El dolor en el ser humano ha sido siempre una cuestión delicada de tratar para la iglesia. Tal vez porque algunas enseñanzas contemporáneas han sido  acerca de un evangelio de éxito y felicidad, confundiendo a muchos cuando atravesaban situaciones difíciles.

En Dónde está Dios cuando duele, Philip Yancey, periodista y escritor de larga trayectoria, es una voz autorizada para tratar este tema con gran profundidad y, sobre todo, sinceridad. Ante la clásica pregunta ¿por qué Dios permite el sufrimiento?, el autor nos va a introducir en un apasionante recorrido. 

“Es como si nosotros, en los tiempos modernos, pensáramos que tenemos una esquina en el mercado del sufrimiento. ¿Olvidamos acaso que Lutero y Calvino vivieron en un mundo que no conocía ni el éter ni la penicilina, cuando la expectativa de vida rondaba los 30 años de edad, y que Bunyan y Donne escribieron sus trabajos más significativos estando en prisión y en una sala de cuarentena respectivamente? Irónicamente, los autores modernos, que viven  en una comodidad principesca, que trabajan en oficinas climatizadas y acaparan elíxires en sus botiquines, son los que arden de rabia”. 

¿Qué es lo que dice Dios acerca del dolor? Como  buen periodista, Yancey comienza una investigación acerca del sufrimiento en los cristianos y en el mundo  en general.  Cómo nosotros, como hijos de Dios, podemos dar asistencia a las pruebas más duras que  nuestros hermanos pueden enfrentar. 

Para  empezar, según  el autor, los cristianos solemos tener una idea equivocada acerca del sufrimiento. Y esto resulta en un problema cuando los que no creen nos plantean las injusticias del mundo. Ya que, en ocasiones, quedamos sin respuestas a estos planteos, porque nosotros mismos no  entendemos la razón de por qué pasan las cosas que pasan. 

“Los cristianos, que creen en un creador amoroso, no saben muy bien cómo interpretar el dolor. Muchos cristianos confesaron que el dolor es un error de Dios si, en un momento oscuro y privado, se sintieron contra la espada y la pared. En realidad, Dios debería haber trabajado un poco más y diseñar una mejor manera para que hagamos frente al peligro. Antes me sentía exactamente de esa manera. Ahora, sin embargo, estoy convencido de que el dolor tiene mala prensa”.

El autor nos explica muy bien que, para tener una perspectiva diferente del dolor y entenderlo mejor,  debemos dar una mirada muy de cerca al cuerpo humano. ¿Qué nos está diciendo nuestro cuerpo cuando sentimos dolor? Ese sistema perfecto que el Señor creó para avisarnos que algo no está funcionando bien.  El dolor no es un error sino una advertencia, que trabaja a nuestra disposición en la mayoría de los casos. Nos permite saber si estamos saludables o qué tipo de tratamiento necesitamos.   

Pero, más allá de lo biológico, Yancey nos va a decir que en otras épocas de la historia humana el dolor era parte integral de la vida, formaba parte de lo cotidiano; sin embargo, hoy es una molestia a la que hay que atacar. Hoy impera el confort con elementos que en otros tiempos hubieran sido impensados y que incluso en muchas partes del mundo todavía hoy son inalcanzables.

Antes, la sensación de placer, contraria al dolor, venía como consecuencia de luchar.  Ahora con la tecnología el placer rápido pareciera ser la única opción, y esto puede traer severas  consecuencias.

“Yo, junto con la mayoría de los estadounidenses, tendemos a ver el dolor como una sensación que puede y debería ser controlada con la tecnología. Ese punto de vista distorsionado ayuda a fomentar la idea de que el dolor y el placer son diametralmente opuestos: nuestros estilos de vida nos dicen eso todos los días”.

Philip Yancey

El libro nos dejará bien en claro que en el propósito eterno de Dios no  hay gozo sin sufrimiento y no hay placer sin dolor. Nada que sea significativo en nuestra vida puede  venir sin dificultades. Debemos aceptar el sufrimiento como parte del recorrido y siempre con una actitud de aprendizaje y agradecimiento.

La cultura busca evitar el dolor con drogas o sensaciones rápidas llamadas placeres, pero solo logran autodestruirse más. Viven con culpas y miedos. No logran encontrar la vida de verdad.

“Jesús reflejó sucintamente la naturaleza paradójica de la vida en su declaración más repetida en los evangelios: El que encuentre su vida, la perderá, y el que la pierde por mi causa, la encontrará. Esta declaración contraria a la búsqueda de la autorrealización de la psicología avanzada, que al final no resultó lo suficientemente avanzada. El cristianismo ofrece una visión más a fondo que expresa que la verdadera realización viene, no a través de la realización del ego, sino a través del servicio a los demás”

Philip Yancey ha visto y hablado con personas que sufrieron grandes dolores físicos y emocionales. También ha visto cómo grandes de la fe asisten a estos necesitados, en lugares donde pocos quieren estar, pero ahí encontraron el mayor gozo que los recompensa más que una vida cómoda y tranquila. Vio cómo Dios sana a las almas enfermas y los corazones quebrantados, y entendió que en medio de ese dolor está también la felicidad. 

Para finalizar compartó otra reflexión que nos invita a querer leer todo su libro, “si paso mi vida en la búsqueda de la felicidad a través de las drogas, la comodidad y el lujo, me voy a eludir. La felicidad se aleja de aquellas personas que la persiguen. La felicidad llegará de forma inesperada como un producto derivado, un bono sorpresa por algo a lo que dedique mi vida. Y, lo más probable, tal dedicación incluirá dolor. Es difícil imaginarse el placer sin él”. 

Ficha:

Título: Dónde está Dios cuando duele

Autor: Philip Yancey

Año:2017

Editorial: Peniel