El ministerio Puertas Abiertas compartió un informe que detalla la situación de la nación asiática, donde los hermanos sufren la peor de las persecuciones.
Corea del Norte es un país del que se sabe poco sobre su historia y rechazo total al cristianismo. Aunque, hay cosas que parecen ser un misterio y no cabe ninguna duda de que capta la atención de aquellos curiosos que quieren conocer los misterios de una tierra aislada totalmente del mundo.
Un poco de historia
El origen de Corea del Norte se remonta a 1910, con la invasión de Japón en la península de corea y la creación de una comercialización industrial importante debido a su riqueza en minas. Cuando los japoneses se rindieron en 1945 dejaron un conflicto abierto sobre quien debía tener la península, es por eso que la Unión Soviética y Estados Unidos llegaron a un acuerdo y trazaron una linea de forma que todo lo que quedase al norte sería dirigido por la Unión sovietica y el sur por Estados Unidos.
En 1948 las potencias establecen gobiernos títeres y Corea del norte nombra Kim Il Sung, actualmente reconocido en el país como padre de la patria y líder eterno de la república. El mandato del dictador Norcoreano insertó en la población una imagen religiosa del líder, donde es adorado como lo fueron sus sucesores.
La libertad de creencias estuvo totalmente prohibida desde entonces, por eso quienes creen en Dios y son descubierto, los envian a prisión con incontables castigos, torturas físicas y mentales, pero el horror termina ahí sino que se extiende hacia su descendencia por tres generaciones.
Desde su nacimiento los ciudadanos norcoreanos están sometidos a un adoctrinamiento continuo todo el día, a través de la televisión, canales de radio, periódicos e incluso utilizan altavoces en las calles, que les vierte una propaganda que no termina nunca. Una de las primeras palabras que los padres norcoreanos que enseñan a sus hijos son las palabras «Gracias, padre Kim Il-Sung». En la escuela, aprenden sobre la familia Kim y todos los logros que hizo su dinastía, según el relato oficial.
Cómo si fuera poco, también tienen que inclinarse en reverencia ante estatuas e imágenes de sus máximos gobernantes.
«A través de libros y películas de animación, se les enseña que los cristianos son espías malvados que secuestran, torturan y matan a niños norcoreanos inocentes, para luego vender su sangre y sus órganos».
La ONG Puertas Abiertas publicó un informe con el testimonio de algunos hermanos que contaron sus experiencias como hijos de Dios en el país asiático. Como fue el caso de Lee Joo-Chan (ahora con 50 años) que es uno de los miles de norcoreanos que crecieron en una familia cristiana sin saberlo.
En este país (número 1 durante 18 años consecutivos en la Lista Mundial de la Persecución), los padres no pueden arriesgarse a hablar a sus hijos de su fe. Algunos padres esperan que los niños sean lo suficientemente mayores y entonces les hacen partícipes del «secreto familiar». Otros, como los padres de Lee, nunca sienten esa libertad.
«Sabía que mis padres eran diferentes. Todo el mundo los llamaba padres comunistas, porque cuidaban de los enfermos, los pobres y los necesitados. Por la noche, leían en un libro secreto, que no me permitían leer. Pero les oía susurrar las palabras y sabía que era su fuente de sabiduría. También, sabía que si alguna vez hablaba de esto a alguien más, nos quitarían la familia» recuerda Joo-Chan.
Esto se debe a que los niños no siempre son conscientes de la seguridad. Pueden cantar accidentalmente una canción o contar a sus amigos una determinada historia bíblica. En la escuela, los profesores pueden preguntarles si sus padres leen un determinado libro negro. Compartir el evangelio es extremadamente peligroso.
La madre de Lee Joo-Chan llegó a la fe antes de la Segunda Guerra Mundial, durante la época en que Corea era un solo país y Japón lo gobernaba. Cuando el dictador Kim Il-Sung llegó al poder después de la guerra, comenzó la persecución de los cristianos en Corea del Norte y se cerraron las iglesias. Lee escapó de su país natal a finales de los 90. Su madre también salió después de un tiempo.
«Fue un momento muy emotivo conocerla en China. Por primera vez, mi madre pudo contarme todas esas cosas que había mantenido en secreto durante más de 30 años” describe Lee recordando su encuentro.
«Me agarró de la mano y me llevó a una casa-iglesia vacía. Allí me contó cómo se hizo cristiana en 1935, cuando tenía nueve años, sus padres también lo habían sido y cómo todos se sirvieron mutuamente durante la ocupación japonesa de Corea».
Me explicó cómo Cristo vino a este mundo y murió por todos nosotros. Me contó todo lo que necesitaba saber sobre nuestra fe, que ella me dio a luz, pero que en realidad yo era “hijo de Dios”, dijo, «Él te protegerá y te dará un lugar donde vivir. Cree en Él. Sé fiel. Tu vida eterna comienza a partir de aquí».
La madre de Lee comenzó a orar en voz alta. Incluso gritando. Oró durante tres horas, con el sudor cubriendo todo su cuerpo. «Oró por mí, por Corea del Norte y por el pueblo de Corea del Norte», dice Lee. «Suplicó al Señor que salvara a su pueblo».
Más tarde, la madre de Lee y su hermano, que también habían ido a China, volvieron a Corea del Norte. No sabían que alguien les había traicionado, y cuando cruzaron el río, aparecieron cuatro soldados ocultos. Uno golpeó a la madre de Lee con su rifle y la mató al instante.
Su hermano fue apuñalado hasta la muerte con palas. Lee fue testigo de los asesinatos desde el otro lado del río. Más tarde se enteró de que su padre y otros hermanos fueron detenidos y asesinados también. El joven por el que había orado su madre pudo llegar a Corea del Sur y finalmente cumplió el deseo de su madre convertirse en pastor y seguir a Jesús.
Esta dura realidad parece quitar todo tipo de esperanza, pero el ministerio Puertas Abiertas aseguró que después de ayudar a miles de norcoreanos que provienen de familias cristianas, siguen descubriendo que Dios sigue suministrando su Evangelio y su protección.