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¿Cómo vemos al Cuerpo de Cristo?

La palabra nos dice con claridad que todo (incluyendo a la iglesia) fue reunido en uno solo, que es Él.

Esto nos hace ver también que fuera de Él no hay nada. Todo lo que veamos y vivamos por fuera de Cristo podrá ser bueno por un tiempo, pero terminará siendo una experiencia vacía y sin sentido. No hay manera de ver y vivir la vida del Cuerpo si no estamos viendo desde los ojos de Cristo.

Se ha hablado mucho acerca de nuestra identidad como Hijos de Dios, de tener una relación personal con nuestro Papá y todo lo que esto significa y representa, pero no podemos reducir esta verdad a un plano individual, fuimos hechos hijos para llegar a ser un hijo corporativo, que no es otra cosa que el Cuerpo de Cristo.

1 Corintios 12:12 nos dice: “De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo”. 

Me llama la atención que Pablo al hablar de la dinámica del cuerpo y sus miembros termina diciendo “así sucede con Cristo” y no “así sucede con nosotros”. En definitiva el cuerpo se trata de Él. Luego el vs. 13 agrega que fuimos “bautizados… para constituir un solo cuerpo”. La experiencia del Bautismo es la de morir a nuestras vidas individuales y resucitar a un solo cuerpo, para vivir siendo alimentados por un mismo Espíritu.

«CUANDO MIRAMOS DESDE CRISTO PODEMOS VER SU IGLESIA COMO ÉL LA VE. EN LA CRUZ TODOS FUIMOS REUNIDOS EN ÉL Y COMO CUERPO SOMOS SU EXPRESIÓN VISIBLE».

¿Qué necesitamos ver en relación a Cristo y la Iglesia?

En primer lugar, necesitamos ver lo que Cristo es para el cuerpo. Quizás hemos hablado mucho de lo que Cristo significa y representa para cada uno de nosotros, en términos individuales. Pero te invito a verlo desde esta perspectiva corporativa. La carta a los Colosenses nos enseña que Cristo es la cabeza, el que dirige. Esto nos lleva a entender que el cuerpo está a su servicio y no al revés.

El Cuerpo no puede pensar la verdad sin Él, ni actuar correctamente, ni decidir su dirección. Nuestro lugar es el de ser instrumentos por medio del cual Cristo obra y expresa su voluntad, eso es un gran privilegio y una mayor responsabilidad. En segundo lugar, necesitamos ver lo que el cuerpo es para nosotros. La Iglesia de Cristo nos provee un ambiente de plenitud donde todo se completa. Él es aquel que lo llena todo por completo y el cuerpo disfruta y expresa esa plenitud por ser uno con Él. La iglesia nos provee un ambiente de sabiduría, donde nuestro conocimiento se nutre.

Efesios 3:10 “…que la sabiduría de Dios, en toda su diversidad, se da a conocer ahora, por medio de la iglesia…”.

En el cuerpo encontramos ambientes de exposición de luz y entendimiento espiritual, donde los velos son quitados. La frase “en toda su diversidad” nos deja ver que el entendimiento se va completando por medio de las diferentes gracias que Dios dio al Cuerpo. Cuando no entendemos esto, nos quedamos solo con una perspectiva (la nuestra) de lo que Dios está hablando y nos perdemos de la riqueza que hay en la diversidad. También podemos decir que la iglesia nos provee un ambiente de comunión y armonía.

Vemos en Efesios 4:15 que se destacan dos elementos esenciales e inseparables: “…al vivir la verdad con amor, creceremos… Por su acción todo el Cuerpo crece y se edifica en amor…”. De esto se trata la armonía, es mucho más que llevarnos bien y ser amigos. Vivir la Verdad con Amor nos llevará a crecer y ser edificados. Por medio del cuerpo somos instruidos en la Verdad, y también por medio del cuerpo somos perfeccionados en el amor.

En tercer lugar, necesitamos ver lo que somos para el Cuerpo. Esto es un asunto de responsabilidad. Cuando entendemos que a cada uno se nos dio una función dentro del Cuerpo y tenemos para aportar al crecimiento de los demás, dejamos de ser espectadores y consumidores. Pasamos de ser solo “edificados” para convertirnos
también en “edificadores”. Comenzamos a vivir el “unos a otros” que tantas veces se repite en las cartas apostólicas.

«Es importante que como Iglesia seamos intencionales en generar espacios y vínculos para fortalecer la participación y la edificación mutua».

Claramente son necesarios los momentos de exposición de la Palabra, pero igual de importantes son los espacios de grupos donde podemos interactuar, escucharnos, expresar nuestros pensamientos y lo que cada uno está entendiendo de parte de Dios. Si queremos vivir la verdadera vida del cuerpo, esto no puede ser una opción.

Por último, necesitamos ver lo que Cristo y el Cuerpo son para el mundo. No podemos pretender que el mundo vea a Cristo en nosotros si nosotros no podemos ver al Cuerpo a través de sus ojos, si nuestra mirada está puesta en cuestiones temporales y solo vemos sus falencias y diferencias. La iglesia como Cuerpo de Cristo es gloriosa e imparable, es la esperanza para un mundo cansado y agobiado, que anhela experimentar el Evangelio que produce descanso.

Es la respuesta a un mundo desorientado que necesita encontrarse en los lugares celestiales, juntamente con Cristo. Pidamos al Señor primeramente poder verlo nosotros, para que luego el mundo lo pueda ver.

Samuel Calviño
Samuel Calviño
Está casado con Guadalupe y es padre de 3 hijos. Pastor del Centro Cristiano Río Grande, Tierra del Fuego, Argentina. Director del movimiento juvenil Campafuego.

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