Dios lleva años intentando hacerme entender que levantarme temprano a orar va a cambiar mi vida de manera radical.
Me lo dijo en prédicas, por medio de personas, me lo dijo antes de ir a dormir, pero yo simplemente prefería descansar hasta tarde. Creo que el pensamiento que tenía era: algún día lo haré, pero hoy no. Y así se iban pasando los días, los meses y los años.
La crisis moviliza
Durante la pandemia hubo muchos cambios en mi vida, el Señor me llevó a levantarme a orar temprano en las mañanas, y sinceramente, la sensación de tomar un café mirando el cielo oscuro que poco a poco se va aclarando, ¡es emocionante!, sentía que me preparaba para el mejor momento de mi día, tenía muchas expectativas.
Recuero que una de esas mañanas, fui directo a la sala, me senté sin hacer mucho ruido y miré las estrellas que todavía brillaban, cerré los ojos comencé a orar por Afganistán, pues había prometido que durante esa semana solo iba a interceder por esa nación. Estaba ahí, intentando imaginar el dolor de cada persona que iba a ser torturada, sometida, maltratada. Fueron pasando los minutos y mi oración estaba llena de impotencia, sentía frustración al ver que mi vida cristiana era incomparable a la vida que los misioneros o afganos llevaban allí.
Luz
Mientras le daba gracias al Señor, para terminar mi oración y volver a la cama, una voz dentro de mí me interrumpe y dice una frase que replanteó todos mis pensamientos, fue: Jesús está caminando por las calles de Afganistán.
Luego vi una calle, en plena luz del día, y por ella iba de espaldas el hijo de Dios, en sandalias y túnica, caminando sin miedo y mirando a su alrededor buscando a quién ayudar. Quedé muda, solo pensaba una y otra vez en la frase y lo que vi en mi mente, no oré más, simplemente estuve minutos en silencio procesando lo que había acabado de vivir.
Entonces, decidí plasmarlo ese mismo día en algún lugar donde pudiera recordarlo. Luego de escribir la frase, sobre la imagen de una calle muy parecida a la que Dios me mostró, decidí contar un poco de esta experiencia en mis redes sociales.
Decidí compartir motivos de oración durante 10 días, que publicaban los del Ministerio de Preciosa Sangre (misioneros latinos que viven en Turquía), y muchas personas se unieron en oración.
¿Me pregunto, me merecía escuchar esa mañana su voz? ¡No, no merezco nada, aunque madrugara a orar todos los días de mi vida, necesito su misericordia y gracia para vivir estas experiencias maravillosas!
Lo que sí sé, es que después de eso tengo ganas de más, estoy planeando estrategias para levantarme temprano a orar y no desistir en el intento.
Quiero escuchar su voz, quiero comenzar a ilustrar cosas que vengan del corazón del Padre, para que las personas que lo vean tengan un impacto espiritual en su vida.
Mi frase ahora es: HOY LO HARÉ.