El 31 de diciembre de 2020, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación publicó el documento de la Segunda Contribución Determinada a Nivel Nacional, en donde se establece el aporte que realizará para lograr los objetivos del Acuerdo de París.

Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) son las acciones que todos los países que forman parte de la Convención Marco sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (CMNUCC) deben llevar a cabo para intensificar sus acciones contra el cambio climático. 

Estas pueden ser para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), es decir, acciones de mitigación, o para adaptarse a los impactos producidos por ese fenómeno, que constituyen acciones de adaptación. En el mismo se proponen medidas de mitigación transversales y sectoriales para alcanzar la meta de no exceder la emisión neta de 359 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente (MtCO2e) en el año 2030, aplicable a todos los sectores de la economía.

El Acuerdo de París constituye un compromiso significativo de los países firmantes con respecto al cambio climático, para lograr mantener la temperatura por debajo de los 1,5° C de temperatura media global. Este compromiso, en Argentina, fue ratificado mediante la Ley N.º 27 270, promulgada en septiembre de 2016 y ahora viene a redoblarse con la Segunda Contribución publicada el pasado diciembre. 

Esta última plantea una estrategia de reconstrucción nacional pospandemia basada en el desarrollo sostenible, en el marco de la Ley N.º 27 520 de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global, que da un marco avanzado institucional, normativo y estratégico para implementar la adaptación a nivel nacional y subnacional.

Estos compromisos son importantes en Argentina ya que se trata de un país en desarrollo particularmente vulnerable a los efectos adversos del cambio climático.

Las principales amenazas de la región ocurren debido a la existencia de zonas costeras bajas, zonas áridas y semiáridas, zonas con cobertura forestal y zonas expuestas al deterioro forestal, zonas propensas a los desastres, zonas expuestas a la sequía y desertificación, y zonas de ecosistemas frágiles, incluidos ecosistemas montañosos. 

El aumento de la temperatura media anual da origen a nuevas vulnerabilidades de gran impacto en el balance hídrico ya que existen riesgos de retrocesos de glaciares y caudales en ríos de la Cuenca del Plata, aumentos del nivel del mar y alta frecuencia de precipitaciones extremas e inundaciones. Esto pone en peligro los ecosistemas y el bienestar de las especies que vivimos en ellos.

Gases de efecto invernadero

Desde los últimos años del siglo XIX, la temperatura media de la superficie terrestre ha aumentado más de 0,6º C debido al proceso de industrialización y, en particular, a la combustión de cantidades cada vez mayores de petróleo y carbón, la tala de bosques y algunos métodos de explotación agrícola.

Estas actividades han aumentado el volumen de gases de efecto invernadero (principalmente metano, dióxido de carbono, óxido nitroso, clorofluorocarbonos, hidrofluorocarbonos y hexafluoruro de azufre), incrementando la temperatura del planeta y modificando el clima. 

Es por ello por lo que es vital que existan estrategias gubernamentales para conocer cuáles son los gases de la atmósfera y sus fuentes, de manera de ver el estado de situación para poder mejorar nuestro comportamiento y planificar nuevos compromisos de mitigación. Esto para reforzar la respuesta mundial que tiene como objetivo mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2º C y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento a 1,5º C con respecto a los niveles preindustriales.

En ese sentido es que se realiza el Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que contabiliza los gases emitidos y absorbidos de la atmósfera durante un año calendario para el territorio argentino.

El último relevamiento de emisiones por subsector permitió reconocer que —si bien la tendencia de emisiones de GEI fue disminuyendo en los últimos años desde el 2014 .

La ganadería, el transporte y la generación de electricidad siguen siendo las actividades que constituyen sus principales fuentes

Esto nos lleva a pensar en qué contribuciones podemos hacer nosotros, los ciudadanos y consumidores, para que —junto con las medidas de los Estados— logremos mitigar los efectos nocivos del cambio climático y sus consecuencias devastadoras no solo en el medioambiente, sino también en nuestro bienestar. 

Existen algunos cambios cotidianos que podemos implementar, como utilizar el transporte público, caminar o andar en bicicleta en vez de usar el auto; ahorrar energía y agua; gestionar correctamente los residuos; disminuir el consumo de carnes rojas (debido a que su producción conlleva a un número significativamente mayor de emisiones de gases de efecto invernadero que la de pollo, frutas, verduras y cereales) y tomar una actitud proactiva para evitar la pérdida de bosques (¡plantar un solo árbol colabora a absorber hasta una tonelada de dióxido de carbono!).

Por otro lado, tomar conciencia sobre el cambio climático y llevar a cabo acciones que ayuden a frenarlo también implica empezar a trabajar desde nuestro lugar para ver cumplido uno de los sueños establecidos para 2030 en el Segundo NDC, que es que

“los argentinos y las argentinas tengan conocimiento sobre los efectos adversos del cambio climático, las correspondientes medidas de adaptación y construyan capacidades que les permitan responder solidariamente al desafío urgente de proteger el planeta”