Muchos son los desafíos que surgen al relacionarnos con otras personas y, como mujeres, es muy importante que fomentemos vínculos sanos, esos que ven el oro en polvo en otros y no les exigen ser el producto final, es decir, tratar como queremos que nos traten.

Ya sea que seas parte de una relación de amistad, amorosa o de un vínculo filial, trabajar los aspectos desarrollados a continuación ayudará a que te vincules de manera sana y detectes a tiempo cuando una relación no es edificante. 

  1. Escuchar activamente

Escuchar activamente es invertir tiempo en prestarle el oído al otro, sin interrumpir, sin aconsejar a menos que se nos pida, sin filtrar su experiencia a través de nuestras vivencias, repreguntando para entender mejor, escuchando también el lenguaje corporal (no solo el verbal) y empatizando con las emociones transmitidas en su mensaje. ¿Cuántas veces estamos tan subsumidas en nuestros quehaceres y pensamientos que escuchar a otros se convierte en “una tarea más” de todo lo que tenemos que hacer?

«Entender que el foco está en el bienestar del otro y no en mi sabiduría para aconsejar «

Constanza Martínez, escritora y project manager en una empresa de interpretación remota

Esta una de las claves de aprender a escuchar activamente y también nos ayuda a distinguir quién nos escucha de esa manera. “Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse”, (Santiago 1:19).

  1. Expresarse sin miedo a ser juzgada

Es muy importante que encuentres el espacio para expresar absolutamente todo lo que piensas sin temor a ser juzgada por lo que dices y también que generes habitación para que otros encuentren en ti ese refugio a donde pueden ser ellos sin miedo a ser señalados. Si tienes que pensar las cosas demasiado antes de decirlas porque la otra persona suele “atacar” lo que expresas, esa relación terminará silenciándote si no deciden trabajar sobre eso buscando ayuda externa.

“En esa clase de amor no hay temor, porque el amor perfecto expulsa todo temor. Si tenemos miedo es por temor al castigo, y esto muestra que no hemos experimentado plenamente el perfecto amor de Dios”, (1 Juan 4:18). Procuremos rodearnos de personas en las que encontramos libertad y seamos mujeres en las que otros encuentren libertad: de eso se trata el verdadero amor que Dios nos enseña.

  1. Tener una identidad sana 

Cómo tratamos a otros está en estrecha vinculación con la construcción de nuestra identidad. Para poder ser parte de relaciones sanas, nuestra visión de nosotras mismas debe estar a la altura de quiénes fuimos creadas a ser.

«2 sin pensar que somos, tenemos o sabemos más que otros, y sin sentirnos menos que otros tampoco» 

Constanza Martínez, escritora y project manager en una empresa de interpretación remota

“Ninguno se crea mejor de lo que realmente es. Sean realistas al evaluarse a ustedes mismos, háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado,” (Romanos 12:3). Encontramos el balance al leer la Biblia y sumergirnos completamente en quienes Dios dice que somos, mientras nos aferramos a ese futuro de bien y esperanza que diseñó para cada una de nosotras (Jeremías 29:11). 

  1. Expandir el entorno social

¿Alguna vez estuviste en una relación en la que sentías que no había apertura para conocer a más personas? Ese tipo de actitudes que comienzan de manera sutil al principio pueden convertirse en un monstruo si no se trabajan y no se pide ayuda. 

Ninguna relación es sana cuando se encierra en ella misma y no comparte con otros. Tener una actitud enseñable ayuda a que podamos abrir nuestro círculo a personas de las que podemos aprender y con quienes podemos crecer hacia un destino todavía más glorioso. 

  1. Pedir consejo 

A veces, solemos asociar el pedir consejo con falta de independencia como mujeres, pero, por el contrario, la que sabe elegir buenos consejeros dará pasos con más firmeza y seguridad hacia la construcción de relaciones duraderas y sanas. “Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros”, (Proverbios 15:12).

Callarse y esperar que el tiempo mejore la manera en la que te relacionas con otros no es una solución efectiva. Si hay algo que tienes que trabajar o que te gustaría que la otra parte trabaje, anímate a dar el paso de buscar ayuda de terceros que sean objetivos y que puedan brindarles apoyo en el proceso de cambio. 

¡Seamos constructoras de relaciones sanas!

28 años.Casada con Nicolás Vilaseca con quién son padres de Ian. Traductora Pública de Inglés, trabajó como docente y hoy se desempeña como Project Manager en una empresa de interpretación remota. Autora del libro Dormancia y, por sobre todo eso, ama a Jesús con todo lo que es.