Terminado septiembre y comenzando octubre, es lógico que el calor cada vez va a estar más presente en nuestro clima. Con el estado del tiempo cálido, es lógico que comience la floración y el brote de los árboles en general. 

Hay pocos frutales, como el almendro, la vid o el olivo, muy difundidos por la Tierra Santa, que Jesús y los profetas, entre otros, han utilizado como ejemplo en sus enseñanzas o profecías. En el Antiguo Testamento, generalmente eran profecías o aun ilustraciones. En el Nuevo Testamento tendrá lugar el relato de las parábolas, tan difundidas y de las cuales se han elaborado miles de prédicas y enseñanzas.

Uno de los frutales que más aparece en la Biblia es la higuera. Como un alimento esencial, rico en azúcares y carbohidratos, que se podía consumir tanto desecado como fresco —aún hasta el día de hoy— constituía una fruta esencial en la zona de Israel. Muy común en toda la zona, algunos de los profetas, como Amós, combinaron el oficio de pastor junto con el cultivo de higueras para subsistir.

Quizás el versículo más recordado sea el dicho por el mismo Jesús cuando advirtió “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama se enternece, y las hojas brotan, sabéis que el verano está cerca” (Mateo 24:32). No es mi objetivo determinar si esa advertencia es para nosotros o no. De algo estoy seguro: en mi casa la higuera ya ha brotado, y eso es lo mejor de la Biblia, contiene imágenes que impiden que se nos olviden sus enseñanzas. Por lo tanto, aprendamos más de este árbol mientras esperamos que llegue el verano. 

Un árbol típico del paisaje bíblico

“Aunque la higuera no florecerá, ni en las vides habrá frutos; mentirá la obra de la oliva, y los labrados no darán mantenimiento. Y las ovejas serán quitadas de la majada, y no habrá vacas en los corrales”, Habacuc 3:17.

Esta escritura podría sintetizar la economía de esta tierra, además de la alegría en medio de la incertidumbre. Según el Diccionario Ilustrado de la Biblia (Caribe: 1979), la higuera es un árbol de gran altura, entre 3 y 7 metros. Crece de forma irregular, y es cultivado desde la antigüedad; quizás, como ya dijimos en otras notas, ésta, el olivo y la vid son los árboles y frutas que más han acompañado al hombre a lo largo de su historia. 

Se destacaba su sombra, la cual es abundante y refrescante, valorada sobre todo en pleno verano, donde en la Tierra Santa el calor llega a ser abrasante. Como si fuera poco, es el único frutal —hasta donde llegan mis conocimientos— que produce dos frutos al año: uno al principio de la primavera, con distintos nombres —en nuestra provincia le llamamos “brevas”— y uno en el otoño, el higo en sí. 

La “obsesión” de Jesús con la higuera

Al leer los evangelios, la higuera se menciona reiteradas veces. No es, en realidad, una obsesión, sino que demuestra lo común que era este árbol en huertos, baldíos, montes o cualquier lugar donde se permitiera cultivar. 

Como ya dijimos antes, al final del capítulo 24 de Mateo se utiliza el simbolismo de este árbol como la imagen de ser el primero en brotar cuando arriba la temporada de calor. También es recordada la vez que Jesús maldijo la higuera por buscar frutos en ella, en Mateo 21: 18-21. 

En Lucas 13 se puede observar cómo los cultivos estaban organizados de manera desordenada o variada, al comentar la parábola del dueño de una parcela que tenía una higuera junto a sus viñas. El dueño pretendía buscar frutos en esa higuera por tercer año consecutivo. Al no hallarlos, ordenó a su siervo que la arrancara de su propiedad. Éste le pidió un año más de misericordia. Es así que se ejemplifica la bondad y la espera que tiene Dios con nosotros, entre otras enseñanzas que se pueden extraer de ellas. 

En el Evangelio de Juan, en el primer capítulo, Jesús se le presenta a Natanael, al cual le comentan que han encontrado al Mesías. Éste no cree al principio, hasta que Jesús le dice “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi… ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás”, Juan 1:48, 50. Esto nos refleja todos los detalles que contiene la Biblia y lo popular que era tener una higuera en el huerto de la casa. 

Hoy en día hemos cambiado los árboles por asfalto, las vacas y ovejas las recogemos del supermercado y la naturaleza sólo la vemos a través de pantallas. Lejos estoy de hacer un discurso ecologista o “verde”. Sin embargo, las parábolas nos dejan un claro mensaje: es importante observar la naturaleza. Para aprender, para dar gracias a Dios por ella o para extraer enseñanzas inolvidables de ella. La higuera, ese sencillo árbol, ha dejado múltiples ejemplos de ello.

Guido Márquez
Soy de Mendoza, Argentina. Profesor de Historia y casi Licenciado en Turismo. Espero que en mis notas no encuentres respuestas, sino preguntas. Que puedas mirar al pasado para enriquecerte, no para aburrirte.