Quisiera alertar acerca del grooming, un fenómeno más recurrente y dañino de lo que solemos sospechar, resaltando patrones de comportamiento que sería fantástico que todos pudiéramos identificar.
¿Cómo actúa el groomer?
El groomer suele ser una persona que dispone de mucho tiempo para navegar en internet. En la mayoría de los casos, no contacta a menores al azar, sino que busca y explora a los menores que cumplen con sus gustos personales. Sí, suena chocante, pero busca el tipo de menores que le gustan, puede ser por la edad, sexo, fisonomía, características físicas.
Busca en las redes sociales a sus víctimas, estudia sus gustos y rutinas. Una vez que ya la seleccionó, recopila información del entorno, en donde vive, amistades, familia, escuela. En este punto, va haciendo anotaciones de los diferentes objetivos, y con esto, se dispone a crear el perfil falso con imágenes de menores, teniendo en cuenta los gustos del elegido.
«No lo contacta directamente, sino que lo va ‘rodeando’ mandándole solicitudes de amistad al entorno»
David Fuentes, Ingeniero en Telecomunicaciones. Especialista en Cibercrimen. Responsable del área de Delitos Complejos del Poder Judicial
El groomer se va preparando para cuando le envíe solicitud a la víctima ya cuente con varios amigos en común. Estos pueden ser algunos contactos de la escuela, otros del club o de la actividad que realice, incluso de diferentes plataformas de redes sociales, si es necesario. Esto lo utilizará como ventaja, dándole una falsa sensación de seguridad a la víctima que sabe que chequeará las amistades en común. Una vez contactada, siempre se comunicará por chat ya que es un modo de ocultarse, nunca videollamada ni audio.
La imitará en su modo de expresarse buscando empatía, le hablará frecuentemente buscando información clave, tales como relación con los padres y sus rutinas laborales, horarios en que está sola, a qué hora se duerme, dónde asiste, características de la vivienda, recorridos del colegio, elementos que le servirán a posterior.
Una vez afianzada la amistad, comenzará a realizar conversaciones inapropiadas, enviando fotos íntimas de otros menores y desafiando a la víctima a que realice lo mismo. Y si se niega, usará frases típicas tales como: “¿No me tienes confianza?”, “¡Ya nos conocemos hace tiempo!”, “Ya eres grande y no hace falta que le cuentes nada a tus papás”, “Esto es un secreto entre nosotros”.
Busca naturalizar este tipo de temática con el fin de que le mande contenido íntimo. Cuando lo consigue, se nutre de este y, si el menor se niega, en algún momento, después de que ya mandó contenido íntimo, comienza la etapa de sextorsión (explotación sexual), amenazándolo de que hará público con su entorno el material que ya tiene.
¿Cómo podemos prevenirlo?
Al ser un delito donde está en juego el uso de redes sociales por parte de un menor, y siendo las redes el medio de permanente uso para comunicación, educación, ocio y diversión de este, la sobreexposición fomenta a que actúen con excesiva confianza y sin los debidos cuidados. Por eso es importante charlar los tiempos y horarios frente a pantallas, si sí, ya sé, no me tiren con nada, nadie dijo que fuera fácil, pero si no se aborda, no se solucionará por sí solo.
«para erradicar este delito es fundamental informarse»
David Fuentes, Ingeniero en Telecomunicaciones. Especialista en Cibercrimen. Responsable del área de Delitos Complejos del Poder Judicial
Es necesario que los padres tengamos presencia en la vida online de los hijos, así como conocemos sus actividades en su vida diaria, la escuela, el club, sus amistades, es necesario conocer también su vida online, las redes sociales que utilizan, qué páginas visitan habitualmente, gente con la que interactúan, etc.
Si bien muchas veces pensamos que nuestros hijos saben mucho más que nosotros en el uso de las nuevas tecnologías, no debemos dejar de acompañarlos e informarles sobre los riesgos que existen en internet. Hace falta compromiso en la educación digital para padres y tutores también.
La prevención es factible si uno está cerca de ellos, manteniendo una relación de confianza para saber qué hacen en ese entorno, quiénes son sus amigos, sus contactos. Si hay algo extraño en las charlas con ellos, que se animen a contarlo, ya sea en su contenido o en la forma del diálogo entablado.
Asimismo, hay que prestar más atención a lo que sea de índole sexual. Al ser temas delicados o vergonzosos, es posible que no quieran dar a conocer si les ocurrió algo. Hagámosle saber que a cualquiera le puede ocurrir y que lo malo es no contarlo. Por ello se debe crear una relación de comodidad donde el menor pueda sentirse en confianza de dialogar temas como estos.
Lamentablemente, en mi trabajo cotidiano uno ve cómo los menores entran en confianza y comparten información de su familia, sus hermanos, su colegio, amigos, entablan conversaciones y envío de imágenes íntimas sin temor ni vergüenza. El groomer sabe cómo entablar esa relación de confianza con el menor.
