Se me ha pedido una colaboración por escrito en cuanto a nuestro entendimiento acerca de “si los creyentes debieran participar o no en la política” y no creo tener una respuesta simple, rápida y fácil a tal pedido.

Ruego a Dios poder dar a la medida de Sus pensamientos (ya que no es importante lo que yo piense, sino más bien lo que Dios quiere), es por eso que con un alto sentido de responsabilidad y preocupación, sin ánimo de alimentar nuestras diferencias como creyentes en Cristo, me he propuesto a escribir este texto

Años atrás aprendí de un querido hermano y amigo que para armar un rompecabezas necesitaría primero mirar la tapa de la caja, porque en ella encontraría el sentido y lugar de cada pieza. Si permaneciéramos mirando solamente las piezas es probable que nunca respondamos a la imagen que el diseñador vio. Es hora de mirar la tapa de la caja, para que en una clara cosmovisión podamos entender el lugar de cada pieza según la mente de Aquel que lo diseñó perfectamente todo y sin error. Creo que ésta es una hermosa y clara analogía del Plan de Dios revelado en las Escrituras.

Debo confesarles que no me preocupa tanto ni me asombran las diferencias o grietas en la sociedad ya que el mundo vive bajo el gobierno de una mente enemistada. Más peligrosa y dañina me parece la enemistad oculta entre los creyentes, que empeora cuando se usan las Escrituras con el fin, de dar a entender que tales prácticas “son o no la voluntad de Dios”.

Los medios internacionales de comunicación han puesto en evidencia que el aumento de evangélicos en participación política está definiendo las elecciones gubernamentales.

Esto ha prendido las alarmas en otros países, pero, sin ánimo de critica sino de reflexión, les confieso que no estoy muy seguro de que los evangélicos al poder pueden hacer la diferencia, porque los últimos años hemos visto que la misma corrupción, deslealtad, avaricia, egoísmos y apetitos de poder que hay en la política también han sido públicamente vistos en varios de los lideres evangélicos.

“No creo que la salida hacia la transformación esté en los buenos credos religiosos o las buenas intenciones de los creyentes”.

Creo que la esperanza para las naciones está en los que han experimentado un verdadero nuevo nacimiento, en el encuentro personal con el Cristo crucificado y resucitado, los que han recibido y alimentado la vida de Dios en su interior, los que viven en obediencia para responder en humildad y mansedumbre a la voz de Dios conforme a su Propósito Eterno, en quienes Cristo ha sido formado en ellos y son capaces de decir “ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”.

Seguramente usted y yo hemos escuchado muchas versiones y opiniones acerca de que “la iglesia debe participar, o no debe participar en la política”, o “llegó la hora de los cristianos al poder”, “ahora los impíos verán cómo los justos gobiernan”. Pero, aunque estas palabras parecen ser buenas, el espíritu y la actitud son más de lo mismo.

Esto no es ni más ni menos que lo que las Escrituras define como el espíritu del mundo disfrazado en un vocabulario cristiano, recordemos a Jesús cuando les preguntó a sus discípulos “de qué espíritu sois vosotros”. Creo que nos va a costar tener un criterio claro y unido de la misión integral de la iglesia, a menos que nos dediquemos a conocer al Autor, Creador y Formador de la Iglesia.

Permítame con humildad hacer un diagnóstico o análisis crítico de nuestra generación de evangélicos.

Excepto raras excepciones, hemos perdido nuestra identidad, porque siendo la Nación Santa, el Real Sacerdocio, el Linaje Escogido de Dios, teniendo la Constitución inefable e infalible eternamente llamada las Escrituras, nos hemos vuelto la generación más superficial en la Palabra de Dios, la generación más fraseológica y versicular de todos los tiempos, tenemos versículos bíblicos para todo.

“No hemos identificado la mentira de edificar nuestra fe más allá de las perlitas bíblicas”.

Llegar a decir que la política es de Dios o no es de Dios por un versículo bíblico o por algún personaje que estuvo en el gobierno según relatan las historias bíblicas, no es serio, si lo que vamos a plantear es la representación de Dios en asuntos gubernamentales. Tales argumentos pueden servir para el culto, pero no para definir el destino de las naciones, este nivel de improvisación escritural es una verdadera falta de respeto, es un insulto a la mente sabia y eterna de nuestro Creador.

Es una invitación al desastre fundar nuestro credo en un versículo bíblico más que en el Propósito Eterno de Dios en Cristo Jesús. Por esta y otras causas hemos perdido generaciones de creyentes extraordinarios, por malas interpretaciones bíblicas, pero somos “tan santos” que cuando nos damos cuenta de nuestro error pedimos perdón, pero cuánta gente murió sin llevar adelante la razón de su existencia en la tierra.

