Una de las experiencias más devastadoras y humillantes que un hombre o una mujer puedan experimentar. 

Frases como “nunca pensé que esto pudiera pasarnos a nosotros”, “me quiero morir”, “ya no encuentro razón para vivir”, “nunca más será igual”, son comunes en personas que han sido víctimas de la infidelidad. La razón por la cual la infidelidad es tan dolorosa es porque produce una ruptura en la confianza, una trasgresión total a los votos del matrimonio.

Las personas traicionadas sienten como si la vida se les fuera de las manos y es en esta etapa cuando muchas personas pierden la esperanza de que la vida pueda volver a ser buena y, por lo general, la ira y la depresión andan rondando cerca.

Si bien los motivos que llevan a la gente a ser infiel son muchos, la mayoría cede por las misma razones, porque creen que la felicidad es algo que está allá afuera o que necesitan añadir a sus vidas, por la pérdida del amor romántico, por no sentirse respetado o admirado, por buscar validación, desconexión, por curiosidad, por necesidad de ser estimado.

Otros motivos son por mujeres que descuidan al marido por dedicación excesiva a los hijos, la venganza, depresión, rutina, por volver a sentirse vivo, consumo de pornografía, baja estima, involucramiento emocional con otra persona, volver a sentirse deseado/a, los hombres para reafirmar su masculinidad, por tener problemas internos no resueltos, y la lista continúa sin fin.

La infidelidad no es un evento fortuito, es el resultado de un largo proceso de distanciamiento espiritual, emocional y físico de la pareja. En otras palabras, la infidelidad comienza en el corazón, no en la cama. Cuando la ventana de intimidad se cierra en el matrimonio, se abre en otro lado.

La gran mentira que creen los infieles es que la infidelidad será extraordinaria. Pero aun para el infiel es un hecho traumático y doloroso. El adúltero se enferma porque miente y la mentira enferma a la persona. Genera mucho estrés tornándose en una carga emocional agobiante para la parte infiel. Tarde o temprano toda infidelidad sale a la luz trayendo devastación a todos los involucrados.

El sabio Salomón dijo: “¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que se quemen sus vestidos? así es el que se llega a la mujer de su prójimo, no quedará impune ninguno que la tocare. Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento, el que así actúa se destruye a sí mismo. Heridas y vergüenza hallará; y su afrenta no será borrada”.

La realidad es que todos estamos expuestos a la infidelidad a diario, pero, como dijimos, no es algo fortuito, es una decisión del corazón. El hecho de no encontrar satisfacción en el matrimonio no habilita a nadie buscar afuera lo que no se encuentra en la relación de pareja. Pero hay luces rojas que nos indican claramente que la infidelidad está rondando cerca.

Si te sientes identificado con la siguiente lista, debes hacer algo urgente al respecto.

  • Has fantaseado en cómo sería tu vida si te divorciaras y volvieras a estar soltero. Este sentimiento surge cuando las crisis son frecuentes y la frustración se hace presente por la condición de la relación que se va deteriorando cada vez más.
  • Hablamos, pero no nos comunicamos. Las únicas conversaciones son de cosas superficiales relacionadas a los hijos, el trabajo o el clima.
  • Prefieres desahogar tus luchas y frustraciones con terceras personas pues no sientes conexión con tu cónyuge.
  • Eres el único que busca restaurar la relación.
  • Se ignoran, aunque se encuentren solos en una habitación, y actúan como extraños.
  • La intimidad sexual es cada vez menos frecuente.
  • Te sientes mejor cuando estás solo o sola.

Frente a la traición del cónyuge debemos evitar el pensamiento catastrófico. Puedes llegar a pensar que es imposible la restauración o que ya es tarde para hablar del tema y creer que la única opción es el divorcio, pero nunca olvides que Dios puede traer vida aun debajo de las cenizas.

Qué hacer:

  • Deja de culparte y de buscar culpables.
  • Nunca involucres a los hijos.
  • No busques venganza.
  • No tomes ninguna decisión apresurada (divorcio, huir, etc.).
  • Buscar ayuda emocional y espiritual.