Veíamos en la primera parte como el apóstol Pablo, por el espíritu, podía ver y enfrentar las circunstancias adversas. Continuemos con algunas de sus otras cartas para ver cómo Dios se expresa en su vida como respuesta a cada adversidad a enfrentar.

12 Además, mis amados hermanos, quiero que sepan que todo lo que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir la Buena Noticia. 13 Pues cada persona de aquí —incluida toda la guardia del palacio— sabe que estoy encadenado por causa de Cristo; 14 y dado que estoy preso, la mayoría de los creyentes de este lugar ha aumentado su confianza y anuncia con valentía el mensaje de Dios sin temor. 20 Tengo la plena seguridad y la esperanza que jamás seré avergonzado, sino que seguiré actuando con valor por Cristo, como lo he hecho en el pasado. Y confío en que mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o muera. 21 Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún mejor. 22 Pero si vivo, puedo realizar más labor fructífera para Cristo. Así que realmente no sé qué es mejor. 23 Estoy dividido entre dos deseos: quisiera partir y estar con Cristo, lo cual sería mucho mejor para mí; 24 pero por el bien de ustedes, es mejor que siga viviendo.

Filipenses 1. 12 – 14 y 20 – 24 NTV (énfasis del autor).

En esta carta Pablo está escribiendo desde la cárcel. Y eso no es un detalle menor, sobre todo por cómo el Espíritu de Dios le permite ver lo que le está sucediendo. “Todo ha servido para el avance del Evangelio”, les dice a los Filipenses.

Pero lo que más me impactó siempre en este texto es que aun en una situación tan adversa como ésta, Pablo plantea, casi como una broma para el hombre natural, “el morir o el vivir”. Estaba tan resuelto en la realidad de Cristo, que si él pudiera elegir “quisiera partir y estar con Cristo”, sabiendo ya que sería mucho mejor para él; pero por el bien de los hermanos, era mejor que siguiera viviendo hasta que Dios lo determine.

La vida de Dios en Pablo lo mostraba como alguien firme y resuelto en la verdad. No se manejaba por criterios humanos, ni por las diversas circunstancias. “Para mí el vivir es Cristo”, les dice. Ahí está la clave de todo. ¿Vivimos nuestra propia vida o vivimos Su vida?

A los Romanos les escribió esto mismo.

7 Pues no vivimos para nosotros mismos ni morimos para nosotros mismos. 8 Si vivimos, es para honrar al Señor, y si morimos, es para honrar al Señor. Entonces, tanto si vivimos como si morimos, pertenecemos al Señor.

Romanos 14. 7 – 8 NTV (énfasis del autor).

A los Colosenses también les escribió acerca de esto.

Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios. 2 Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. 3 Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está escondida con Cristo en Dios.

Colosenses 3. 1 – 3 NTV (énfasis del autor).

Aquí Pablo profundiza un poco más la cuestión. “Ustedes han muerto a esta vida…” es la gran clave “vernos como Dios nos ve” ante toda circunstancia. Al profundizar en la obra de la cruz, vemos que hemos muerto juntamente con Cristo y ahora hemos resucitado con Él.

Cristo es nuestra resurrección y nuestra vida. Por eso Pablo tiene el tema resuelto. El ya murió y ahora vive en Cristo, vive a Cristo. Pablo sabe que su vida está escondida con Cristo en Dios. Toda circunstancia se ve desde allí, con la mira puesta en las cosas de arriba. Con criterios eternos y no temporales.

De esto les habla a los Corintios y de hecho muestra las circunstancias como leves o pequeñas al compararlas con lo eterno que es el crecimiento de Cristo en nosotros.

16 Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. 17 Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! 18 Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre.

2 Corintios 4. 16 – 18 NTV (énfasis del autor)

La conclusión de Pablo es simple y maravillosa: sólo veremos las diferentes circunstancias adversas como “pequeñas” y como “leves y momentáneas” si tenemos, en Cristo, perspectiva de eternidad en nuestras vidas.

David Firman
Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Profesor de Enseñanza Media y Superior en Psicología, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Terapeuta Familiar. Bachiller en Teología, egresado en el año 2001 del IETL de Rosario. Pastor en CTHTN Rosario y zona. Escritor y Conferencista.