Permítame traer brevemente varios ejemplos, sin ánimo de juzgar intenciones, sino por el peligro de las malas interpretaciones:

 Los mismos líderes que años atrás dijeron que la mujer no podía ministrar la palabra (afectando el destino de centenares de miles de mujeres) con el tiempo descubrieron que todo fue un problema de interpretación, y con gran humildad pidieron perdón, reconocieron su equivocación y dijeron “ahora sí pueden ministrar”. Mi pregunta es ¿cuántas mujeres murieron sin desarrollar su llamado ministerial por un error de interpretación?

También, en el pasado, si alguno decía tener un llamado al área deportiva, al arte, a la ciencia, a la justicia, a la economía, parecía ser poco menos que un hereje o tratado como tal. Gracias a Dios hoy, en regla general, parece ser un tema resuelto en nuestro medio. Además, para algunos tener creyentes en nuestras iglesias que estén desarrollando estas funciones es de alto prestigio ¿cómo es que de una generación a otra cambiamos tanto?

Permítame volver a la analogía del rompecabezas y la tapa de la caja: Dios tiene un solo propósito y es llenarlo todo de Su Hijo: Dios tiene un solo propósito y este es eterno e inalterable, y, alrededor de éste gravitan millones de asignaciones que colaboran con ese único propósito. Al no ver este propósito eterno revelado en las Escrituras podemos perdernos en los millares de versículos bíblicos hablando a favor o en contra de cosas aisladas que en nada colaboran con el eterno propósito de Dios.

Las religiones, los religiosos y hasta los ateos han usado versos bíblicos por generaciones para justificar los deseos del corazón del hombre, torciendo y acomodando las escrituras a su propio placer. Hombres y mujeres indoctos e inconstantes que tuercen las otras Escrituras, para su propia perdición y lamentablemente de otros.

La Escritura nos ha sido dada para mostrarnos el deseo eterno del corazón amoroso, misericordioso, justo y santo de nuestro Padre celestial, que todo lo que existe fue creado por su Hijo, se sustenta en su Hijo y es para su Hijo. El Padre le ha dado autoridad sobre todas las cosas a su Hijo por causa de su obediencia hasta la muerte y muerte de cruz, y además, le ha dado la Iglesia que tiene la forma y la figura de una esposa que es sinceramente fiel a su marido, para que colabore en todo con Él, como su ayuda idónea. Esta Iglesia es fiel al Señor y jamás se casará con el Estado humano, porque ya está casada con Cristo.

Esta Iglesia fiel, con carácter de Estado divino, representando como Embajadores de Cristo el Reino de Dios, estará en medio del Estado humano expresando fielmente a su Señor en todo.

Para la Iglesia fiel a su Amado los ambientes no pervierten su lealtad, ya que los ambientes solo exponen la realidad del interior de aquellos que entran. Decir que la política corrompe (con mucho respeto lo digo), es un grave error de interpretación, es verdad que la política es un lugar público de mucha presión, pero la presión lo único que hace es sacar hacia afuera lo que está en el interior. Si hay integridad lo que saldrá en la presión es integridad.

«De las Escrituras aprendemos que los lugares buenos o malos no corrompen, sino la comida espiritual que comemos, de quién aprendemos y a quién obedecemos».

Adán y su esposa estaban en el huerto del Edén (imposible encontrar un lugar mejor) y aun así se corrompieron por dejarse discipular por la serpiente, pero Jesús estando en el desierto con un ayuno de 40 días en toda clase de incomodidad no se corrompió con las propuestas de Satanás.

En estos años hemos visto con dolor que algunas personas que vivían en un auditorio cristiano 24/7 escondían una vida perversa y corrupta. Sin embargo, el profeta Daniel estuvo en Babilonia con sus amigos, y no solo no se corrompieron, sino que hasta convirtieron a la fe en Dios a un emperador genocida. Babilonia nunca desvirtuó la lealtad de Daniel y sus amigos, al contrario, fue una oportunidad divina de que alguien estuviera allí para dar testimonio del gobierno divino y superior al del propio rey Nabucodonosor. 

Declaraciones de Nabucodonosor como estas afirman esta realidad: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes… ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación… y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades… Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? Ahora yo, Nabucodonosor, alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia.

El ámbito perverso de Babilonia no solo que no pudo con ellos, sino que el sistema fue estremecido y su gobernante quebrantado reconociendo a Dios por la lealtad y obediencia que ellos mantuvieron.

