Antes del inicio de un torneo deportivo universitario, la Asociación de Atletas Cristianos (FCA) organizó un culto evangelístico junto a la iglesia Crossland Community Church en Bowling Green, Kentucky. El evento incluyó momentos de adoración, predicación y un poderoso mover del Espíritu Santo que tocó profundamente a los asistentes.
Deportistas de distintos equipos se reunieron en un ambiente de unidad, dejando de lado la competencia para enfocarse en lo eterno. Como resultado, 29 atletas decidieron entregar sus vidas a Jesús y se bautizaron en ese mismo momento, testificando públicamente su fe en Cristo.
David Byrd, director de la FCA, describió la atmósfera espiritual que se vivió durante el culto:
“Lo que lo hizo realmente especial fue que estas jugadoras de sóftbol habían estado compitiendo entre sí todo el año. Habían pasado por muchos momentos competitivos juntas, pero el Señor se movía con tanta fuerza en la sala que no se sentía nada de ese espíritu competitivo. Era pacífico. Se podía sentir al Señor en la sala”.
Aunque las jugadoras del equipo de Jacksonville también fueron impactadas por el mensaje, tuvieron que retirarse antes del bautismo debido al toque de queda. Sin embargo, Dios tenía otros planes. Al día siguiente, los organizadores improvisaron un bautismo en la piscina del hotel, donde nuevamente el Espíritu de Dios se movió.
Esa noche, más de 80 universitarios se congregaron en el hotel para presenciar otro momento inolvidable: la entrenadora de Liberty University, Dot Richardson, compartió el Evangelio y bautizó a 26 jugadoras que decidieron seguir a Cristo.
Desde las redes sociales, la FCA celebró lo ocurrido con un poderoso mensaje:
“Dios tenía una historia mayor. [Ellas] pasaron de la muerte para la vida”.
Este testimonio impactó a la comunidad cristiana y evidenció cómo el Evangelio transforma vidas incluso en contextos seculares y competitivos. La decisión pública de fe y bautismo refleja una obediencia genuina y el comienzo de una nueva vida en Cristo.
La historia de estas jóvenes atletas universitarias nos recuerda que Dios puede obrar en cualquier lugar —desde una iglesia hasta una piscina de hotel—, llamando a las personas a experimentar la verdadera vida que solo Jesús ofrece.