«Porque antes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Así que vivan como hijos de la luz.» (Ef. 5:8 NTV).
«La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. (Jn 1:5 Rv60)
Sodoma y Gomorra:
Estas eran dos ciudades terriblemente perversas, donde era tanta la maldad que Dios decidió destruirlas por completo. Según una tradición rabínica, los pecados de Sodoma estaban relacionados con la ganancia y el apego excesivo a la propiedad y las riquezas. Algunos textos rabínicos acusan a los sodomitas de ser blasfemos y sanguinarios. También sabemos que se mencionan a estas ciudades para referirse a situaciones o lugares que son considerados pecaminosos o muy contaminados.
El pensamiento judío con respecto a las penas capitales de la Torá es bien interesante: No es un castigo para que la gente sufra, sino que, ya sea la persona o el lugar, «se la arranca de raíz, se le quita la posibilidad de que vuelva a resurgir».
Encontramos en Génesis 18:16-33 que Abraham es avisado por el mismo Dios que serían destruidas las ciudades, y él intercede por Lot, para salvar a su sobrino, pero no fue hallada la cantidad suficiente de justos para salvar la ciudad, así que los ángeles prosiguieron con las órdenes, llegaron al sitio (Gn.19) y buscaron a Lot con su familia. En este momento, comienza el escape, cuando de repente del cielo comienza a caer fuego y azufre, y todo es exterminado; acto seguido la esposa de Lot mira hacia atrás y se convierte en una estatua de sal.
Lot y sus hijas:
Ellos deciden esconderse en un lugar cercano a su antiguo hogar, mientras que las muchachas pensaban que se terminó el mundo, que solo ellos habían sobrevivido y tomaron una decisión perversa como el pueblo del que habían huido. Sodoma y Gomorra seguían estando en su interior, por lo que notamos que no era un problema de geografía, sino de naturaleza.
Ambas idean un plan, embriagan a su padre, intiman con él y quedan embarazadas, la hija mayor llama a su hijo «Moab» que luego se transformaría en una nación enemiga de Israel, al igual que los amonitas (descendientes de la hija menor de Lot).
Volviendo a Sodoma y Gomorra, me resulta muy interesante ver este territorio que, hasta el día de hoy, 4 mil años después, sigue siendo inhabitable. Todo está muerto y seco, todo se derrumba.
Una observación más que obvia para reflexionar es que la familia de Lot se desvío de Dios, por que siguieron sus propios caminos, en términos actuales diríamos “hicieron lo que su corazón les dictó”.
Pero, la luz brilla en la más densa oscuridad.
Moab
De esta nación enemiga de Israel, de los campos de Moab, sale una mujer llamada Rut, quien tiene que enfrentar junto con su suegra y concuñada una terrible calamidad: las tres pierden a sus esposos, quedando completamente solas, pero solo Rut decide seguir al Dios de su suegra Nohemí, quien es el verdadero Dios creador de todo lo que existe.
Ella decide que Israel será su pueblo, aunque irse de Moab le implicaba vivir en una extrema pobreza, ser extranjera en una nación completamente desconocida y con costumbres muy diferentes.
Llegan a Belem derrotadas, pobres y desamparadas.
Para resumir la historia, aparece un pariente lejano que se vuelve cercano, y además era rico, quién podía redimirlas tal como lo exigía la ley, (redimir implicaba tomar a Rut por esposa).
Así fue Booz es el redentor de Rut, una mujer gentil, es decir, extranjera, no perteneciente al pueblo santo de Dios, quizás para muchos otros una enemiga de la cual habría que desconfiar, alguien sin valor, pero no para su esposo redentor.
Esperanza
De este matrimonio nace Obed, quien engendró a un hombre llamado Isaí, quien luego sería el padre de un muchachito que, siendo un simple pastor de ovejas, derrotaría al más temible Goliat, y terminaría siendo el más grande rey de Israel, “El Rey David”, que de su linaje vendría el Mesías, que salvaría a su pueblo de sus pecados.
Podemos tener la historia más oscura, tal vez estemos totalmente sumergidos en delitos y pecados, siendo enemigos de Dios. Alguien podría acusarnos y decirnos: «No hay perdón para alguien como vos». La sentencia es determinante: culpable de todos los cargos. Más la buena noticia es que el cordero de Dios quitó, en la cruz, el pecado del mundo. El castigo de nuestra paz fue sobre él, la deuda fue saldada por Jesucristo el Mesías, y fuimos justificados por su sacrificio. En la cruz él decretó el veredicto: «Consumado es» no hay más condena.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Jn. 3:17
“El que cree en Cristo, aunque esté muerto vivirá.”
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Jn.11:25