Desde hace mucho tiempo, la cultura se ha convertido en el campo de los antagonismos políticos favoritos en boca de todos.
Así lo asegura Agustín Laje (escritor, politólogo y conferencista argentino) en su más reciente obra La batalla cultural, donde a través de una exhaustiva recopilación académica demuestra el recorrido socio-histórico emergente que ha tenido que atravesar la cultura para llegar a ser lo que es hoy: “La sociedad en la que nacemos no se nos presenta como la misma en la que morimos”. Y podemos vivir simplemente recibiendo lo que se nos ofrece o resistiendo incómodamente contra las fuerzas de la corriente.
Es verdad que vivimos en este mundo, pero no actuamos como todo el mundo, ni luchamos con las armas de este mundo. Al contrario, usamos el poder de Dios para destruir las fuerzas del mal, las acusaciones y el orgullo de quienes quieren impedir que todos conozcan a Dios. Con ese poder hacemos que los pecadores cambien su manera de pensar y obedezcan a Cristo. 2 Corintios 10:3-5 TLA
Así fue como Jesús oró al Padre, intercediendo en lo secreto a favor de sus discípulos. Hoy, aquí en nuestros días, su petición sigue siendo la misma: nuestra permanencia en esta tierra tiene significado. En un mundo volátil, efímero, donde todo está sujeto a cambio y condenado a su destrucción hacia el final de los tiempos, la cultura es algo de lo que simplemente no podemos escapar (y en realidad, esa nunca ha sido la directiva). Somos llamados por Cristo a incidir en la sociedad que nos rodea. Aunque muchas veces pareciera una batalla perdida en la que no vale la pena siquiera intentarlo.
“Hablamos de cultura cuando el movimiento creador de la vida ha producido ciertas formaciones en las cuales se encuentra su exteriorización, las formas en las que se realiza, formas que, por su parte, aceptan en sí las ondas de la vida venidera dándoles contenido y forma, lugar y orden” Georg Simmel.
En la primera parte del libro, el autor repara en cómo debido a ciertas corrientes de pensamiento el concepto de cultura ha sufrido estiramientos exacerbados de su campo semántico. Siendo éste adaptable a las necesidades de innumerables de argumentaciones que, por la insistencia de utilizarlo una y otra vez como arma retórica para sus fines persuasivos, la noción de cultura tiene por resultado un significante que al querer decir cada vez más cosas, cada vez dirá menos.
“[…] lo que revela esta tensión es el poder de la cultura, como objeto y como sujeto; es decir, el poder que el hombre tiene sobre la cultura, y el poder que la cultura tiene sobre el hombre. Este doble rostro de la cultura, una vez que es contemplado, es el que llama la batalla […]”
Agustín Laje
En los tiempos posmodernos las luchas, asimismo violentas, se dan en el campo de lo invisible: ideas, corrientes, argumentaciones, giros epistémicos, perspectivas. Y aunque como cristianos tengamos bien sabido que nuestra batalla no es contra carne ni sangre, no podemos ignorar el llamado a la resistencia. La batalla cultural es un hecho inminente del que debemos formar parte. No a través de militancia y debates vacíos, sino revestidos de la autoridad que nos da La Palabra de Dios para predicar la verdad sea a quien sea, estemos en donde estemos.
“¡Feliz ciudad en la que los santos libros se leen con tanto celo, en las que sus complicados misterios son resueltos gracias a los dones del Espíritu Santo, en la que hay tantos profesores eminentes, en las que hay una ciencia teológica tal Qué bien se podría llamar a París la ciudad de las bellas letras!” Felipe de Harvengt
TÍTULO: La batalla cultural
AUTOR: Agustín Laje
AÑO: 2022
PÁGINAS: 504
EDITORIAL: Hojas del Sur