¿Qué dice la Biblia acerca del tema? ¿Pueden dos cristianos ser yugo desigual? ¿Cómo diferenciar los mitos de la verdad? A través de este artículo intentaremos responder dichas preguntas tan comunes entre los cristianos.
toda relación que se establece con los incrédulos implica unión desigual.
En primer lugar debemos acercarnos al texto bíblico en 2 Corintios 6:14-7:1(RVR1960):
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Para ello se debe reconocer que este párrafo o perícopa corresponde a lo que los intérpretes de las Escrituras llaman “anacoluta”, es decir, una especie de paréntesis que el escritor abre en medio del desarrollo de un tema muy distinto al de dicho paréntesis.
no es lo mismo tener un cliente incrédulo con quien se negocia esporádicamente bajo estrictos acuerdos comerciales o legales, a elegir a una persona incrédula como cónyuge para toda la vida.
Este recurso es muy común entre los escritos paulinos y también suele identificarse como “irregularidad contextual”. A todos nos pasa muy seguido cuando, al entablar un diálogo con otra persona, saltamos de un tema a otro de forma abrupta y después volvemos al anterior.
En el caso del apóstol Pablo, el asunto de tal paréntesis podría haberse originado porque se interrumpiera su redacción epistolar, o el dictado de la carta o alguna situación que lo hiciera suspender momentáneamente el escrito. Por lo antes explicado, el pasaje en cuestión debe tomarse como un texto que inicia el tema, lo desarrolla y de da un final. Y en honor a la verdad, no se relaciona explícitamente “el yugo desigual” con el matrimonio, ni con las sociedades comerciales, ni con las amistades. Sin embargo, el principio sí es expreso.
Por lo tanto, toda relación que se establece con los incrédulos implica unión desigual. El punto en cuestión es que las consecuencias de semejante unión son diferentes a partir del grado de profundidad, compromiso y tiempo en que dure semejante relación. Por ejemplo, no es lo mismo tener un cliente incrédulo con quien se negocia esporádicamente bajo estrictos acuerdos comerciales o legales, a elegir a una persona incrédula como cónyuge para toda la vida.
Ante la recomendación del apóstol “No formen yunta con los incrédulos” (v.14, NVI) se propone el mismo argumento a través de cinco preguntas retóricas, es decir, preguntas que llevan implícitas sus respuestas:
¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?
¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
¿Y qué concordia Cristo con Belial?
¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?
La respuesta obvia para cada pregunta es la misma: ninguno.
A continuación miremos los binomios propuestos y cada palabra que los relaciona:
Justicia – injusticia / compañerismo, es decir sociedad
Luz – tinieblas / comunión o koinonía
Cristo – Belial / concordia, esto es sonar en sinfonía, en armonía
Creyente – incrédulo / parte, participar, es como vivir en una misma tierra o provincia
Templo de Dios – ídolos / acuerdo como conciliación
Conclusiones:
El yugo desigual nunca se plantea entre creyentes, bajo ningún tipo de relación, ni de amistad, ni de sociedades, tampoco en relación al matrimonio. En todos los ejemplos antes vistos la desigualdad que se menciona es entre creyente e incrédulos, con quienes no habrá sociedad, comunión, armonía, participación, acuerdo o conciliación. Otra vez, nunca entre cristianos.
Otro aspecto para considerar implica que para una persona no hay mejor opción que otro cristiano y eso tendría que ser base suficiente a la hora de buscar amistades, trabajos o matrimonio.
Otro aspecto para considerar implica que para una persona no hay mejor opción que otro cristiano y eso tendría que ser base suficiente a la hora de buscar amistades, trabajos o matrimonio. Sostener que el futuro cónyuge además de ser cristiano debería cumplir con ciertas características espirituales, personales o ministeriales diferentes a los demás no tiene sustento bíblico en el texto bajo análisis. Toda diferencia entre creyentes se puede salvar, solucionar, acordar a fin de vivir relaciones duraderas en el tiempo, plenas, satisfactorias y que glorifiquen a Dios.
Por último, recordar que en un yugo desigual se puede ser feliz, de todas maneras no hace más que sostener un espejismo, una ilusión que en la realidad durará muy poco tiempo. Lamentablemente cientos de jóvenes se embarcan en relaciones emocionales y amorosas con personas no creyentes con la esperanza que en breve ocurrirá un milagro de transformación espiritual; todos quisiéramos que eso ocurriera.
Sin embargo, no es un casamiento con un incrédulo lo que lo convertirá en cristiano ni una relación amorosa o de confianza logrará lo anhelado. Por el contrario, el cónyuge creyente se verá cada vez más presionado, manipulado y exigido para elegir entre su fe y “su amor”, lo que resultará en una vida dividida, reprimida, insatisfecha y cada vez más espiritualmente árida.
Rodearnos de gente de fe que nos ame, que conozca la Biblia, nos aconseje y anhele lo mejor para cada uno será la manera saludable para tomar decisiones fundamentadas en las Escrituras, que nos llevarán en una vida de alegría y plenitud en la voluntad de Dios.