Hay cosas de nuestra vida que no deseamos hablar, no queremos tocar ciertas cuestiones que nos resultan difíciles de manejar. 

Para algunas se trata de su carácter, para otras de su físico; otras mujeres, en cambio, preferimos no hablar de temas familiares o personales. La mayoría de nosotras tenemos temas sensibles de los que no pretendemos hablar y tampoco queremos que nos pregunten, porque de alguna manera no queremos exponernos. Quizás porque nos sentimos vulnerables o tal vez porque directamente no nos interesa tratar sobre ello. 

Estos asuntos que muchas veces ocupan nuestros pensamientos, por lo general, son situaciones que no podemos resolver por nosotras mismas. Tal vez porque hay partes de nuestro carácter que no sabemos cómo cambiar, porque hemos estado renegando con nuestro cuerpo, pero no tenemos la fuerza de voluntad para producir un cambio y mejorar nuestra salud y bienestar. 

Quizás porque hay ciertos pensamientos que nos dan vergüenza de nosotras mismas o porque tenemos deseos que no podemos controlar, porque la ansiedad nos está ganando y no la podemos ni nombrar. Cuántos temas te podría enumerar que ocupan nuestro corazón y nos resulta difícil encontrarles una solución. Pero mientras más los evitamos, más grandes se nos hacen.

Trasplantarse

No soy mucho de las plantas, no he nacido con esa facilidad para cuidarlas, pero algunas me han sobrevivido en los últimos meses. Tenía dos muy bellas en hermosas macetas de cemento que cuidaba mucho. Hace unas semanas sopló un viento fuerte. Las plantas estaban ubicadas al lado de una lona que ese día ventoso las golpeó hasta hacerlas caer y romperse. 

¡No sabes la tristeza que sentí al verlas en el piso desparramadas! Tuve que sustituir las macetas rápidamente para no perder las plantas, así que compré unas más grandes y más fuertes. Al trasplantarlas y agregarles tierra se volvieron más brillantes y grandes, hasta tenían un aspecto más fuerte en general.

Así pasa con nuestra vida, incluso cuando todo puede “estar hermoso”, como pasó con mis macetas, en el trajín del día a día algunas cosas se rompen y necesitan ser trasplantadas para dar lugar a que pueda surgir algo mejor. Mis plantas parecían saludables, pero por la situación a la que se vieron expuestas hubo que volver a armarlas, y hoy están mejor. 

Debemos dejar que el Espíritu Santo ilumine nuestro corazón y nos muestre cuáles son esas áreas que nos están agobiando en nuestro cuerpo y alma. Y en este proceso necesitamos encontrar personas de confianza con las que podamos abrir nuestro corazón y exponer incluso la vergüenza más grande que tenemos, o esos asuntos que están controlando nuestros pensamientos y hasta nuestra vida, porque el agobio impide que pueda surgir nuestra mejor versión.

Quizás esa persona que nos apoye sea alguien de la familia, de la congregación, o un profesional que pueda entendernos y acompañarnos en el proceso de cambio que necesitamos para alcanzar ese objetivo de superar lo que nos agobia.

Yo he tenido muchas de esas personas a lo largo de mi vida. Nunca han sido las mismas. En una oportunidad tuve una nutricionista que me ayudó a manejar mi ansiedad y a adquirir disciplina para comer, en otra tuve a mis hermanas que fueron mi sostén cuando me sentía débil y pensaba que nadie entendía quién era. En otras fue mi esposo que me ayudó a fortalecer las áreas débiles en mi carácter, hermanos de la iglesia que me dieron gozo en medio de las tormentas.

No tengas miedo de mostrar lo que te duele o aqueja, de sentirte o mostrarte vulnerable, siempre con personas que sean confiables dentro de tu entorno, porque esa exposición de tu debilidad será lo que determine, con tiempo y trabajo, que te conviertas en alguien más fuerte y saludable.

No tengas miedo, seleccioná quien es el más capaz de poder ayudarte con lo que te está pasando, no lo escondas, no le huyas, enfrentá tu debilidad y dejá que Dios a través de las personas que tenés alrededor te sorprenda con lo que puedes hacer. 

Buscá ayuda, superá tus temores, sé valiente y creá oportunidades para crecer y seguir avanzando, abrí tu corazón para que pueda sanar y puedas expandirte y desarrollarte para sacar todo lo que Dios ha depositado en tu interior. No desistas, aunque sea difícil, perseverá y verás que con el tiempo vas a alcanzar metas que nunca te habías imaginado y habrás ganado relaciones que te enriquecerán durante toda tu vida ¡Ánimo, lo podés lograr!