Todos queremos tener una familia saludable y fortalecida. Es un motivo de oración constante ver a Dios obrar puertas adentro en cada hogar. 

Podemos decir que la familia es el lugar donde echamos las primeras raíces, donde aprendemos valores, se forma el carácter, donde aprendemos a compartir, a relacionarnos con otros, donde aprendemos a reír y a llorar, y hay características de una familia fuerte que podemos trabajar y desarrollar:

1.- Los miembros de la familia están comprometidos unos con otros.

La familia es una unidad y se construye a través de momentos, pruebas, dificultades y transitar cada etapa de los miembros sobre el cimiento de la confianza. Los integrantes de una familia fuerte deciden vivir sus vidas en respaldo el uno del otro.

2.- Pasan tiempo juntos. El amor se traduce en tiempo, momentos de calidad y de atención. En tiempos en que la tecnología y tantos dispositivos han llegado culturalmente a nuestras vidas y han afectado las relaciones familiares, debemos conectarnos con lo que realmente vale: disfrutar tiempo juntos.

3.- Disfrutan de comunicación abierta y frecuente. Se habla todo, ninguna cuestión es irrelevante o inapropiada. Hay confianza y toda opinión se valora.

4.- Se expresan a menudo estímulo y afirmación. Afirmación y estímulo son diferentes, afirmamos lo que las personas son, estimulamos lo que las personas hacen. Ambas son importantes y necesarias, generan una gran seguridad personal. Pregunta para reflexionar: ¿qué palabras estás declarando sobre la vida de tu familia?

5.- Comparten un compromiso espiritual. Hay que tomar tiempo en la semana para orar junto a la familia y reservar momentos personales para orar por la familia.

6.- Disfrutan de libertad y gracia. Cada uno tiene licencia para equivocarse, tener debilidades, sin temor al rechazo o la condenación. En un ambiente basado en la gracia se mantiene el fracaso en perspectiva, de modo que los miembros de la familia tienen la suficiente confianza para recuperarse, crecer y triunfar.

CÓMO TRANSFORMAR NUESTRO HOGAR EN UNA FAMILIA FUERTE

En la carta del apóstol Pablo a los Efesios, hay algunos puntos de acción que podemos usar para transformar el ambiente de nuestra familia y volverla saludable.

1.- Hablemos con la verdad. Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo”, Efesios 4.25. Este es un principio vital. Las relaciones personales se edifican sobre la confianza, y la confianza se edifica sobre la verdad. Cuando se miente, se evade la franqueza o se oculta detrás de una imagen falsa, se debilitan la relaciones personales.

El mentir u ocultar la verdad puede ser destructivo para tu Familia.

 2.- Respétense y ejerzan dominio propio. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”, Ef 4.29-32.

El amor y la verdad naturalmente van juntos. El amor sin la verdad es un engaño; y la verdad sin amor es cruel. Lamentablemente la lengua puede destruir rápidamente lo que el amor cuidadosamente estuvo edificando. Aun sin darnos cuenta y sin querer, la crítica, los insultos, los comentarios degradantes, las peleas y las malas palabras dañan la familia, porque esta forma de hablar ejerce un efecto contaminante en el otro. 

No debemos permitirnos ninguna expresión ni acto de violencia en las relaciones familiares.

En el versículo 32 vemos las palabras benigno, misericordia y perdón. Yo lo resumo en cortesía. Por lo general la cortesía es algo que extendemos a los extraños y olvidamos ejercerla los más cercanos, porque supuestamente ya superamos esta etapa en la relación personal. La próxima vez que tu esposo, hermano, hijo o suegra tenga una actitud errada contigo, respira hondo y responde con cortesía.  

3.- Hacer del perdón un hábito. Lo único que puede restaurar y volver a foja cero la relaciones familiares es la pronta práctica del perdón; es como el botón de «reset» de la computadora, cuando lo aprietas te da la oportunidad de empezar de nuevo, por eso es importante no dejar pasar situaciones que te molestan: perdona, pide perdón. El perdón es de valientes. Perdonar es liberar a una persona de su deuda.

«El que perdona la ofensa cultiva el amor», Proverbios 17:9 NVI

El perdón es una decisión que cuanto más pronto la tomes más efectiva es y más rápido se restauran las relaciones.

Invertimos nuestro tiempo tan valioso en proyectos y tareas importantes, pero hoy esta nota es una invitación para detener la marcha y pensar en tu familia. ¿Será momento de invertir tiempo de calidad en ellos? ¿Será que puedo hacer algo más? ¿Le estamos debiendo una charla, un perdón a alguien de nuestra familia?

Que esta sea una semana para poner en acción los tips y consejos. 

¡Bendiciones!