en el caso de que los tales sean rechazados”.

La contextualización adecuada significa traducir y adaptar la comunicación y el ministerio del Evangelio a una cultura en particular sin poner en peligro la esencia y los rasgos del Evangelio mismo. La gran tarea misionera no es otra cosa que expresar el Evangelio a una nueva cultura de tal manera que evitemos que su mensaje se vuelva innecesariamente ajeno a esa cultura y, a la vez, sin quitar ni oscurecer el escándalo y la ofensa de la verdad bíblica.

Cada vez que el Evangelio nos dice que la salvación es gratuita e inmerecida, ofende, pues da a entender que todos hemos fracasado, espiritualmente hablando, de tal manera que la única forma de obtener esa salvación es un regalo. Para quienes piensan que su moral y decencia les da una ventaja sobre los que son menos morales, esto es ofensivo. Otro motivo por el que el Evangelio es verdaderamente insultante es que afirma que Jesús murió por nosotros. Nos dice que somos tan malvados que solo la muerte del Hijo de Dios podía salvarnos. Esto ofende la creencia popular en la bondad innata de la humanidad. También lo hace al decirnos que tratar de ser buenos y espirituales no es suficiente, insistiendo en que ninguna “buena” persona se salvará, sino solo los que vienen a Dios a través de Jesús. Esto ofende la noción moderna de que cualquier persona agradable puede encontrar a Dios “a su manera”. No nos gusta perder nuestra autonomía. Existen muchos motivos más por los que el Evangelio siempre ofenderá, porque revela que tenemos una necesidad que no podemos satisfacer.

Entonces, un Evangelio contextualizado está marcado por su claridad y atracción, aunque reta la autosuficiencia de los pecadores y los llama al arrepentimiento. Se adapta a la cultura y se conecta con ella, pero a la vez la reta y la confronta. Si fracasamos en adaptarnos a la cultura o si no la desafiamos —si nos contextualizamos en exceso o nos quedamos cortos—, nuestro ministerio no rendirá frutos, porque nuestra contextualización no se hizo bien.

Es necesario y saludable conectarnos a la cultura circundante, pero eso no debe primar sobre los valores y la esencia del Evangelio: el mensaje de la cruz siempre debe ser el centro. Hay que proclamar que la base de la salvación fue lograda por el sufrimiento y el servicio de Jesús —no, por la conquista ni por la destrucción—, y que seguirlo a Él significa sufrir con Él y servirle a Él. Aunque resulte poco apetecible para las personas que quieren que sus vidas sean seguras y cómodas, es el deber de la Iglesia, y eso no debe negociarse.

«El Evangelio no es un mensaje o un grupo de doctrinas religiosas o filosóficas, sino una VIDA: es Cristo».

En el Evangelio, las palabras y el poder se unen. Solo el Evangelio cristocéntrico produce personas e iglesias que atraen a los demás a confiar en Dios. La religión, el moralismo no lo pueden hacer. La verdadera fe del Evangelio opera desde adentro hacia afuera; todo lo que un hijo de Dios produce fluye de lo que existe en el interior para transformar lo exterior. En Cristo no hay divisiones, como lo dice el apóstol Pablo: “no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos” (Colosenses 3:11). Dentro de su Reino, está incluido quien crea en Él, sea de la cultura que fuere.  

“Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano” (Apocalipsis 7:9).

Yonathan Lara
Yonathan Larahttp://www.yonathanlara.com
Yonathan es un joven apasionado por Dios y su propósito. Está casado con Miru Gómez y son padres de Amelie. Son Pastores en la Congregación CTHTN y directores ejecutivos del CEAP, Centro de Entrenamiento de Alta Productividad. Han recorrido más de 95 países enseñando y compartiendo lo que Dios les ha dado por Su Gracia.

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