¿Todavía Dios se mueve como lo hizo en la Iglesia primitiva? ¿Los dones espirituales cesaron? Un debate que separa las aguas, una realidad que demanda interpretación bíblica; dejemos que sea el texto el que hable.

Si bien los pentecostales podríamos “rasgarnos las vestiduras” al escuchar a un cesacionista, lo cierto es que actualmente muchos creen que lo que leemos en el Nuevo Testamento es la historia de un movimiento en los dones que quedó allí, en la era apostólica. Ante esta controversia, necesitamos ir a la Palabra, para que sea ella, por la luz que trae el Espíritu, quien dé claridad. 

Inicialmente, necesitamos saber qué dice un cesacionista, y al respecto hay una cuestión fundamental: ellos no dicen “Los dones no existen más”, sino que hoy no hay cristianos que desarrollen ciertos dones como un ministerio. Dicen por ejemplo: “Dios opera un milagro por la oración de un justo; no por uno que posea un don de sanidad”. 

Los cesacionistas sostienen que la manifestación de “algunos dones” solo fue llevada adelante por los apóstoles y que una vez terminada su carrera, cesaron.

Citan por ejemplo a Pablo resaltando que las manifestaciones eran  “señales de apóstol” (2 Corintios 12:12, RVR1960). Seguramente estaríamos prestos a mencionar a Felipe y Esteban, por ejemplo, pero dirán “ellos fueron ayudantes de apóstoles”. ¿Y qué hacemos con Silas y Judas en Hechos 15:32 que también eran profetas; con las cuatro hijas de Felipe (Hechos 21:8,9), con el ministerio de Ágabo mencionado en Hechos 11:27 y Hechos 21:10, o los nombrados en Hechos 13:1?

Podemos escuchar incluso que Pablo no pudo sanar a Timoteo, Epafrodito o Trófimo, porque ya no fluían en él los dones como en el principio y que esto significa que iban cesando. Por lo general los pasajes propuestos son recortes que no pueden hilarse con el relato bíblico completo; así los argumentos parecieran debilitarse.

Revelación, milagros y lenguas: ¿realidad presente o historia apostólica?

Existen tres principios defendidos por los cesacionistas, a saber, la interpretación se cerró con Apocalipsis, así que no hay ministerio profético; el don de milagros o de sanidad fue solo para los apóstoles. Las lenguas fueron para la época primitiva y solo como una señal para los judíos, no para hoy. 

Antes que nada, es imposible encontrar un solo pasaje o versículo que delimite el fin de la manifestación de los dones por medio de los creyentes, una vez que los apóstoles fallecieron. No existe. Sí, Hechos nos cuenta la historia apostólica, pero esto no alcanza para sostener el fin de los ministerios mencionados. 

Con respecto a la revelación, acordamos en que finalizó con el Apocalipsis; pero esto no se vincula con la manifestación del don de profecía. Si hablamos de las sanidades, los hermanos cesacionistas nos dirán que ya no existen cristianos que ejerzan el don porque esa etapa concluyó en la Iglesia primitiva. 

¿Será que Dios limitó a una época su mover y sus instrumentos? ¿Qué hacemos con versículos como 1 Corintios 1:7 en donde agradeciendo el desarrollo de los dones, Pablo reconoce que estos fluirán hasta la manifestación de Jesucristo?

La continuidad o no de las lenguas es un tema de gran debate; los cesacionistas mencionan que solo se manifestaron como señal a los judíos, siempre como una “glosa”, es decir, lengua en algún idioma particular. ¿Alcanzan los pasajes que abordan el tema para sostener esto? ¿No escuchamos a Pablo regular su uso aconsejando que además se profetice? Es más, sostiene que esto se realiza para edificación de la Iglesia, sin diferenciar judíos de gentiles (1 Corintios 14:4,29; Efesios 4:11,12; 1 Pedro 4:10).

Los pentecostales también debemos reconocer nuestros puntos grises, esos que nos han llevado a tantos excesos, porque nosotros también “recortamos”.  ¿Cómo cuadra la práctica del hablar en lenguas sin límite alguno con  “hablen dos —o cuando mucho tres—, cada uno por turno”  o con “Si no hay interprete…” (1 Corintios 14:26-28). ¿No está eso también en el texto?  Y claro que podemos construir una argumentación que cuadre con nuestra práctica; y en eso comienza la lucha entre “la paja y la viga”.

Pasajes que aúnan el tema y lo regulan son 1 Corintios 12 y 14; allí se evidencia que los dones pueden ser desarrollados por todos; que hay creyentes con dones de sanidad, y ministerio profético, así como Efesios 4:11. Cada una de las cartas muestra el desarrollo de los dones más allá de los apóstoles, aún en una iglesia como la de Roma que no fue fundada por Pablo.

Hay una verdad que atraviesa este mínimo análisis: Dios es todopoderoso, sobrenatural e ilimitado.

Él todavía se mueve; podemos resistirnos porque no tuvimos la experiencia o vivir de experiencias poco fundadas en el texto. El debate sigue abierto y cada vez que tendamos a los extremos, nos alejaremos del centro que es Cristo, su obra y su legado. El Padre envió al Hijo, el Hijo dejó al Espíritu, y necesitamos volver a la fuente para que sea Él quien se mueva según su multiforme gracia. 

Ministro Licenciado de la UAD. Lleva adelante una labor docente en el Instituto Bíblico Río de la Plata; Institutos externos e IETE. Forma parte del Equipo Nacional de Escuela Bíblica Sub departamento del DEC, UAD. Es parte del cuerpo docente de la ONG Mujeres por la Nación.