Estamos transitando unas fechas muy particulares, demasiado emocionales, llenas de alegrías para unos; y para otros, bañadas de tristeza.

Este año fue bueno para muchas personas, pero a otras les dejó un mal sabor. Si alguno quizás cumplió sus sueños, para otros tal vez solo están cuando tocan la almohada. Este año puede que hayas tenido mucha ganancia, o desgraciadamente sufriste la mayor pérdida de tu vida.

Este año, este año…

Hoy quiero contarte sobre Ezequiel, una persona muy alegre que amaba a Dios con todo su corazón.

A principios de 2022 Ezequiel arrancó con las expectativas de que iba a ser un buen año, lleno de proyectos, de oportunidades, lleno de amor, amistad y familia, no esperaba ese ingrediente adicional que le quitaría la sonrisa.

Él seguía estando en un mundo donde caminaba en la calle y veía a personas con barbijos, manteniendo el distanciamiento social para prevenir el coronavirus y, aunque duela decirlo, observaba que la costumbre argentina del saludo con beso en el cachete y el abrazo estaba desapareciendo.

La pregunta es, ¿cada vez hay menos amor?, ¿o todo esto es solo pasajero? Acá arranca toda una seguidilla de sucesos sobre la vida de Eze.

¿Ya te había mencionado que Eze era bastante amoroso, no?

Creo que era de esperarlo, o si no, ¿quién se daría cuenta de la falta de besos y abrazos? A finales de febrero nuestro querido muchacho sufrió una terrible decepción amorosa, porque después de muchos años la persona que más amaba terminó por romperle el corazón.

Por ahí se escuchó el crujir de un quiebre dentro de su joven corazón. Mientras Ezequiel hacía por fuera su vida normal, por dentro su corazón hacía ruido. La gente a su alrededor le preguntaba “¿escuchaste eso?”, Y él con mucha vergüenza les decía que no.

Parecía que algo dentro de él se había quebrado.

Unos meses después llegó mayo, y Ezequiel se despertó con una terrible noticia: «el abuelo tiene COVID». Es que Eze siempre escuchaba de casos, pero nunca le tocó uno cercano.

Fueron 21 días de estar atentos a sus necesidades y orar con mucho fervor. A finales de mayo vino el doctor y lo sacó afuera de la habitación para decirle «disculpe, pero su abuelo no se encuentra bien, le queda poco, vaya preparándose junto a su familia para lo peor».

Al segundo día pasó lo esperado y devastador, el abuelo murió.

Ezequiel, con mucha tristeza y bronca en su corazón, le gritó a Dios desde su habitación “¿Por  qué? ¿Por qué me pasa esto? Yo soy el que te ama, yo soy el que te adora, no fallo y ni me equivoco, simplemente ¿por qué?”.

Para ese entonces el ruido en su corazón cada vez era más fuerte y ahora todos lo escuchaban. Los días pasaron lentos, hasta que llegó agosto. Era un día normal de esos de agosto, rutinario como de costumbre, cuando Eze se levantaba a las 4.00 de la mañana para ir a trabajar y tomaba el colectivo a las 5.00 para llegar a tiempo.

En el trabajo el jefe lo llamó por su apellido. No pintaba bien. Lo que vino después fue el jefe diciéndole que «la empresa está sufriendo una fuerte pérdida y vemos necesario el dar de baja a algunos empleados, usted es uno de ellos.

Yo me pregunto ¿Algo más podría pasarle a este muchacho? ¿Alguna mala noticia más? En ese agosto el corazón de Ezequiel terminó de quebrarse, ya no era capaz de disimular su ruido. La gente lo miraba romperse por dentro, pero él ya no sentía nada, ni siquiera vergüenza.

Su corazón había sido lastimado de tal manera que ya no sentía. Y se enojó. Eze estaba realmente enojado con Dios.

Pasaron los meses y ya para diciembre su relación con Dios estaba muerta, su corazón estaba roto y él ya no esperaba nada de las fiestas, y mucho menos de fin de año. La Navidad la pasó encerrado, casi no comió. Su depresión crecía y crecía.

El 29 de diciembre Ezequiel salió a caminar y mientras sus pasos se repetían escuchó una voz que le decía «Año nuevo, vida vieja». “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”, 2 Corintios 5:17.

Mientras caminaba derruido las lágrimas caían por sus ruinas y le dijo a Dios “¿Puedo volver a ser esa nueva criatura? ¿Tengo esa oportunidad de vuelta?”, “Jesús, estoy lastimado, mi corazón está roto, mi novia me dejó, mi abuelo falleció, estoy sin trabajo, no tengo nada, nunca más volveré a amarte como antes, nunca más tendré un corazón sano”.

Las lágrimas seguían cayendo cuando Dios le respondió: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”, Ezequiel 36:26.

“Corazón nuevo, yo puedo dártelo, pero es necesario que vuelvas a mí. Nunca dejaste de ser hijo, nunca dejé de amarte, y si me preguntas el por qué de tu situación no puedo decírtelo. Pero hay algo de lo que no te acordaste, es que todo obra para bien. Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8:28).

Ezequiel es un personaje real. Podrías ser vos, podría ser yo. Si de algo estoy seguro es que muchas veces no estamos tan lejos de Eze. Este año está por terminar, y creo que se te está presentando la misma oportunidad que a Eze: «AÑO NUEVO, VIDA VIEJA». Vamos, levantate y salí a festejar este inicio de año de la mejor manera. Tengo un dato que quiero que no se te olvide: «Todo nuevo», eso es lo que hace Dios en tu vida.

Creo fuertemente que no hace falta que sea 1 de enero para empezar de cero, para volver a ser nuevo, para que Dios renueve tu corazón, «HOY MISMO ESO PUEDE SUCEDER». Todavía hay mucho por delante; vamos, que ese corazoncito está esperando a ser renovado, y dale que esa relación con Dios está gritando por volver a estar al 100%.

Simplemente es, VIDA NUEVA.

Tengo 21 años y vivo en Argentina, Buenos Aires. Soy un pibe normal como vos que escribe y crea contenido para Dios. Creador y administrador de Adolescentes Cristianos. Hijo, hermano, líder en iglesia de adolescentes, escritor y por sobre todo un pibe que Dios eligió levantar.