Esta fue la última de varias intervenciones en las que Jesucristo, clavado en la cruz, expresó algunas palabras y que solo el apóstol Juan registra en su evangelio: “Consumado es” (Juan 19:30, RVR1960). 

El término “consumado” en el griego, idioma en que se escribió el Nuevo Testamento, es tetelestai (τετελεσται), una palabra que se usaba en ocasiones muy puntuales tales como terminar de pagar una deuda, acabar una obra de arte o lo que decía en el templo un sacerdote de un cordero después de haberlo examinado y aprobarlo para el sacrificio. 

Además, el vocablo se relaciona con la idea de perfección, de lo completo, de lo alcanzado. Por lo tanto, tal palabra en los labios del Cristo crucificado significan tanto. Veamos el alcance de su expresión:

En primer lugar hace referencia al cumplimiento de la Escritura. Es en Mateo 5:17 donde Jesús enseñó que vino a cumplir con la Ley, lo que incluía todo lo que implicaban las llamadas “profecías mesiánicas”. La tradición cristiana así lo interpreta y los escritores del Nuevo Testamento lo confirman. Sobre todo aquellos quienes más utilizaron el Antiguo Testamento como es el caso de Mateo, Pablo o el escritor de la carta a los Hebreos. 

En segundo lugar, “Consumado es” hace referencia a la obra de Cristo, de la que el mismo Señor atestiguaba desde su conciencia mesiánica, varias veces reconocido en el evangelio de Juan:

Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús” (Juan 4:34); 

Esta es la obra de Dios: que crean en aquel a quien él envió —les respondió Jesús” (Juan 6:29); 

Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste” (Juan 17:4).

Dicha obra apuntaba ni más ni menos a su sacrificio en la cruz; en ese lugar, desde su último suspiro de vida, al decir “Consumado es” podemos descubrir los beneficios de su obra explicados por el mismo apóstol Pablo según Colosenses 2:11-15:

Nos dio vida 

Porque sin Dios es imposible tener vida, en este caso, vida espiritual. Cristo a través de su sacrificio recuperó la capacidad perdida de los seres humanos de relacionarse con el Dios Creador y Todopoderoso. Todo aquel que cree en Jesús ha recibido vida, ha nacido de nuevo para experimentar la plenitud de una vida en la que Dios se hace presente constantemente. 

Perdonó todos nuestros pecados

Cualquier tipo de mal cometido hacia el prójimo, hacia uno mismo, incluso hacia el mismo Dios, por el sacrificio de Cristo alcanza el perdón y Dios perdona. Pecados que esclavizan, culpas que trauman, odios y rencores que envenenan el alma; todo eso alcanza el perdón divino que solo se recibe por medio de Jesucristo y su sacrificio.

Anuló el acta de los decretos que había en nuestra contra, quitándola de en medio y clavándola en la cruz

En esos tiempos, los delitos cometidos se publicaban en una especie de informe que se colgaba en las cruces de los malhechores acusados de muerte. El apóstol Pablo tomó esa idea para relacionarla con todas nuestras maldades y pecados, de algún modo nos dice que aquellas actas acusatorias fueron clavadas en la cruz de Jesús para que a través de su sacrificio ya no tuviésemos ningún tipo de acusación o deuda que pagar. 

Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal 

En el tiempo bíblico, cuando un rey conquistador vencía a sus ejércitos enemigos, los despojaba de sus armaduras, de sus vestimentas militares y los colocaba al inicio de su desfile triunfal ante su pueblo que salía a recibirlo alegre por las guerras ganadas. Esa es la misma idea que aquí se presenta; Jesucristo al morir en la cruz exhibió públicamente su victoria y por lo tanto la derrota definitiva de Satanás y sus demonios. El mismo diablo fue vencido en la cruz por la muerte del Señor por lo que no hay nada que temer a un enemigo vencido. “Consumado es” no fue una declaración de derrota, debilidad o resignación ante el dolor de la crucifixión, al contrario, fue un grito de gloria, de victoria final, grito que no tuvo que ver con la intensidad de la voz de Jesucristo al pronunciarla sino, más bien, con el gran significado que tales palabras representaron. Disfrutemos como cristianos de semejante triunfo por el cual Cristo nos ha hecho más que vencedores.