No le prestamos mucha atención. Pasa desapercibida porque se disfraza de lo cotidiano, pero si toma el control puede acabar con la creatividad y con nuestros mejores sueños: se llama “rutina”.
La rutina es necesaria para llevar adelante nuestra vida. Tanto en lo familiar como en lo laboral necesitamos respetar un sinnúmero de actividades que hay que realizar porque son parte indispensable del día a día.
Pero cuando no la rompemos cada tanto, cuando nos enfocamos como autómatas en lo que debemos hacer creyendo que todo merece una repetición casi estudiada, corremos el riesgo de anquilosarnos. Esta no es una palabra que usemos mucho hoy en día. Pero que no la usemos no significa que no nos suceda.
Recordemos que la manera en que creemos sentirnos tiene un efecto directo en la forma como realmente nos sentimos. Si buscamos en el diccionario “Anquilosarse”, significa, ni más ni menos, que paralizarse o detenerse en el propio desarrollo.
Conozco una historia sobre una buena persona que fue perdiendo su vitalidad a tal punto que pasó de ser un excelente profesor universitario, a vivir sentado en su cuarto sin ninguna motivación. No presentaba ninguna patología clínica. Solo que había perdido su energía vital, se había anquilosado.
Siguiendo los consejos de un buen amigo, se tomó un tiempo de descanso en una hermosa cabaña cerca de un río llevando solo lo necesario y su Biblia como acompañante. En unos meses regresó renovado y con nuevas expectativas. Creo que debemos prestar especial atención a los factores que pueden llevarnos a no avanzar ni desarrollarnos en diferentes áreas.
«En la Biblia se habla de ´ríos de agua de vida´ que brotarán en nuestro interior al creer en Jesús. Parece que la fe tiene una íntima correlación con la vivificación a tal punto que la compara con ríos saltarines».
Vanesa de Cairus, fundadora del Centro Cristiano del Oeste.
Jesús mismo, en Juan 10:10, aclaró que Él había venido para que tengamos vida y vida en abundancia… ¡Uau! Ríos saltarines, vida abundante… Todo eso me habla de una plenitud maravillosa, pero la realidad es que muchas veces nuestro corazón se parece más a un estanque seco, a un viejo pozo abandonado donde se sabe que alguna vez hubo agua.
Yo pasé un tiempo así
Parecía que mis ideas se habían evaporado. Sentía que había vivido todo lo que tenía para vivir. Y en lugar de renovación sentía un gran cansancio que se asemejaba al aburrimiento extremo. Un día, leyendo sobre el entusiasmo, me di cuenta de que esa es una palabra espiritual.
“Entusiasmo” viene del griego y que quiere decir ‘soplo interior de Dios’. O sea, que estar entusiasmado no es otra cosa que sentir ese soplo y encontrar en Él tu propósito. En mi caso, yo sabía cuál era el propósito, solo que era como una sequía de entusiasmo.
Así que hice lo que sé hacer, que es orar al Señor, y de manera sincera, casi infantil, le dije: “Señor, me siento seca y vacía. No tengo entusiasmo y me siento aburrida. Quiero sentir esos ríos de agua viva fluyendo en mi corazón y te pido que pongas en mi vida nuevos propósitos”.
A Dios le encantan las oraciones sencillas y francas. Y un nuevo entusiasmo empezó a inundarme. Si entusiasmo significa sentir ese soplo quiere decir que, cuando nos paramos en sus promesas y nos abrazamos a su Palabra, viene la motivación. Pero no voy a quedarme solo en la parte espiritual…
Descubrí algunas cosas prácticas que me gustaría compartir:
- Soy sociable por naturaleza, así que, ya he comprobado que compartir un café o una charla con personas que me inspiran me renueva.
- Estar en contacto con la naturaleza me hace ver la belleza de la creación y me recuerda que un Dios que está en tantos detalles no pasará nunca por alto mi oración.
- Escuchar música suave es de inspiración y motiva mis actividades cotidianas.
- Trato de romper rutinas cada tanto: comer en otro lugar, salir al campo, ver una película linda que me distraiga o un documental sobre viajeros que me muestre otros lugares y hacer pequeños cambios en casa como cambiar el color del mantel y los almohadones, por ejemplo.
Sobre todo, trato de recordar que hay un tiempo para cada cosa, como dice Eclesiastés 3, y que tengo la oportunidad de hacer todas las cosas que hago. Si me enfoco en lo que tengo que hacer como obligación me restará energías, pero si cambio mi mirada y pienso que tengo la oportunidad de hacer todas esas cosas, me centro en la gratitud.
«Como en todo, hay que trabajar en nuestro interior, confiando en el Señor, pero no dejándole todo a Él».
Vanesa de Cairus, fundadora del Centro Cristiano del Oeste.
Hay cambios que Él espera que hagamos nosotras y que están a nuestro alcance… Créanme, se puede madurar con alegría y entusiasmo evitando el anquilosamiento.
Alguien dijo que renovarse es vivir. Y es verdad. Es más que una frase publicitaria. Podemos adoptarlo como un estilo de vida. Podemos decir como el salmista en el Salmo 23 : “… Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar”.
Rebosar es una palabra que me encanta. Descubrir palabras bellas para trabajar sobre mis pensamientos es parte de este proceso de renovación. Pero ese tema lo dejo para una próxima nota.
¡Bendecida semana!