La Iglesia como institución tuvo y tiene como misión llevar el mensaje de Jesús. Siempre lo llevó a cabo por diferentes caminos y los ministerios cumplieron un importante rol en esto.
Mucho tiempo nos quedamos quietos y cómodos, sin escuchar ni ver las necesidades de nuestros barrios y ciudades.
Nuestra preparación y nuestra visión tenían que ver con el desarrollo de las actividades relacionadas con la consolidación y con la contención de la gente de cada iglesia o, en otras palabras, teníamos una mirada introspectiva.
Las actividades vinculadas con el abordaje social, la asistencia alimentaria, con espacios de escucha y las acciones relacionadas con la salud y/o el bienestar de la comunidad, no eran para la iglesia una actividad importante. Atender las necesidades de la gente estaba relegado, eran acciones secundarias, no relevantes para el desarrollo institucional, mucho más enfocado en el hacia adentro, con una mirada casi exclusiva en la liturgia y la observación de la teología y la doctrina.
A raíz de los cambios que se produjeron en estos últimos años, profundizados con la llegada de la pandemia, emergió y se hicieron visibles las necesidades que tiene nuestro país: el aumento exponencial de la pobreza, el crecimiento de la marginalidad, la destrucción del empleo y la caída del poder adquisitivo impactó en todas las áreas de nuestra sociedad. Esto pone a la Iglesia como actor principal a la hora de llevar una solución, estando mucho más cerca de esas carencias de lo que estábamos antes.
Una respuesta activa
En este momento, desde nuestro ministerio Más Vida Quilmes, y ya desde hace más de siete años, nos concentramos en las necesidades de nuestra ciudad: emergencia alimentaria y gran cantidad de barrios y asentamientos de emergencia con un gran nivel de marginalidad y exclusión. Cada día producimos más de mil quinientos kilos de alimentos en forma de raciones, que hacemos llegar a estos barrios y lugares de gran carencia.
Nuestra ciudad cuenta con cerca de un millón de habitantes, de los cuales casi ciento ochenta mil viven bajo la línea de pobreza y muchos en la marginalidad absoluta.
Actualmente el gobierno de Quilmes nos convocó como actores necesarios en este nuevo esquema para trabajar en forma articulada con las áreas de desarrollo social, salud y otras, coordinando acciones con el ejército argentino y defensa civil.
Así estamos llegando con alimentos a más de mil quinientas personas por día. También tenemos un consultorio de atención clínica médica, asesoramiento legal, asistencia a la víctima que sufre violencia, asistimos con materiales de construcción, abrigo, calzado a partir de las diversas áreas que tiene en este momento nuestra fundación.
Contamos con un equipo de apoyo y evangelismo urbano que se ocupa de visitar y asistir cada día con recursos diversos a los barrios más postergados y lejanos de nuestra ciudad, actuando de forma coordinada con otros ministerios y referentes sociales de cada barrio.
Dios se manifiesta a través de nosotros
Muchos quilmeños han encontrado en este tiempo de crisis y pandemia, contención humana y espiritual. Creemos que es el tiempo de estar cerca de la gente, mostrar una Iglesia activa, salir del encierro que muchas veces nos llevó a la evasión dando la espalda a las necesidades de la gente, eso es fuga.
Pensamos que la verdadera religión es abordar la carencia humana y espiritual, que es la manifestación del Dios que visitamos en lo secreto y que se hace realidad en las calles y en los barrios. La iglesia es una institución esencial en momentos críticos, más en situaciones como la actual.
Nuestro objetivo primordial, como ya lo dijimos, es cumplir la misión para la que fuimos llamados, presentar el mensaje de esperanza, que es el Evangelio.
Quizá antes se pensaba que se necesitaba un lugar físico para convertir corazones o se necesitaba un micrófono para ser escuchado, pero los grandes cambios de este tiempo son la posibilidad de tener una mirada empática hacia los desamparados, como a los necesitados y los sectores más vulnerables y excluidos de nuestras ciudades y pueblos.
Estamos viendo que, a través de nuestro compromiso con la acción social, realizado con un alto nivel de profesionalismo y compromiso, las diferentes áreas de los gobierno municipales, provinciales y en algunos casos hasta nacionales, se van plegando y articulando con nuestra institución.
Cambiando su mirada y viendo a la Iglesia como una pieza necesaria e importante para resolver y actuar en tiempos críticos como los que atravesamos como sociedad. Este momento marcará un antes y un después en la visión de nuestra querida Iglesia.
En mi opinión, estamos preparados y tenemos las herramientas necesarias para poder
ser agentes de contención y transformación.
Fuimos elegidos para esta hora. No nos quedemos en el molde, como simples observadores. ¡Es tiempo de ser protagonistas!