Así es de fiel y poderosa (y aún más todavía) la Iglesia que sale del costado de Jesucristo en la cruz. Es incorruptible y las puertas del Hades no la pueden detener, esta Iglesia solo existe para responder en obediencia y en amor a su Hijo, y no a los intereses egoístas de los hombres.

Las iglesias o ministerios que salen de los deseos humanos, las ideas humanas y los propósitos nacidos de su justicia humana, son como trapos de inmundicia para Dios y sin dudarlo los tales se casarán con el mejor postor que aparezca en su camino. 

Deseo de todo corazón que podamos migrar de la pregunta trivial si la Iglesia o los creyentes deben entrar o no en política, y podamos pasar a preguntas más maduras: ¿De qué lado de la cruz están los que desean entrar? ¿Para qué quieren entrar, para resolver los problemas de los hombres rebeldes a Dios, o para llenarlo todo de la verdad, del amor y la justicia de Cristo? ¿Cuál es la naturaleza gobernante de los creyentes que desean entrar para gobernar? ¿Quién confirma y aprueba que los candidatos estén hablando y andando en la verdad?

Verdaderos embajadores de Cristo

Quisiera referirme en el final de este escrito a los creyentes santos aprobados por Dios, por causa de la vida que llevan de integridad en sus casas, familias, trabajos y congregaciones. Estos están siendo introducidos en diferentes sistemas, enviados por Dios al campo misionero de la política a través de sus autoridades y la Iglesia, para producir un cambio en la historia de las naciones. Santos que dignifican su función pública viviendo como verdaderos embajadores de Cristo.

No son oportunistas, ni se meten en política para salvarse financieramente, ni buscan acomodarse con los gobernantes de turno para recibir algún beneficio, tampoco están probando con una votación electoral para ver si se dedicarán o no el resto de sus vidas a la política. Ya que no fue una votación humana que los llevó hasta allí sino un llamamiento santo.

Los tales no especulan con el “si ganan siguen, pero si pierden dejan”. No. ellos saben que el camino a la transformación para llenarlo todo de Cristo es largo, y les llevará toda su vida, y no hay problema porque ellos han entendido que su llamado eterno dentro del Cuerpo de Cristo es un ámbito de servidor público como representante de Cristo. Son incansables estudiantes que se preparan para cuando llegue su tiempo, buscando como verdaderos profesionales respuestas concretas que les hagan más efectivos a los problemas de extrema gravedad que sufre nuestra generación.

Estos se han vuelto prisioneros de Cristo con el único fin de que Dios sea glorificado en ellos.

Y debo decirles, en honor a la verdad, que conozco a muchos santos en las Naciones que viven su llamado a la política así, convivo con muchos de ellos diariamente en la Provincia de Buenos Aires, y les confieso de todo corazón que tiene mucho valor para mí y mi familia toda inversión y apoyo que podamos dar al servicio y trabajo misionero de ellos en la política.

Nuestro compromiso de amor en la verdad para con ellos es nunca dejarles de colaborar, sin dejar de orar por sus vidas, familias y gestión pública, para que las críticas o propuestas de hombres de corazones y mentes oscuras no los detengan de su llamado divino, y porque ninguna votación electoral aparentemente negativa o contraria a sus expectativas y esfuerzos afecte negativamente sus decisiones en relación a su destino profético en Dios.

A todos aquellos que muy amablemente hayan considerado tomarse el tiempo de leer este escrito les ruego en el nombre del Señor que oremos e invirtamos en aquellos hermanos que conocemos y a los que conoceremos, santos que fueron llamados a ser instrumentos de justicia en medio de estos sistemas.

Recordemos siempre que DIOS TIENE UN SOLO PROPOSITO Y ES LLENARLO TODO DE SU HIJO por medio de su IGLESIA FIEL. Eso también incluye el ámbito gubernamental del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

Con amor en Cristo, su servidor Gustavo Lara.

Gustavo Lara

Es Apóstol, Pastor y Maestro, reconocido Conferencista internacional que ha llevado el mensaje de Dios a distintos ministerios de América Latina, Europa, Asia y África, cuidando y proveyendo guía y dirección a centenares de Pastores de dichos continentes.

Juventud Con Una Misión es una comunidad misionera de cristianos provenientes de diferentes trasfondos, culturas y tradiciones cristianas, dedicados a servir a Jesús alrededor del mundo. Servimos principalmente de tres maneras: a través del entrenamiento, la proclamación del Evangelio y al preocuparnos por aquellos en necesidad. Actualmente trabajamos en más de 1,200 lugares en alrededor de 180 países.