En el 2018 llegué a Argentina con mucha expectativa. Soy ecuatoriano y había escuchado mucho sobre la universidad a la que iba a realizar una maestría en Comunicación y Cultura.

Yo pensaba que hablaríamos de estrategias de marketing, cómo contextualizar campañas y productos, pero no, la universidad que había elegido hacía una aproximación filosófica, sociológica y teórica de mi profesión en una manera que jamás habría imaginado.

Así que, ahí estaba yo, en otro país, solo, escuchando sobre filósofos, corrientes filosóficas, cuestionamientos a la sociedad e incluso a las enseñanzas religiosas que yo había aprendido. Pensé que me equivoqué de universidad, de maestría, que quizá debía volver. ¿Cómo la filosofía se conectaba con mi vocación y con mi fe?

Ideas como el eterno retorno de Nietzsche, el devenir del ser mencionado por Delleuze, los capitales presentes en la sociedad según Gramsci, eran totalmente nuevas para mí y, sinceramente, me costaba comprenderlas. Me acerqué a ellas como algo teórico, que debía tratar de entender para aprobar una materia, pero Dios cambió eso. En lugar de ser teoría por memorizar, empecé a entender que eran las ideas que comparte mi generación y que vivieron generaciones anteriores.

Me di cuenta de que estudiar las ideas filosóficas es como mirar el esqueleto de una sociedad y darte cuenta de que así como piensan viven.

Allí fue cuando entendí a Daniel, el israelita que fue llevado cautivo a Babilonia. Los relatos cuentan que Daniel dominaba la cultura de los caldeos, aunque era extranjero en esa tierra. No se limitó a predicar o hacer evangelismo explosivo, sino que se adentró tanto en la cultura, que dominaba los saberes de forma magistral, aun más que los nacidos allí. 

Ese día entendí que la filosofía es una manera en la que tratamos de explicar lo que no entendemos, o lo que queremos entender mejor, y que Dios también la usa para fortalecer nuestra fe. No es una enemiga, es una herramienta. 

Lo aprendido se aplica

De vuelta en Ecuador, fundamos junto a dos amigos Biblia y Filosofía, una iniciativa para conectar la cultura popular, el pensamiento y la fe. En el camino descubrimos cómo es que el bien y el mal son ideas que van más allá de la religión, pero que requieren de un marco de referencia para establecerse y que los principios judeocristianos fueron la base de la moral que tenemos como sociedad. Hemos analizado el control que cuestionaba Foucault a través de la mirada de Joker, interpretado por Joaquin Phoenix, o hemos hablado de Aslan en función del trilema de Lewis

¡Hay tanto por descubrir! Pero eso requiere que nos atrevamos, como Daniel, a explorar y entender los pensamientos y corrientes que rigen nuestra época.

Implica que no tengamos miedo a escuchar lo que otros dicen y piensan, porque esto alimenta el conocimiento de la cultura en la que estamos. Es allí cuando entendemos cómo la posmodernidad se representa en Fortnite y, con la guía de Dios, podremos hacer una propuesta traducida a nuestra gente, a su realidad, con los elementos que ellos conocen.

Es allí cuando podemos conversar con un existencialista y decirle que en Eclesiastés encontrará alguien con quien identificarse. Es llevar nuestra fe, nuestras convicciones a la gente. Dios ama también a los académicos, a los universitarios que están sumergidos en mares de bibliografía, y si él los ama, pues nosotros debemos hacer nuestra parte para llegar a ellos.

Comunicador ecuatoriano enfocado en compartir su fe desde la cotidianidad. Autor de "Cristianos Digitales: tu fe más allá de un like". Cofundador de Biblia y Filosofía, iniciativa donde abordamos la fe, el pensamiento filosófico y la cultura popular. Creador de #reflexionesdebolsillo y escritor en Youversion. Productor y conductor de #ElAfter en Radio HCJB. Hijo, hermano, esposo y amigo.