La cruz se veía sombría, el cielo comenzaba a oscurecerse. El maestro no luchaba. Su cuerpo colgado en una cruz se deshidrataba por el calor y la sangre que perdía por las heridas. Alcanzó a exclamar: “Tengo Sed”… le dieron vinagre.

La samaritana estaba entre la multitud que había venido a ver a un inocente morir. La historia se estaba escribiendo. Ella no pudo más que remontarse en su mente al pasado, al día en que lo vio por primera vez. “Dame de beber”, le había dicho junto al pozo de Jacob. El Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y verdad… pero le dieron vinagre.

¿Qué es adorar en espíritu? ¿Qué es adorar en verdad? ¿Por qué Dios busca que le adoren? Hay dos formas en las que todos los seres humanos podemos creer. Una es con la mente, la otra es con el espíritu. A la primera se la llama convicción; a la segunda, fe.

Es común ver las iglesias llenas de personas que proclaman en voz alta la grandeza de Dios, pero muchos de estos proclamadores luego están arrinconados por el temor durante la semana, después de las reuniones de adoración. 

No hay un problema con la sinceridad de estas personas, el problema es que han creído con la mente conceptos espirituales. Están seguros de que Dios tiene poder para suplir todas sus necesidades, pero se desesperan ante problemas económicos. Saben a conciencia que Dios puede librarlos de las enfermedades, pero lloran angustiados y amargados, sin saber para dónde ir cuando éstas golpean las puertas de su casa.

Es duro tener que reconocer que muchas veces somos cesacionistas, es decir, aceptar que no logramos creer muy profundamente que Dios sigue haciendo milagros con la misma intensidad que hace 2.000 años. Muchas veces, con nuestra boca podemos proclamar las grandezas de nuestro Dios, pero al mismo tiempo manifestamos actitudes en las que no nos expresamos diferente al resto de la sociedad. 

Dios está buscando verdaderos adoradores, hombres y mujeres que crean con el espíritu lo que declaran con la boca. 

Cuando adoramos el cielo y la tierra se unen. El Espíritu de Dios toma gobierno en nuestras almas y tenemos el poder de entender lo que ocurre en las esferas en las que Dios se mueve.

¿Por qué Él está tan interesado en que le adoremos? No concuerda con su perfil humilde y de amor que esté tan interesado en querer recibir gloria y honra solo porque sí. Dios no es egocéntrico, Él compartió con nosotros su gloria y su Reino. Dios no es vanidoso, Él puso en nosotros lo mismo que hay en Él. Entonces, ¿por qué busca que le adoren?

Esta duda resonó en mi interior mucho tiempo y se lo pregunté a Dios con toda sinceridad y respeto; pasé mucho tiempo sin recibir una respuesta coherente con su voz, hasta que un día escuché a un predicador decir que Dios busca que le adoremos porque cuando le adoramos “nuestro espíritu se desarrolla y esto amplía nuestra capacidad de escuchar a Dios y, por lo tanto, de relacionarnos con Él”.

Dios quiere que le adoremos para poder hablar más libremente con nosotros. La adoración es la comunión del cielo con la tierra. No le demos a beber vinagre, no le demos a beber una adoración cuajada de labios superfluos. Aprendamos a adorar en espíritu y en verdad.