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Cristo, la única vida indestructible

No podemos ignorar esta gran verdad: en Cristo opera una vida indestructible. Todo lo que hacemos en obediencia a Él permanece para siempre, ya que Él posee una “vida indestructible”. 

Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto, no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec. Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia. 

Hebreos 7:15-18

  • «Nuestro Señor Jesucristo es eternamente la representación exacta del mismo ser y portador de la misma sustancia de su Padre, el Dios eternamente incorruptible».
Gustavo Lara

Después de todo, veremos al Hijo del amor de Dios que nunca se corrompió ni se corromperá, y llevará todo en rendición y sumisión al Padre nuevamente.

Todo lo que la Escritura revela de nuestro amado Señor no es nada más que una vida eterna rendida en amor y obediencia a su Padre. A lo largo de su paso por esta Tierra en carne, nos enseñó con su vida misma que necesitamos aprender a permanecer oyendo y obedeciendo al Padre.

Esto es vivir para hacer una sola cosa: oír y obedecer, como las dos caras de una misma moneda.

Para que se manifieste su divina voluntad y no haya divisiones en nuestro interior, necesitamos quitar todo lo que hemos puesto primero, es decir, todo lo que consideramos antes que a Él. Eso incluye nuestras propias vidas, con sus buenas intenciones e ideas.  

La obediencia a su voluntad

Obediencia es más que un acto; es una naturaleza, que fluye de la vida del espíritu. Existen desobedientes que eventualmente obedecen; en este sentido, la obediencia se constituye como un simple acto, pero que no tiene ningún efecto ni significado eterno. La obediencia debe partir desde lo más profundo de nuestro interior.

El propósito de Cristo era venir para hacer la voluntad del Padre. Precisamente, ese es nuestro propósito en Jesús: hacer su voluntad, y de esa manera manifestar la obra consumada del propósito eterno.

 “… para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor…” (Efesios 3:10-11).

La familia de Cristo, como su Cuerpo, tiene una sola y grande característica: obedecer su divina voluntad.

Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre. 

Mateo 12:46-50

Jesús fue claro: “Todo el que hace la voluntad de mi Padre es mi hermano”. Este es el verdadero y único vínculo por el cual estamos unidos en la familia de Dios: Su voluntad. No siempre mis hermanos me tienen que agradar; sencillamente debo tener con ellos un vínculo de amor en el espíritu, por la voluntad de Dios.

Nuestro vínculo por gracia con Él es en la obediencia, por obediencia y para obediencia. Dios entró al mundo en la persona de UNO, Cristo, y por su obediencia estableció el Reino. Ahora es nuestro turno de manifestar por medio de la misma obediencia aquello que ya está establecido.

Nuestro primer nacimiento es en la naturaleza del primer Adán, que fuimos engendrados en la desobediencia; pero el nuevo nacimiento tiene lugar en una nueva vida, con naturaleza de obediencia sólo a la voluntad de Dios. La mayor evidencia de alguien que nació de nuevo es la pasión por conocer y llevar a cabo la voluntad de Dios. “¿Qué quieres que yo haga?”, como lo expresa Saulo en su conversión.

Por eso, como dije anteriormente, un ciudadano del Reino es la expresión y la extensión de la voluntad del Rey y su Reino.

¿Cómo podemos identificar a estos ciudadanos del Reino?

Viven para manifestar la voluntad de su Rey

Son gente de gobierno, teniendo en cuenta que gobernar no es un concepto, sino un estilo de vida. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, gobernamos o dejamos de gobernar las cosas que Dios nos ha entregado.

Viven con la conciencia y la confianza de que “todas las cosas ya les han sido dadas en Cristo”. Si bien no todas las cosas que Dios nos ha concedido están manifestadas, aun así, están todas entregadas.

No son gente subjetiva sino objetiva. No albergan en su interior situaciones no resueltas que los hagan prejuzgar la intencionalidad de todas las cosas.

«Como Iglesia, estamos aprendiendo de la vida de Jesucristo, que fue gobernada por un solo propósito, para hacer una sola cosa: la voluntad del Padre».

Gustavo Lara

Por todo lo expuesto aquí, podemos afirmar que estamos siendo llevados a reconciliarnos con Cristo, y en Cristo, en quien se consuma todo el propósito eterno de Dios. 

“… el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder [todo lo que hacemos en obediencia a Él, permanece para siempre, Él sustenta todas las cosas con su palabra], habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3-4).

Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén” (1 Timoteo 1:17).

Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.

1 Corintios 15:24-28

“En una ocasión, mientras Jesús hablaba a la gente, alzó la voz una mujer y dijo: ‘Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron’. Y Jesús le respondió: Dichosos más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen’” (Lucas 11:27-28). 

Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer” (Juan 15:14-15).

Gustavo Lara
Gustavo Lara
Es apóstol, pastor y maestro, reconocido conferencista internacional que ha llevado el mensaje de Dios a distintos ministerios de América Latina, Europa, Asia y África, cuidando y proveyendo guía y dirección a centenares de pastores de dichos continentes.

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