¿Conoces personas que se centran en los errores de los otros y pasan por alto sus virtudes y talentos? ¿Personas que escudriñan a los demás para detectar todos sus errores, por pequeños que sean? Esto sin asumir antes que ellas mismas necesitarían mirarse al espejo. ¿Sí?

Entonces, bienvenidas a la familia, al trabajo, a la iglesia inclusive. Hasta quizás seas una criticona en recuperación, en sala de terapia intensiva. ¡Esto es más habitual de lo que asumimos! Vamos a derribar algunos muros, a levantar otros y a buscar qué dice Dios al respecto.

Antes que nada, es importante saber que relacionarse con ese tipo de personas puede terminar causando profundo daño a nuestra autoestima. No sólo nos hacen sentir mal por nuestras debilidades y equivocaciones sino, inclusive, podemos llegar a pensar que no valemos nada. Logran vendernos su idea; creemos que somos esos errores bajo la lupa, descartando todo lo valioso que queda por fuera de su alcance.

Entonces, lo primero que les propongo es detectar a las personas criticonas. Es aquí donde surge el primer dilema: al momento de calificar a una persona de esta manera, acaso, ¿no me transformo en una más de su equipo? La respuesta es no. Identificar es parte del discernimiento.

Las invito a leer Mateo 7:1-5, uno de los pasajes más difundidos de la Biblia, sin embargo, muchas veces mal interpretado sobre el significado de no juzgar. Te propongo buscarlo.

Aquí, Jesús toca un tema muy importante respecto a la manera en que pensamos y tratamos a otros.  Él no nos mandó a dar una aprobación universal, validando cualquier estilo de vida o accionar. Justamente nos encomienda cambiar el foco y apuntar primero hacia nosotras mismas. 

Poco después, en el mismo libro de Mateo, está la siguiente enseñanza que nos ayuda a completar la idea:  «Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos?» (7:15-16).

Al conocernos por los frutos, deducimos entonces que algún tipo de evaluación es necesaria. Claro que un diagnóstico no nos habilita a criticar. Somos llamadas a demostrar amor incondicional, dar sin esperar recibir, pero no a brindar aprobación incondicional a toda conducta. Realmente podemos amar a las personas criticonas, sin embargo, eso no nos obliga a padecerlas.  Seguir a Cristo no prohíbe que examinemos la vida de otros, pero sí juzgarla y criticarla.    

Ahora veamos cómo detectar a las personas criticonas  

Estas personas siempre ponen el dedo en la llaga, asumen una actitud negativa para minar tu autoestima. Además, por mucho que hagas por ellas y las ayudes, siempre se acordarán de aquella vez que no estabas disponible. Aunque tengas razón en líneas generales, se empecinarán en resaltar pequeños detalles de tu discurso para generar discusión y no dar su brazo a torcer.

Aunque logres cosas increíbles, seguirán recordándote tus fracasos, seguirán mirando atrás. Se trata de personas que no han aprendido a mantener interacciones positivas y asertivas. No obstante, lo más común es que esas críticas provengan de una profunda frustración.  ¡No te involucres en una discusión con personas que están ancladas en esta estación de la vida!

Una buena estrategia para lidiar con personas criticonas es usar la fuerza del ataque del adversario, no para causarle daño sino para dejarlo fuera de combate. En vez de entrar en un torbellino de reactividad emocional, nos centramos en que esa crítica no nos afecte. De esta manera, no asumimos el papel que el otro quiere otorgarnos, con lo cual no podrá dañarnos. ¡No me engancho en esa!   

Por ejemplo, ante una crítica destructiva, podemos preguntarle a quien la hace: “¿Cómo crees que tu crítica puede ayudarme a mejorar?” o “¿Qué habrías hecho en mi lugar para obtener mejores resultados?”. 

De esta forma, no atacas a la persona y la motivas a reflexionar sobre sus dichos. De hecho, con esta estrategia, inclusive es posible que logremos un acercamiento constructivo, convirtiendo una situación cargada de negatividad en algo positivo.   

Hace unos días, conversando con una amiga, pionera en la participación política cristiana en la Argentina, hablábamos sobre la exposición que se suele enfrentar en el largo camino al cumplimiento de los sueños.  Muchas veces, las críticas llegan, y al revés de lo que se cree, nos dan fuerzas para seguir adelante y nos traen confirmación de que estamos yendo por el camino correcto.

En definitiva, la mejor comandante es quien gana sin batallar. Te animo, mujer, a convertir la frustración en acciones de cambio; tus críticas, en silencios constructivos, y tus sueños, en realidad.

Alejandra Genobar
Lic. en Psicología. Fundadora de la Iglesia Caudal de Vida, desde el año 1987 trabaja en el ministerio. Anfitriona del Congreso Internacional Misión Mujer. Realiza capacitaciones para empresas, aborda temas de sanidad emocional y espiritual en distintos medios de comunicación. Fundadora de la marca de calzados de cuero: Franceska Ferraro.