“Estoy aterrada, mi hijo me acaba de decir que es gay”. Incontables veces he recibido mensajes parecidos a este con la pregunta inmediata ¿qué puedo hacer ahora?
Lo primero que debemos entender es que la afirmación “soy gay” es una mentira. No existe el cromosoma gay, dicho en otras palabras, nadie nació así. La homosexualidad es una conducta aprendida, y por lo tanto, puede ser desaprendida. Prueba de ello lo son las miles de personas que han redireccionado su identidad sexual.
Si bien, las razones que llevan a una persona a tomar este estilo de vida son muchas y complejas, lo cual no abordaremos en este artículo, lo primero que debemos hacer frente a esta declaración es mantener las líneas de comunicación abiertas para poder influenciar en ellos y ayudarlos a volver a encontrar el camino correcto.
Esto lo digo, pues, frente a la declaración que mencionamos arriba por parte de nuestros hijos. La respuesta habitual es la de condenación, rabia, gritos y enojo. Si ya lo ha hecho, debe acercarse a su ser querido y pedirle perdón, para que, de esa manera, puedan restaurar la relación. Recuerde, no podemos controlar las decisiones de las personas que amamos, pero podemos elegir cómo reaccionamos frente a lo que deciden.
Le pregunto, si su hijo le dijera que tiene una enfermedad terminal ¿reaccionaría de la misma manera o le diría, “buscaremos ayuda y saldremos de esta situación juntos”? Lo último que nuestros hijos o seres queridos necesitan oír son palabras de condenación en esos momentos de confusión en el cual se encuentran. Nuestro mensaje debe ser claro: “yo te amo, aunque debes saber que no estoy de acuerdo con tu conducta, pero mi amor no se fundamenta en lo que hagas o dejes de hacer”.
Son estos momentos en los cuales debemos aplicar Juan 1.14
“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, la gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”
Juan 1.14
Lea nuevamente. Jesús estaba lleno de “gracia y verdad”, es decir, la gracia es lo que nos habilita a amar y a darles a las personas lo que más necesitan aun cuando menos lo merecen. La gracia consiste en dar una segunda oportunidad, está llena de compasión y amor incondicional. Por otra parte, la verdad nos confronta con amor, y nos lleva nuevamente al camino correcto. Juan dice que Jesús estaba lleno de gracia y luego de verdad, es decir, primero nos abraza y luego nos corrige y confronta.
Algunas sugerencias de posibles acciones que podemos tomar frente a esta situación.
No tengan temor en pedir oración
Muchas personas tienen vergüenza de pedir oración por sus hijos en esta condición. La Biblia dice:
“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.
Gálatas 6.2
Abran su corazón delante de sus amigos íntimos y compartan el dolor y pesar por la situación de su hijo/a. Es exactamente esto en lo que consiste ser iglesia. El Padre del hijo pródigo no se avergonzó de su hijo delante de sus siervos cuando este regresó motivado por el amor incondicional. Sus hijos pródigos necesitan saber que, a pesar de su conducta, ustedes los siguen amando.
No busquen culpables
Sin importar cuán bien hagamos las cosas, nunca podremos tomar decisiones por nuestros hijos, pues cada ser humano tiene la libertad de elegir su destino. Como padres, podemos influenciar hasta el 99% sus decisiones, pero el 1% aún les pertenece a ellos.
Muchos padres que hoy tienen un hijo gay no pueden sobreponerse a la culpa, preguntándose constantemente, ¿Qué hicimos mal? ¿Dónde estuvo el error?
Cada vez que me encuentro con personas que están pasando por esta situación les recuerdo el caso de Adán y Eva. Tuvieron al mejor Padre del mundo, sin embargo, tomaron decisiones equivocadas.
Nuestro llamado como padres es:
- guiarlos lo mejor que podamos,
- descansar en Dios, que Él los guardará del mal,
- nunca desistir de ellos, aunque se encuentren lejos de Dios.
Buscar culpables nos separa y es eso lo que el enemigo desea. En lugar de ello, deben ponerse de acuerdo y clamar por la restauración de su hijo/a. Jesús dijo:
“Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo acerca de cualquier cosa que pidieren les será hecha por mi Padre que está en los cielos”
Mateo 18:19
El acuerdo tiene poder, es por eso que el enemigo constantemente busca dividir para luego destruir.
No descuiden el resto de tu familia
El dolor producido por un ser querido que tomó este estilo de vida hace que muchas veces nos olvidemos del resto de la familia. No permita que el dolor le prive de disfrutar al resto de sus familiares, convirtiéndo esta situación en el centro de su atención.
Nunca desistan
Una poderosa promesa de parte de Dios a los que tienen un hijo pródigo.
“Ustedes no darán a luz para maldición” Isaías 65.23
Párense sobre esta promesa de Dios y reclamen su cumplimiento. Ordénele directamente al enemigo que suelte a sus hijos.
Visualícenlos sirviendo a Dios, casados en matrimonios heterosexuales, con hijos, comprometidos en el servicio al Señor. Aunque David dice que los hijos son flechas en nuestras manos, y que una vez lanzadas al aire no hay mucho que podamos hacer humanamente hablando, espiritualmente tenemos un arma poderosa para seguir interviniendo en sus vidas, que es la intercesión y el clamor por ellos.
Veamos un ejemplo de lo que estamos diciendo. Jesús estaba caminando y venían dos ciegos que gritaban: “Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí”. Jesús pasa por al lado y sigue caminando, los ciegos gritaban: “Ten misericordia de mí”. Y Jesús llegó caminando hasta la casa donde iba, no les hizo caso. Los dos ciegos gritaban, ellos siguieron porque la gente de fe no se detiene al primer obstáculo o problema, siguieron corriendo tras el Señor quién les dio una promesa de victoria y sanidad.
La perseverancia en oración produce en nosotros la certeza de desistir al intento de cambiarlos nosotros mismos con discursos y regaños, y descansar plenamente en la obra del Espíritu Santo.
Demuestren el amor de manera incondicional
Nunca olviden que Dios los sigue amando, debido a que los ama incondicionalmente. El amor incondicional no está basado en logros o desempeño. Amar a un hijo obediente es agradable y fácil, pero amar a un hijo que ha tomado un camino diferente muchas veces requiere amarlo con dolor.
Amar incondicionalmente requerirá en muchos momentos cargar con la vergüenza de sus malas decisiones.
Donald y Silvia Franz
Aunque no podremos librarlos de las consecuencias de sus errores, si podemos abrazarlos en esos momentos y conducirlos a la restauración por medio de la misericordia.
La obediencia en los hijos de Dios provoca placer y deleite a su corazón, tal como lo expresó el Padre en el bautismo de Jesús: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”. Pero no se olvide que un hijo rebelde no es menos amado por Dios. Es de suma importancia expresar nuestro amor de manera constante y clara, aunque no aprobemos su conducta. Ellos necesitan saber que siempre serán recibidos en casa.