Se les debe informar que no deben hablar con desconocidos, no brindarles información sensible de ellos si no saben a ciencia cierta quién está del otro lado, utilizar a conciencia sus plataformas, ayudarlos a configurar su privacidad en redes sociales. No permitir que se encierren solos con sus pantallas, que cuiden su intimidad, que no accedan a pedidos incómodos, que si les pasa lo cuenten a una persona mayor de confianza y que no borren los contenidos y las charlas.
¿Cómo nos damos cuenta si un menor está estableciendo contacto con un groomer?
Existen listados dando vueltas por internet sobre las señales de alerta para observar en un menor que está siendo víctima de grooming. Se asemeja un poco al retraimiento social que manifiestan menores que sufren abuso sexual, ya que están siendo vulnerados en su intimidad y reaccionan con cambios de comportamiento.
En la práctica pude observar testimonios de padres aturdidos que les cuesta asimilar la realidad de lo que les estaba pasando y comentaban los siguientes síntomas: Experimentan desorden en la alimentación, están distraídos más frecuentemente, hacen ocultamiento de sus comunicaciones en el teléfono y ponen contraseña, tienden a estar más tiempo pendientes de las notificaciones del móvil, padecen insomnio digital, tienden al aislamiento y encierro para mensajear, tienen reacciones agresivas ante la confrontación.
También se los nota apáticos a las actividades de la vida offline, mienten con mayor frecuencia, se los nota tensos permanentemente, no quieren salir de la casa, cambian la relación con los adultos del entorno y hasta sienten mareos.
Sé que este listado puede confundirse con el comportamiento de un niño entrando a la adolescencia y esto nos pone de cabeza. Pero quiero apoyarme en el criterio que tenemos como adultos y padres que conocemos a nuestros chicos, para saber diferenciar entre el comportamiento raro típico y el comportamiento más raro y atípico.
¿Qué recomendaciones pueden brindarles los padres a sus hijos respecto del uso de redes?
Un buen comienzo es enseñarles a usar responsablemente internet y las redes sociales. Tienen que saber sobre los riesgos que corren y aclararles cómo funcionan las herramientas de protección. Es un buen consejo decirles que no hay que compartir contraseñas, información o imágenes comprometedoras por medios electrónicos, porque lo que se sube a internet no se borra nunca y pasa a ser de todo el planeta.
Otro punto donde se los puede ayudar es en la configuración de la privacidad en las redes sociales para que ellos vean qué información es accesible para los demás, evitando usar sus nombres completos y datos personales. Hay que conversar mucho con ellos sobre todo el concepto de privacidad y así poder formarles un pensamiento crítico a la hora de publicar información o imágenes en las redes. Esto va a permitir generar puntos de encuentro relacionados con estas o con sitios de internet. El diálogo y la confianza con los chicos siempre es lo más importante.
¿Y por dónde arranco?
Aquí te dejo unas preguntas honestas que, bien abordadas, pueden generar un lindo diálogo: ¿Qué redes sociales usas? ¿Qué aplicación tienes instalada en el celular? ¿Qué información tuya das en esa aplicación o en la red social? ¿Qué te divierte? ¿Revisaste las configuraciones de privacidad? ¿A tu perfil lo puede ver cualquiera o solo tus contactos?
¿Lo que subes lo ve cualquiera o tus contactos? ¿Cuántos contactos tienes? ¿Los conoces en la vida real? ¿Tienes activada la geolocalización en tu celular? ¿Publicas información sensible como tu ubicación, domicilio, la escuela a la que vas? ¿Hay alguna persona que te esté molestando en las redes sociales?
¿Qué hacer ante un caso de grooming y dónde denunciar?
El grooming no es un juego, en Argentina es un delito penal y se encuentra descripto en la Ley 26904 sancionada el 13 de noviembre de 2013. ¿Y qué quiere decir esto? Que la justicia debe actuar, no es una situación que tenga que resolver el niño, su familia o su escuela.
«Es algo que nos afecta a todos y existen organismos judiciales y policiales que se especializan para identificar y detener a los groomers»
David Fuentes, Ingeniero en Telecomunicaciones. Especialista en Cibercrimen. Responsable del área de Delitos Complejos del Poder Judicial
Ante este delito se deben tener en cuenta los siguientes consejos:
- No borrar: no borres, destruyas o modifiques la información que poseas en los dispositivos relacionados con el hecho. La integridad de la información digital es vital para poder seguir con las causas que se inicien.
- No reenviar: nunca reenvíes la información (fotos, chats, videos, etc.) que constituyen el hecho.
- Denunciar formalmente: no realices “escraches” o difundas el hecho en redes sociales o grupos de chats.Puedes denunciar en comisarías o fiscalías cercanas a tu domicilio.