Puedo decir que nací y crecí en la iglesia, pero la denominación donde vengo no era abierta a las misiones. Cuando terminé el secundario empecé la carrera de Ciencias de la Educación y el mismo día que me gradué también firmé mi primer contrato de trabajo. 

Con una familia hermosa, un trabajo que amaba, amigos y muchas responsabilidades en la iglesia, no me faltaba nada… Aun así no estaba satisfecha, en lo profundo de mi ser sabía que no estaba haciendo aquello por lo que Dios me había creado.

Me acuerdo una noche en que estaba en un tiempo de estudio bíblico y Dios me confrontó: “Daniela, Yo no te conozco, apártate de mí” y yo le respondía: “Pero Señor, si yo hago esto, esto y esto para Ti… ¿cómo no me conoces?”, y Él volvía a decirme: “Daniela, Yo no te conozco”. Ahí me rendí y le respondí: “Señor, quiero conocerte de verdad”.

En ese entonces nació un profundo deseo de conocer Argentina. La gente me preguntaba, “Dani, pero ¿por qué Argentina?”. La verdad es que no tenía una respuesta concreta, yo tampoco sabía por qué, pero algo fuerte empezaba a gestarse en mí… Me hice fanática de libros de historias de misioneros, iba a encuentros de Puertas Abiertas y participaba de eventos con enfoque misionero.

Recuerdo que una noche, después de terminar de leer un libro de un misionero que había dado su vida por la causa de Cristo, le dije a Dios: “Señor, no me importa tener una casa, un auto, una familia, si Tú quieres llevarme a otro lado, si tienes otro propósito para mi vida, acá estoy, dispuesta. No quiero vivir una vida normal, ¡yo quiero una vida sobrenatural!”.

Daniela Demuru, Líder en Jucum Rosario.

Y Dios tomó nota… 

Después de dos años desde esa oración, con mucho temor y sin apoyo alguno, viajé hacia mi tierra prometida: un país desconocido, un idioma que no entendía mucho y rodeada de gente con un estilo de vida discutible. Era el 13 de septiembre del 2012. Pisaba tierra argentina sin entender realmente qué era lo que Dios tenía, pero con la convicción de que estaba en el lugar que Él había preparado para mí.

Esos 6 meses de capacitación se transformaron en casi 9 años de tiempo completo en la misión.

¿Qué hace una italiana en Argentina, si todos quieren ir a vivir allá? ¡Hago la voluntad de Dios!Ahora puedo decir que el Señor me dio esa vida sobrenatural que le pedí esa noche, tuve que salir de mi barco (mi comodidad, lo conocido) para empezar a caminar sobre las aguas, donde estaba Jesús. Aprendí a vivir en fe con la certeza de que Él es mi sustento, el de mi familia, mis hijos; a confiar para los pañales o un viaje, es la misma fe, el mismo Dios que obra.

Me acuerdo una vez que tenía que renovar la visa para la estadía en Argentina. No tenía un peso. Esa mañana me levanté muy temprano y me senté a la mesa a la espera de un milagro. Estaba decidida a ir a la oficina de Migración aun sin el dinero, pero convencida de que el Señor me iba a proveer. 

De repente apareció una de las chicas con las cuales convivía, que no sabía nada, se me acercó y me dio $300 porque Dios le había dicho. ¡Exactamente lo que necesitaba para pagar la renovación!

Aprendí que no es cuanto hago sino si estoy haciendo eso que Dios me pide, sea poco o mucho que.

En la misión estoy en un ministerio que acompaña mujeres con embarazos vulnerables. A veces nos escriben mujeres con historias muy difíciles… 

Un día se contactó una chica en situación de calle y a pocos días de parir. No lo pensé dos veces, agarré el auto y fui a verla junto a una compañera. La escuchamos, contuvimos, le dimos algunas cosas , oramos por ella y el día después le conseguimos un lugar donde vivir. A los tres días tuvo a su bebé y está tan agradecida por todo lo que hicimos por ella. ¡Dios llegó justo a tiempo!

No es fácil, a veces extraño Italia, tomar un rico café ristretto, caminar por las calles de Milán, pasar tiempo con mis papás y hermanas. Muchas veces pensé en dejarlo todo y volver a mi vida “normal”, pero ¿a qué precio? No hay mayor satisfacción y plenitud que caminar en lo que el Señor tiene preparado para cada uno!

Nunca pensé en ser misionera. ¡Pero Dios sí!

Daniela Demuru
Italiana, misionera a tiempo completo en JuCUM desde hace casi nueve años. Casada con Joel y madre de dos hijos, Isabella (3 años) y Micaias (5 meses). Están sirviendo como familia en la sede de JuCUM en Rosario en diferentes áreas.

Juventud Con Una Misión es una comunidad misionera de cristianos provenientes de diferentes trasfondos, culturas y tradiciones cristianas, dedicados a servir a Jesús alrededor del mundo. Servimos principalmente de tres maneras: a través del entrenamiento, la proclamación del Evangelio y al preocuparnos por aquellos en necesidad. Actualmente trabajamos en más de 1,200 lugares en alrededor de 180 países.